Ya tiene nombre,
se llama phubbing, contracción de las palabras inglesas phone y snubbing,
equivalente del castellano despreciando, y lo cuenta el blog francés L’homme
simple (http://hommesimple.fr/arretons-de-phubber/):
hacemos phubbing cuando, estando con alguien y dejando de prestarle atención,
nos ponemos histerícamente a chatear, “wasapear”, o similares, en una pantalla
móvil.
“Convertido a la
comunicación móvil sin preguntarse acerca de la forma en que debe usar esa
posibilidad en grupo, el ser humano cae en el absurdo antisocial” puede leerse
en la página que también reenvía a otro sitio en el que podemos sumarnos a la
campaña internacional anti-phubbing (http://stopphubbing.com/).
Creada en mayo de 2013 por el joven australiano de 23 años Alex Haigh, a casi
15.000 personas les gusta la página de Facebook de la campaña anti-phubbing y
más de 18.000 han votado en contra en la web.
Según los
profesionales de la comunicación, que tienen en cuenta no solo los mensajes
hablados sino también los corporales, la persona que estando con otra, u otras,
dedica su atención al teléfono móvil (tableta, etc.), está enviando un mensaje:
exactamente “lo que aparece en mi móvil es más importante que lo que ocurre
aquí”. En el caso de que nadie haya llamado a ese móvil, y el usuario lo
consulte solo para verificar si le han llegado mensajes, alertas o avisos de
redes sociales, entonces el mensaje varía ligeramente, aunque no es más
positivo: “Voy a ver si en este momento ocurre algo en el mundo que pueda
interesarme más que lo que está pasando aquí”.
La campaña
anti-phubbing, nacida al mismo tiempo que el vocablo, recuerda que ya basta de
consultar compulsivamente las pantallas móviles. Hasta ahora se ha tolerado por
lo que tenía de novedad; pero ya se han cumplido veinte años de la salida al
mercado de los primeros dispositivos móviles, tiempo más que suficiente para
que los humanos “sean conscientes de lo que significa encerrarse
voluntariamente en un mundo virtual embrutecedor”. La campaña anti-phubbig
tiene por objetivo “recuperar la higiene de la comunicación humana, volver a la
buena educación y mantener las interacciones afectivas”. “Los expertos en
etiqueta han dicho que el phubbing es el fin de la civilización”, puede leerse
en la página del australiano iniciador de la campaña que, entre otras, facilita
la cifra de 87% de adolescentes que prefieren comunicar por sms a hacerlo cara
a cara.
En el
digital Rue 89, la periodista Elsa Ferreira escribe un largo trabajo titulado
con la pregunta ¿Puede usted soltar su teléfono?, del que hemos sacado algunos
datos e informaciones de gran valor social. Por ejemplo, que la profesora del
prestigioso MIT (Massachussetts Institute of Technology) Sherry Turkle, analiza
éste y otros fenómenos relativos a las nuevas formas de comunicación adoptadas
por “el planeta de los connected people” en el libro Alone Together: Why We
Expect More from Technology and Less from Each Other (Solos juntos), donde
entre otros casos cuenta el de un adolescente de 18 años que le dijo:
“Algún día, aunque no ahora, me gustaría aprender a mantener una
conversación”.
Ferreira comenta también una información del New
York Times en la que se afirma que en varios restaurantes estadounidenses
empiezan a prohibir que en su interior se saquen fotos con los móviles; pionero
en la lucha anti-phubbing, un establecimiento de Los Angeles ofrece un 5% de
descuento a los clientes que acepten depositar el móvil en la entrada. En otros
locales se está poniendo de moda, en las cenas de grupo, el juego de que los
comensales dejen los móviles en el centro de la mesa: el primero que no pueda
resistirse, y lo use, paga la cuenta.
Más adelante, el artículo de Ferreira proporciona
unas cifras que lo dicen todo, relativas al papel del móvil en las relaciones
sexuales; según un sondeo de Vodafone (http://blog.vodafone.co.uk/2012/09/24/answering-the-call-of-nature/?dfacid=1&cid=aff-aw-default-85386),
el 36% de los británicos manifiesta que respondería al teléfono durante el acto
sexual y el 63% durante una cita amorosa. Y, centrándose en las mujeres, una
europea de cada cinco consultaría su Smartphone mientras se encontrara haciendo
el amor.
En el libro Sex Made Easy: Your Awkward Questions
Answered-For Better, Smarter, Amazing Sex (Sexo fácil), la autora Debbie
Herbenick escribe que las personas que hacen phubbing a su compañero amoroso
“no deberían sorprenderse si le ven levantarse y marcharse”.
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