Ren Zhiqiang |
El 22 de septiembre de 2020, el Tribunal Intermediario número 2 de Pekín ha condenado a 18 años de cárcel y 4,2 millones de yuans (530.000 euros) de multa al conocido millonario e influyente bloguero Ren Zhiqiang, de 69 años, oficialmente por « corrupción, aceptar sobornos, desvío de fondos públicos y abuso de poder », según la información publicada por el periodista Richard Arzt en el digital francés Slate.
En realidad, mucha gente en
China considera que esta condena es la “venganza”
del Partido Comunista chino, partido único en el poder, a un escrito de Ren Zhiqiang del pasado mes de
abril, en el que llamaba “payaso (clown)” al presidente Xi Jinping, y criticaba
su gestión de pandemia. De hecho, la policía detuvo a Ren Zhiqiang pocos días
después de que publicara, en su cuenta de la red social Weibo, el artículo titulado “Memorias y reflexión”, una
respuesta a la actitud del presidente chino quien el 23 de febrero se había
felicitado por la gestión que su gobierno había hecho de la epidemia: “Lo que
yo he visto –escribió Zhiqiang- es lo contrario de la ‘grandeza’ alabada por
los medios, Lo que había no era un emperador enseñando sus traje nuevo sino un
clown que no podía disimular su ambición de ser emperador, ni su ambición de
destruir a cualquiera que pretenda pararle”
La condena de Ren Zhiqiang,
asegura el autor del artículo, es un asunto muy delicado ya que se trata de un
personaje perteneciente a las altas esferas del Partido Comunista Chino (PCC),
del que fue expulsado en el pasado mes de julio. Su padre, Ren Quansheng (fallecido
en 2007), fue viceministro de Comercio y su madre es funcionaria de la alcaldía
de Pekín. La familia tiene una relación muy estrecha con el viceministro Wang
Qishan, quien entre 2013 y 2017 organizó “una campaña anti-corrupción que acabó
con 250 cuadros de alto rango en la cárcel y obligó a más de dos millones de
subalternos a devolver cantidades de dinero conseguidas de manera fraudulenta”.
Cuando todos pensaban que
haría carrera política en el PCC, Ren Zhiqiang creó la inmobiliaria Hua Yuan
Property, un negocio que fue creciendo al mismo ritmo que el desarrollo de las
ciudades chinas, lo que le convirtió en muy rico en poco tiempo. En 2009, su
salario era el más elevado en una lista
de 258 empresarios chinos. Además, desde 2012 es conocido por su actividad de
bloguero en dos cuentas, en Sina Weibo y Tencent Weibo, que suman 38 millones
de abonados y en las que frecuentemente critica al poder comunista.
Ren Zhiqiang, quien como precisa
la información de Slate no pertenece a ninguna de las categorías de habituales
disidentes chinos, “no es un intelectual, ni un profesor, ni un estudiante”, sin
embargo es muy popular en China desde que hace una veintena de años se habló
oficialmente de su fortuna como ejemplo de lo que es “el enriquecimiento a la
china”. Además, en 2019 se dio a conocer como pintor exponiendo una serie de
paisajes abstractos en una galería del célebre « barrio 798 », un
conjunto de antiguas fábricas de Pekín en el que han instalado sus talleres artistas
variopintos.
Según la sentencia
condenatoria, Ren Zhiqiang – quien “ha confesado voluntariamente todos sus
delitos” y “no va a apelar”- habría cobrado entre 2003 y 20017 1,25 millones de
yuans (160.000 euros) en sobornos; además, habría desviado 111 millones de
yuans (13,9 millones de euros) de fondos públicos para destinarlos
esencialmente a la práctica del golf, su deporte preferido. Para sus conocidos
y una parte de la opinión pública, a Ren Zhiqiang le han condenado para que
sirva de ejemplo a quienes hacen uso de “la libertad de palabra”, las
autoridades chinas están dispuestas a castigar a cualquiera que exprese dudas
acerca de la forma en que gestionó la aparición del coronavirus en un mercado
de la ciudad de Wuhan, en el otoño de 2019.
El
autor del artículo en el digital francés comienza estableciendo un paralelismo entre
lo que le ha ocurrido a Ren Zhiqiang y un chiste que circulaba en China hace
dos décadas y que contaba que habían condenado a un ciudadano por decir que el
secretario general del Partido Comunista de la época, Jiang Zemin, era un
perfecto idiota. La gracia estaba en la precisión de que no le habían condenado
por insulto, sino por divulgar un secreto de estado.
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