Ursulta Gauthier, corresponsal en
Pekín del semanario francés L’Obs (antes Le Nouvel Observateur), abandonará
China el 31 de diciembre de 2015, «expulsada» por las autoridades del país a
quienes «no ha gustado» un artículo reciente, informan los canales
internacionales citando fuentes de agencias, especialmente France-Presse (AFP).
Según estas mismas fuentes, Ursula
Gauthier -que lleva seis años como corresponsal de L’Obs en la capital china,
anteriormente residió otros diez años en el país y habla chino perfectamente-
desde hace un mes está “siendo objeto de virulentos ataques en los medios de
comunicación del Estado”, donde se vienen manifestando contra ellas distintos
cargos oficiales desde que en una de sus habituales crónicas definiera como
“represiva” la política del régimen en la región de Xinjiang, de mayoría
musulmana, donde la etnia Ouïghour, que habla turco, es objeto de persecución
cultural y religiosa. Este viernes, 25 de diciembre, le han telefoneado del
ministerio de Asuntos Exteriores para comunicarle que no piensan renovar su
acreditación de prensa, que expira con el año, por lo que deberá abandonar el
territorio chino.
El artículo en cuestión se publicó
en la página de Internet de L’Obs, llevaba el título “Tras los atentados, la
solidaridad de China tiene segundas intenciones” y se refería a la reacción del
gobierno de Pekin tras la masacre yihadista del 13 de noviembre pasado en
París. Para los políticos chinos el texto de la corresponsal francesa equivalía
a justificar la violencia que en ocasiones se desata en Xinjiang, que Pekín
califica de terrorista, y han utilizado dos periódicos oficiales, el Global
Times (del Partido Comunista) y el China Daily para publicar sendos
“editoriales incendiarios en los que acusan a la periodista de usar ‘dos pesos,
dos medidas’ cuando habla de terrorismo.
Una reacción oficial que, como es
habitual –la censura china es maestra en el uso y control de las nuevas
tecnologías- ha venido acompañada de la consiguiente campaña orquestada en
páginas y foros de Internet, donde se están publicando comentarios “con
frecuencia injuriosos, e incluso amenazadores”.
“Después de meter en cintura a la
prensa china –ha declarado Ursula Gauthier a AFP- con esta expulsión Pekín
quiere intimidar a los corresponsales extranjeros, especialmente a quienes se
ocupan de cuestiones relativas a las minorías”. Es casi normal, que los
periodistas extranjeros encuentren obstáculos cuando intentan hacer reportajes
en China: en ocasiones se les impide visitar determinadas zonas o regiones,
como Tibet o Xinjiang, y otras entrevistarse con fuentes que hablen de los
considerados “temas sensibles”, empezando por la libertad de expresión y los
presos políticos.
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