Le
Pen fue descartada, y eso es bueno. El problema es que la política antisocial
de Macron seguirá favoreciendo el auge del FN (Frente Nacional, partido de
extrema-derecha de la candidata Marine Le Pen). Felizmente, su gobierno que es
un mosaico de miembros de partidos de derecha y de izquierda promete ser débil,
por tanto vulnerable a las luchas sociales. Nosotros debemos obstaculizarlo y
construir una alternativa revolucionaria.
¡Emmanuel
Macron será presidente! El candidato de la patronal ha ganado contra Marine Le
Pen, la fascista que ha cambiado de imagen. Para los electores de izquierda es
un alivio relativo (Le Pen descartada), que se suplanta inmediatamente por una
clara frustración (Macron electo). Para quienes, como en Alternative
Libertaire, no creen que la política institucional pueda cambiar cualquier
cosa, esta elección solo configura de nuevo las modalidades de lucha.
Las razones para
enfadarse
Recordamos
algunos rasgos del programa de En Marche
(partido de Macron).
Reducción de los impuestos para los ricos: mutaciones
del Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF) «para eximir a miles de hogares
hoy día sometidos al ISF».
Destrucción de los servicios públicos: supresión de 120.000 puestos de
trabajo en los hospitales, las escuelas y el conjunto de los servicios
públicos, y de 70.000 a 75.000 en las colectividades territoriales. En otras
palabras, la promesa de aulas con 12 alumnos en la escuela primaria es una
mentira.
Destrucción del Código del trabajo: continuidad de la
ley El Khomri, dando la prioridad a los acuerdos de empresas sobre los acuerdos
de sector y sobre el Código del trabajo.
Destrucción de la protección social: disminución de
las contribuciones sociales, de las prestaciones del seguro de enfermedad, de
desempleo y médico. La mejora de la protección de los trabajadores
independientes es humo y espejismo.
Penalización de los desempleados: reducción de su
posibilidad de decir no a un empleador.
Penalización de los trabajadores: supresión de la
norma de 35 horas semanales para los jóvenes asalariados.
Fortalecimiento de la represión: 10.000 puestos de
policía más.
Contra
todos estos ataques anunciados tendremos que resistir.
Las
razones para alegrarse
Macron
va a seguir las políticas neoliberales y de regresión social de sus
predecesores. Pero, al contrario que el bulldozer Sarkozy (presidente de
derechas entre 2007 y 2012), y del ilusionista Hollande (Partido Socialista,
presidente entre 2012 y 2017), él acumula algunas desventajas:
Su base electoral es inestable: el candidato solo se
presentó como un joven político, solo vendió sueño y palabras vacías como «ni
derecha ni izquierda». Para quienes le creyeron, el desencanto va a ser duro.
Su base social es muy reducida: mal visto en los
entornos de la burguesía tradicional, despreciado por las clases populares,
solo le apoyan el Medef (Movimiento empresarial de Francia), los comerciantes
que esperan reducciones de impuestos y los dueños de empresas emergentes,
«creativos» y otros ávidos por hacer negocios en el web 2.0. No es mucho en
realidad.
No se beneficia de la etiqueta de izquierda, lo que
demasiadas veces intimida a los movimientos sociales y sindicales. En los
entornos militantes, nadie espera algo del promotor de las leyes Macron y El
Khomri. No se va producir un estado de gracia.
No está seguro de conseguir una mayoría parlamentaria en las
próximas elecciones legislativas. Aunque lo consiguiera, no sería estable,
estaría constituida por desertores y néofitos sin experiencia. Lo que impedirá
su pretensión de «gobernar por decreto» ya que para ello necesita el consentimiento
del Parlamento.
Este poder va a ser débil, y es una buena noticia para
el movimiento social, sindical y más ampliamente, para la “izquierda de la
calle”: todos cuantos no esperan gran cosa de les urnas y piensan que se gana
más mediante la lucha. Bloquearemos la política de «La Rèpublique En Marche» en la
calle, en las empresas, y en los barrios.
Las
razones para comprometerse
Contra
Macron, contra Le Pen, contra la derecha, pero también contra la
neosocial-democracia que Mélenchon quiere inventar. Afirmamos que no van a
resolver el desempleo, la miseria y la crisis ecológica sin poner en cuestión
el capitalismo, o sea la propiedad privada de los medios de producción y de
intercambio que prohíben verdaderos opciones democráticas.
Nuestro
enemigo no es el «sistema», término que ya no significa nada porque de
Dupont-Aignan a Macron, pasando por Le Pen y Fillon, todos los políticos se
oponen al «sistema».
Nuestro enemigo tiene un nombre, mucho más evidente que,
extrañamente, los políticos evitan mencionar: es el capitalismo. Tanto si es
«globalizado» como «patriota». Nosotros le oponemos la autogestión socialista, el único proyecto capaz de cambiar la
sociedad y la vida.
Alternative Libertaire (http://www.alternativelibertaire.org/)
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