lunes, 29 de septiembre de 2014

La desaparición de Eleamor Rigby: amor, tragedia y crisis de la pareja




“La tragedia es un país extranjero. Nunca sabemos cómo hablar a los indígenas” (Julius Rigby, padre de Eleanor)

Drama-romance, la película que lleva el sugestivo título de La desaparición de Eleanor Rigby, es la opera prima del escritor y director estadounidense Ned Benson y acaba de presentarse en la Sección Perlas, del Festival de San Sebastíán 2014. Historia de amor, pérdida y crisis consecutiva en una pareja que sufre uno de esos traumatismos de los que es imposible recuperarse, un acontecimiento trágico que, naturalmente, cambia su manera de ver el futuro y la vida en general.

Eleanor y Conor son muy jóvenes y un poco inconscientes; están casados y enamorados. La pérdida de su hijo –un bebé- es el punto de partida para “la exploración de las caras de una pareja mientras pretenden recuperar la vida y el amor que una vez tuvieron” y la causa de que inicialmente este filme fueran dos, Him y Her (El y Ella, presentados en el Festival de Toronto), que cuentan la misma historia desde dos ángulos diferentes, se remiten uno a otra y viceversa como si entre ambos estuvieran construyendo el puzle, trágico, de su vida en común. Las exigencias de la distribución han hecho que esa versión doble haya quedado relegada a salas de arte y ensayo y, para la exhibición comercial el director haya tenido que reducir a dos las cuatro horas iniciales, conservando el título general y añadiendo el subtítulo Them.

Entre los aciertos de la película están las interpretaciones, algunas muy brillantes, de la joven Jessica Chastain (La noche más oscura, Criadas y señoras) como Eleanor, James McAvoy (El último rey de Escocia, X Men) en el personaje de Conor y, en torno a ellos, familia y amigos interpretados por William Hurt (al que no olvidaremos en El beso de la mujer araña), Viola Davis, Isabelle Huppert, Ciarán Hinds y Bill Hader.

Película inteligente para mentes adultas que explica como la tragedia puede llegar a convulsionar una vida hasta el punto de hacerla virar 360 grados y concluir que ya no sirven ni las personas ni los sentimientos que antes la llenaban. Los personajes pertenecen a la clase media alta estadounidense, son universitarios y empresarios, capaces de analizar su dolor y buscar una salida al caos en que se ha convertido su existencia.

Si una tiene la suerte de llamarse Eleanor Rigby entonces tiene que ser obligatoriamente guapa, lista, pelirroja y estar sola intentando en vano conectar con el resto del mundo. Las mejores escenas de la película son las dos conversaciones de Eleanor con su padre (William Hurt), en cuanto a la pareja Jessica Chastain/James McAvoy le faltan unos cuantos puntos para lograr la química necesaria; lo que hace que el conjunto de la historia no funcione todo lo que bien que sería de desear, sobre todo por el distinto peso específico de los personajes y porque en la narración hay varias lagunas molestas (tardamos media película en saber que la pareja está casada y casi lo mismo en conocer la muerte del niño). Aunque sí funcionan –y muy bien- algunas secuencias especiales.



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