Ignoro el motivo por el que la
producción franco-canadiense de animación “Ballerina” ha dejado pasar las
fiestas navideñas y, en cambio, se estrena ahora que finaliza el mes de enero.
Se trata de una película ideal para llevar a los pequeños en esos días de
vacaciones invernales en que uno no sabe qué hacer con ellos encerrados en
casa. Pero, en fin, las distribuidoras sabrán por qué hacen lo que hacen.
Sin llegar a maravillar, aunque muy
correctamente realizada por Eric Summer y Eric Warin, “Ballerina” es un trabajo
en equipo de la productora francesa Quad (“Intocable”, “Los seductores”),
L’Atelier d’Animation y el equipo de Theodore Ty, responsable de éxitos como
“Madagascar”, “Kung Fu Panda” y “Mulan”. En la versión origianl la película
cuenta con las voces de Elle Fanning (“Maléfica”, “The Neon Demon”), Dane
Deehan (“The Amazing Spider-Man 2”, “Life”), la bailarina Maddie Ziegler y la
cantante Carly Rae Jepsen. Las coreografías son de Aurelie Dupont y Jeremie
Belingard, embajadores mundiales de la Ópera de París.
La música original de “Ballerina”
es de Klaus Badelt (“Piratas del Caribe”, “Poseidón”) y su banda sonora ha
contado con la australiana Sia, compositora y cantante, que interpreta la
canción "Suitcase", y la estadounidense Carly Rae Jepsen que canta
"Cut to the Feeling" y "Runaways".
Felicia es una chica huérfana
bretona que tiene una única pasión: la danza. Con su mejor amigo, Vícto, que
sueña con convertirse en un gran inventor, idean un plan rocambolesco para
escapar del orfelinato y conseguir llegar a París, una ciudad en plena
transformación, donde se están construyendo los grandes bulevares y la Torre
Eiffel. Felicia deberá luchar y seguir sus entrenamientos para conseguir entrar
a formar parte del ballet de la Opera de París donde va a competir con Camille,
una bailarina con mucho talento...
Coreografiada por la antigua
estrella de la Opera Aurélie Duponto, “Ballerina” es una película de aventuras
a la manera de Dickens, un encantador cuento de Navidad del paso del siglo XIX
al XX, muy bien realizado pero al que le falla la estética. “Los cuerpos
estandarizados, que siguen los criterios de los blockbusters animados
estadounidenses (cabezas enormes sobre cuerpos gráciles) se acercan más a las
escenas musicales de las academias de ballet que a las evoluciones de un gran
ballet en el escenario” (Noémie Luciani, Le Monde).
Lo que sí se agradece en la
película es la minuciosa reconstrucción del París de 1900, una delicia para la
vista. Pero, en cuanto a la historia, es todo muy previsible, muy correcto,
quizá hasta demasiado. Una fábula infantil que cumple la misión de entretener,
pero no consigue emocionar ni maravillar. La faltan unas gotas de magia.
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