Rojo por la rabia y
negro por el miedo
La túnica roja y
el fular negro distingue a la “brigada roja”, creadas por un grupos de mujeres
jóvenes en la barriada de Lucknow del estado de Uttar Pradesh, en el norte de
India, para combatir a los agresores sexuales.
Después de la violación y tortura
colectiva, en diciembre de 2012, de una estudiante de 23 años en un autobús de
Nueva Delhi (posteriormente fallecida en un hospital de Singapur, al que fue
trasladada para intentar curarle los desgarros internos causados
intencionadamente por los autores del crimen), los casos de abusos y
violaciones se multiplican en el país, hasta el punto de cada hora se denuncian
dos agresiones de este tipo, según cifras del gobierno indio. Al mismo tiempo
aumenta en progresión aritmética el número de jóvenes que ingresan en la
brigada.
La última violación colectiva que ha
escandalizado en India ha ocurrido en un barrio residencial de Bombay, el
jueves 22 de agosto de 2013; la víctima es una reportera gráfica que estaba
fotografiando inmuebles viejos por encargo de una revista y los autores cinco
hombres, dos de los cuales agredieron y ataron de pies y manos al periodista
que la acompañaba mientras los otros tres alejaban a la mujer algunos metros y
llevaban a cabo la violación. Después, la chica fue ingresada en un hospital
donde le curaron heridas internas.
En los ocho meses transcurridos
entre el terrible caso de diciembre y este de ahora, han saltado a los medios
de comunicación internacionales varios casos flagrantes: entre ellos, el de una
turista suiza a la que en marzo violaron seis hombres mientras viajaba con su
marido por el centro de India y en abril se conoció el caso de una niña de
cinco años que apareció en los sótanos del inmueble donde vivía con sus padres,
de la que había abusado violentamente un vecino.
Anteriormente, el miércoles 31 de
julio, una niña de 11 años fue rociada con gasolina y quemada viva en Howrah,
una ciudad gemela de Calcuta, tras intentar resistirse a dos jóvenes, uno de
los cuales llamado Kundan Mullick pretendía violarla. Con el 70% del cuerpo
quemado, la niña murió el 4 de agosto después de denunciar a su violador quien,
al parecer, cometió el crimen para vengarse de la madre de la pequeña. Un drama
que es el tercero de características similares ocurrido en el último mes: otras
dos jóvenes, de 18 y 20 años, han sido asesinadas en Heempur y Uttar Pradesh.
Precisamente es en este último
estado donde, hace dos años, una quincena de mujeres jóvenes que hoy ya pasan
del centenar, vestidas con túnica roja y pantalón y fular negro, crearon un
grupo –al que llamaron “brigada roja”- para protestar e intentar detener las
agresiones sexuales. La pionera tiene 25 años y se llama Usha Vishwakarma
y sintió la necesidad de hacer algo ante la pasividad de la policía, corrupta
en la mayor parte de India y nada dispuesta a investigar las denuncias de
agresiones sexuales: “Nos decían que para evitar a los depredadores sexuales no
saliéramos de casa. Cuando acudíamos a la policía siempre había alguien que nos
pedía que no les molestáramos con esas chorradas”.
Las mujeres de la brigada roja
luchan por sus derechos pero también aprenden a poner a los hombres en su
sitio: están aprendiendo autodefensa en una escuela de artes marciales. En
declaraciones a la Agencia France-Presse, una joven de 16 años explicaba que
“ha aprendido a golpear a los adversarios en sus partes más sensibles”,
mientras otra adolescente presumía de haber conseguido hacer que huyera un
chico, que normalmente le silbaba por la calle y el día anterior le había
sujetado, cogiéndola por uno de los tirantes del sujetador.
Los hombres –porque son siempre
hombres- de la administración regional no aprueban los métodos de la brigada:
“No queremos que aparezcan grupos que se tomen la justicia por su mano. Las
personas tienen derecho a defenderse cuando las agreden, pero lo que no se
puede tolerar es que vuelvan al día siguiente para dar una paliza al agresor.
Eso se llama venganza y es un delito”.
En cuanto a las feministas, no se
ponen de acuerdo. Según un artículo publicado en la revista francesa Elle, las
de la asociación SLAP piensan que si “cada cual aplica su ley esto va a ser la
anarquía” (una vez más, manipulando el sentido del término como sinónimo de
caos), mientras que para las de All India Progressive Women’s Alliance, la
brigada roja y otros grupos similares que están surgiendo en el país,
“significan una afirmación positiva de los derechos de las mujeres”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario