jueves, 6 de septiembre de 2018

“Carmen y Lola”, película con polémica


Esta película, que tuvo su estreno mundial en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes 2018,  es el primer largometraje de la realizadora vasca Arantxa Echevarrís y está protagonizada por un puñado de  actores no profesionales –entre ellos las dos protagonistas gitanas  Zaira Romero (Lola) y Rosy Rodríguez (Carmen)-, y una sola actriz profesional, Carolina Yuste.

Se trata de una historia de amor prohibido entre dos adolescentes gitanas y su llegada a las salas de cine viene precedida de una agitada polémica promovida por la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad que, antes de ver la película y a pesar de proclamarse partidarias de la “diversidad” y no decir claramente que no soportan la idea de que las chicas sean lesbianas, acusan a la directora de “racista”, de erigirse en portavoz de la mujer gitana “desde un feminismo paternalista” y declaran que la película es una “caricatura comercial” porque  “una paya siempre contará la historia que le convenga, y no la nuestra”.

Con toda evidencia, la homosexualidad y el lesbianismo son temas tabúes para los colectivos gitanos patriarcales cuya vida se estructura en torno a la figura del cabeza de familia (incuso del clan). Al menos, eso es lo que cuenta “Carmen y Lola”, una película que su directora asegura haber hecho “desde el amor, y el máximo de los respetos y el pudor… es un canto a la libertad y al amor”. Me recuerda lo que decía mi abuela cuando metía la pata: “Era para bien”.

En un entorno de mercadillos ambulantes y familias muy estructuradas desde tiempos remotos, Carmen es una chica gitana que vive en Vallecas, en el extrarradio de Madrid. Al igual que otras gitanas, está destinada a una vida que se repite generación tras generación: casarse, cuidar del marido y criar a tantos niños como sea posible. Un día conoce a Lola, una gitana poco común que sueña con ir a la universidad y viajar, que  dibuja graffiti de pájaros, va a un centro de internet para entrar en páginas lésbicas  y es “diversa”. Entre las dos chicas se crea una complicidad especial, poco a poco se atreven a hablar de amor  y descubren un mundo y unos sentimientos que sus familias rechazan.

Cuando “Carmen y Lola” se presentó en Cannes, en el pasado mes de mayo, llegaron las primeras críticas negativas que hablaban de una historia muy convencional que no aporta casi nada más que mostrar algunas manifestaciones del folkore gitano. En mi opinión, y sin tratarse de una obra especialmente destacable,  es cierto que la historia está contada con respeto e incluso una cierta admiración. Estoy segura de que Arantxa Echevarría – a la que, por cierto, han insultado y escupido por la calle- la ha hecho “para bien”.

La mayor parte de los personajes están muy correctamente interpretados por esos gitanos, que no actores, seleccionados en un casting que duró medio año; pero quiero subrayar la interpretación, que raya la excepcionalidad, de la mujer que interpreta a la madre de Carmen; lamentablemente, en la promoción de la película no figura el nombre de ninguno de los secundarios.





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