En un comunicado del 27 de enero de
2017, Amnistía Internacional (AI) informa de la nueva detención de la escritora
Golrokh Ebrahimi Iraee, defensora de los derechos humanos, condenada anteriormente
a seis años de cárcel por escribir una ficción sobre la costumbre de la
lapidación, muy extendida en el país.
Desde el 3 de enero, Golrokh
Ebrahimi Iraee tenía una autorización temporal de salida, en espera de que el
Tribunal Supremo volviera a estudiar s caso decidiera sobre los seis años de
cárcel a que fue condenada por escribir un relato de ficción que no se ha
publicado. Cuando el 22 de enero se dirigía al hospital de la cárcel para
visitar a su marido, Arash Sadeghi, quien se encuentra ingresado tras una
huelga de hambre y que cumple condena de 15 años por actividades pacíficas en
defensa de los derechos humanos, fue detenida por los Guardianes de la
revolución (policía política). Detuvieron a la escritora y volvieron a
encerrarla en la tristemente célebre cárcel de Evin, donde habitualmente se
maltrata y tortura a los presos y donde en 2003 falleció la fotógrafa
irano-canadiense Zarah Kazemi, a consecuencia del derrame cerebral provocado
por una brutal paliza.
A las anteriores acusaciones que ya
pesaban sobre Golrokh Ebrahimi Iraee, se ha añadido ahora la de «atentado a los
sagrados valores del Islam», cargo por el que se haya condenado su marido.
Arash Sadeghi ha efectuado una huelga de hambre de 72 días, desde octubre de
2016 hasta el 3 de enero de 2017, en señal de protesta por el encarcelamiento
de su mujer, que finalizó el día en que a su mujer le dieron la autorización
temporal para salir, prometiéndole que sería renovada hasta que el Tribunal
Supremo se pronunciara definitivamente sobre las condenas de ambos. Los médicos
han diagnosticado que Arash Sadeghi tiene una grave infección pulmonar,
problemas gastrointestinales e insuficiencia renal. Pese a ello, las
autoridades se han negado a trasladarle a un hospital fuera de la cárcel y han
dicho a la escritora que los guardianes de la revolución se negaban a hacerlo
mientras ella no regresara a la cárcel para cumplir lo que le falta de condena.
La nueva detención de Golrokh Ebrahimi
Iraee y la ingerencia de la policía en los procesos judiciales -dice el
comunicado de AI- no son más que los últimos episodios inquietantes de la
arbitrariedad e injusticia con que las autoridades iraníes están tratando a la
pareja. “En un informe titulado ‘Health
taken hostage: Cruel denial of medical care in Iran’s prisons’, publicado
en julio de 2016, nuestra organización reunía informaciones que demuestran que
las autoridades -y en particular la Oficina de la Fiscalía, las autoridades
carcelarias y los agentes de información- niegan deliberada y sistemáticamente
a los presos políticos los tratamientos médicos que necesitan, en muchos casos
por crueldad, para intimidarles y castigarles, o conseguir confesiones o declaraciones
de arrepentimiento».
De
la flagelación a la amputación
En otro informe publicado unos días
antes, AI recuerda que es muy frecuente que las autoridades iraníes recurran a
los castigos corporales. En 2016, el uso frecuente de las penas de flagelación,
amputación y enucleación (ablación quirúrgica del globo ocular mediante sección
del nervio óptico), “evidencia el carácter inhumano de un sistema judicial que
legaliza la brutalidad. Estos castigos, crueles e inhumanos, son un indignante
atentado.
En el último caso de flagelación
conocido por AI, un periodista recibió 40 bastonazos el 5 de enero en Najafabad,
en la provincia de Ispahan, después de que un tribunal le declarara culpable de
dar informaciones inexactas sobre el número de motos embargadas por la policía
en la ciudad.
En abril de 2016, una pareja no casada
declarados culpables de «relación ilegítima», recibieron 100 bastonazos cada
uno. En mayo, 35 mujeres y hombres jóvenes detenidos en la provincia de Qazvin
por bailar, estar juntos y consumir alcohol en una fiesta, fueron condenados a
99 bastonazos cada uno. Ese mismo mes, se flageló a 17 mineros que protestaron
por sus condiciones de trabajo y sus despidos en la provincia de Azerbayán del
oeste.
«Periodistas y blogueros han sido
condenados a penas de flagelación por su trabajo. En julio, un tribunal de
apelación condenó al periodista Mohammad Reza Fathi a 459 bastonazos por
«publicar mentiras» y «despertar temores en la opinión pública» con sus
escritos.
La popular página de Facebook « Azadihayeh
Yavashaki » (Mi libertad furtiva), gestionada por la periodista y militante
de los derechos de las mujeres Masih Alinejad, ha publicado detallados
testimonios de mujeres que han sido flageladas por consumir alcohol o acudir a
fiestas mixtas. La página incluye fotos de mujeres con graves lesiones.
El derecho penal iraní incluye más
de cien «infracciones» que pueden castigarse a flagelación. “Se trata de un
amplio abanico que va desde el simple robo o agresión hasta vandalismo,
difamación y fraude, y actos que no deberían ser delitos como el adulterio, las
relaciones íntimas entre hombres y mujeres no casados, el atentado a la
moralidad pública y las relaciones sexuales libremente consentidas entre
personas del mismo sexo”. El informe de AI incluye testimonios de varias
víctimas.
«También tenemos información de un
hombre enucleado en ambos ojos en Teherán, en noviembre de 2016, a título de
‘reparación’ por haber privado de la vista a una niña de cuatro años, atacándola
con ácido en junio de 2009. Hay otros presos condenados a enucleación, en
espera de que se aplique la pena. Resulta inquietante que los médicos de la
Organización Iraní de medicina legal sean quienes asesoren al Tribunal Supremo
acerca de si se puede realizar una enucleación, y la forma de efectuarla. Es un
grave atentado a la ética médica. Es deber de los profesionales de la sanidad
evitar participar en actos de tortura o malos tratos».
AI tiene información también de al
menos cuatro amputaciones por robo, incluidas algunas «cruzadas», de dedos de
la mano y el pie en los lados opuestos del cuerpo de la víctima. “El hecho de
amputar a las personas, privarlas de la vista y someterlas a brutales
flagelaciones no puede considerarse una expresión de justicia. En tanto que
estado firmante del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP), Irán tiene jurídicamente prohibida la tortura y cualquier otro trato
cruel, inhumano o degradante. Sin embargo, en nombre de la protección de la
moral religiosa, el derecho iraní sigue autorizando castigos corporales prohibidos
internacionalmente”.
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