Ahmad Massoud |
Mientras la tensión en Kabul aumenta y crece también el número de muertos -dentro y fuera del aeropuerto de la capital afgana- a medida que se agota el tiempo respetado por los talibanes para que Estados Unidos y sus aliados “saquen” del país a sus colaboradores durante los últimos veinte años (traductores, guías, asesores…), y especialmente al mayor número posible de mujeres y niñas, para impedir que tengan que vivir el futuro escondidas detrás de un velo con rejilla a la altura de los ojos, el joven Ahmad Massoud, de 32 años, hijo del héroe de la resistencia el comandante Ahmad Sha Massoud (*), asesinado por Al Qaeda en un atentado suicida el 9 de septiembre de 2001 (dos días antes de los atentados contra las torres gemelas el 11-S), intenta seguir los pasos de su padre y liderar la actual resistencia a los talibanes, aunque los observadores internacionales objetan que carece del apoyo, tanto local como internacional, que él tuvo: el pasado mes de marzo de 2021, el propio Ahmad Massoud asistió en París a la inauguración de una placa en el callejón que desde entonces lleva el nombre de su padre.
Mientras el portavoz
talibán amenazaba, el lunes 23 de agosto de 2021, con “represalias” en caso de
que se intente prolongar la presencia militar occidental en el país y los
poquísimos periodistas estadounidenses y europeos que siguen enviando información
desde el interior, aseguran que “solo se oyen dos cosas: el ruido de
helicópteros y aviones que evacuan a familias enteras y el de las detonaciones”,
el incipiente movimiento guerrillero de resistencia a los talibanes encabezado,
desde que el pasado 16 de agoto Kabul cayera en manos de los talibanes, por Ahmad Massoud, el hijo de “el león de
Panshir”, atrincherado en el valle de ese nombre -una región al noreste de
Kabul protegida por las montañas Hindu Kush que nunca consiguieron conquistar
ni los talibanes ni los soviéticos- y quien fuera vicepresidente, Amrullah Saleh, autoproclamado
presidente interino de Afganistán, reclaman al presidente de Estados Unidos,
Joe Biden, armas para combatir al poder
talibán. En un artículo publicado en el Washington Post el pasado 19 de agosto,
después de reconocer que disponen de algún armamento que han ido “almacenando”,
Ahmad Massoud asegura que “sabíamos que este momento podía llegar”. En
declaraciones a la televisión pública belga (RTVB) en 2016, afirmaba con
contundencia que “lo único que defiendo, lo único en lo que creo, que es la
democracia”.
Tras el asesinato de
su padre, un adolescente Ahmad Massoud, huyó con su familia a Tadjikistan,
desde donde pasaron a Irán. Diez años más tarde, se trasladó a Londres donde
consiguió licenciarse en Relaciones Internacionales. En 2016, y cuando soñaba
con convertirse en astronauta. su entorno le convenció para que regresara a
Afganistán y emprendiera una carrera
política que inició aceptando la presidencia de la Fundación Massoud –cuyo
objetivo era conseguir la paz mediante programas educativos y culturales- y
desde 2019 encabezando la coalición Frente para la Resistencia.
Apodado “el nuevo
león de Panshir”, Ahmad Massoud aspira a seguir los pasos de su padre, como ha
escrito en una carta a su amigo, el filósofo francés Bernard-Henri Levy, en la
que explica que está en el valle de Panshir “con combatientes muyaidines
dispuestos a enfrentarse de nuevo a los talibanes”, como lo hizo su padre
cuando los talibanes tomaron el poder en 1996, y antes cuando combatió a los
invasores soviéticos en la década de los ’80 rechazando hasta nueve ofensivas
del “ejército rojo”.
¿Por
qué el Panshir?.
Tomar el Panshir es importante, en primer
lugar por su carácter simbólico : nadie
lo ha conquistado porque es un fuerte natural “con una única carretera
de acceso y las cumbres a 4.000 metros de de Hindu Kouch a modo de
muralla impenetrable”; en segundo lugar por su posición estratégica, a 70 kilómetros
de Kabul por allí pasa la mayor parte del tráfico comercial del país de forma
que “cortar la carretera es cortar el país en dos”; y finalmente porque la
región está mayoritariamente poblada por tadyikos, uzbekos y hazaras, minorías
cuyo temor principal es verse dominadas por los talibanes.
El valle del Panshir es un lugar lleno de
sentido para la población afgana que sueña con que su país emprenda algún día
el camino de la democracia; un sueño interrumpido por segunda vez en medio
siglo. Desde allí, en un artículo
publicado en la revista francesa La règle du jeu, Ahmad Massoud hace un
llamamiento “a todos los afganos libres que rechazan la servidumbre” para se le
unan “en nuestro bastión de Panshir, que es la última región libres de nuestro
agonizante país”; y a la comunidad internacional, en particular a los gobiernos
occidentales que “tanto nos ayudasteis en
nuestro combate por la libertad, hace
mucho tiempo contra los soviéticos y hace veinte años contra los talibanes, ¿querréis
ayudarnos una vez más? Nuestra confianza
en vosotros es inmensa…”
(*) Ahmad Sha Massoud
se casó con Sediqa Massoud
y tuvieron seis hijos : un chico y cinco hijas. En 2005, Sediqa Massoud
publicó en Francia una especie de diario personal –« Pour l’amour de
Massoud »- en el que le describía como un marido « amante y honesto ». En 1998, el realizador francés Christophe de Ponfilly, amigo personal del
comandante Massoud, dirigió un documental – “Massoud el afgano”- sobre el carismático personaje cuando
preparaba lo que sería su última batalla contra los talibanes. En 2002, el
cineasta publicó, en edición de bolsillo, un libro con el mismo título.
No hay comentarios:
Publicar un comentario