“La
película cuenta la historia de un hombre muy dotado en su oficio pero un poco
depresivo. Eso es algo que ocurre también en otras actividades, entre los
electricistas o los chocolateros, y sin embargo no se hacen filmes sobre ellos”.
(Cahiers de Cinéma).
En
1957 y tras el fallecimiento de Christian Dior, Yves Saint-Laurent se encuentra
inesperadamente con apenas 21 años dirigiendo la parte creativa de la gran casa
de moda. Todos los ojos de la alta burguesía, francesa e internacional, están
fijos en él cuando presenta su primera colección de alta costura para Dior.
Durante el desfile, la nueva figura de la moda conoce a Pierre Bergé, quien a
partir de entonces será no sólo su socio, sino también el gran amor de su vida.
Su relación la definió año más tarde el propio Bergé: “Mi única falta fue
querer protegerle demasiado”.
Tres
años después se crea la empresa YSL que se convierte en una de las marcas
mundiales de la moda y el lujo. La pareja vive días de vino y rosas en mansiones
de fábula en París y Marrakech, rodeada de amigos y enemigos, de amores
sucesivos, un diluvio de coca y una envidiable colección de pintura; pero
Saint-Laurent acabará librando una amarga batalla consigo mismo, contra sus
demonios y contra los muchos factores externos que ponían trabas a su personal
cruzada por modernizar el inmovilista y conservador mundo de la moda.
Biopic
sobre un gran creador de moda que tuvo una vida novelesca (y que en este mismo
2014 ha tenido que competir con otra película, firmada por Bertrand Bonello,
con idéntico argumento) dirigido por Jalil Lespert (anteriormente actor y autor
de un único largometraje, Des vents contraires), quien ha contado con la
bendición del compañero de YSL, Pierre Berger, que naturalmente sale muy “favorecido”
en la historia.
Protagonizada
por dos excelentes actores: Pierre Niney (Nuestros 18 años) y Guillaume
Gallienne (Guillaume y los chicos a la mesa), ambos salidos de la cantera de la
Comédie Française, es un relato cronológico que abarca de 1956 a 1976 (nadie
explica por qué la historia se corta en este punto, pero la voz en of de Berger
nos da una pista: “Entraste en la enfermedad como se entra en la religión. Solo
eras feliz dos veces al año, en primavera y en otoño”, aludiendo a las crisis
de demencia de Yves y a los desfiles de las colecciones), se concentra en el
ascenso progresivo y el éxito definitivo de Saint-Laurent y salta de un desfile
a otro para desarrollar un argumento que prima los aspectos “rompedores” (una
pareja gay y además anticonformista, y moderadamente fiel) y roza los aspectos
más sombríos del creador (sus múltiples adicciones).
En
la película se apuntan los principales rasgos de la vida de un hombre que se
convirtió en un fenómeno cultural, un genio de la moda que a medida que iba
cumpliendo años vivía más alejado de la realidad (alcohol, cocaína, fiestas que
acaban en orgías) aunque sin perder nunca la capacidad de crear colecciones
sorprendentes y hermosísimas; un hombre tímido, introvertido, encerrado en su
concha y lleno de complejos infantiles sin resolver (la relación con su madre,
“ser marica en Orán” en los años 1950, la memoria del colegio de curas…).
La
película entera está “del lado de Pierre Berger”, el narrador, la voz en of que
lee un carta que ha escrito a “su querido Yves” (fallecido en 2008), en el
momento en que se dispone a subastar los muchos objetos de arte que la pareja
acumuló al cabo del tiempo, y que le reportaron nada menos que 373,9 millones
de euros; un hombre curioso, esteta, inteligente y un empresario con dotes de
estratega, que inyectó realismo y puso los pies en el suelo al diseñador
idealista que tuvo algunas intuiciones estilísticas simplemente geniales,
revolucionarias, como vestir a la mujer con smoking, traje de pantalón y chaqueta
o los amplios chaquetones cruzados que hasta entonces eran privilegio de los
lobos de mar. Y que decía que únicamente lamentaba no haber sido el creador del
“vaquero”.
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