Lazos rojos de la lucha contra el SIDA |
Hace exactamente 40 años, el 5 de junio de 1981, el informe semanal sobre morbilidad y mortalidad delos CDC d (Centers for Disease Control) de Estados Unidos documentaban algunos casos de neumonía, Pneumocystis carinii, y de sarcoma de Kaposi, en hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres y que aparentemente gozaban de buena salud, en Los Angeles.
Fuera de Estados Unidos se
observaron casos de enfermedades raras que amenazaban la vida de hombres,
mujeres y niños, aunque entonces nadie consideró que fueran el preludio de lo
que sería la pandemia de VIH/SIDA.
Desde entonces, ONUSIDA
(*), el programa de Naciones Unidas de lucha contra la enfermedad, estima que
el VIH/SIDA ha matado a 32,7 millones de personas, y que en 2019 vivían con el
VIH 38 millones de personas en todo el mundo.
Hace un mes, en mayo de 2021, la prestigiosa
revista cientifica The Lancet, propiedad del grupo Elsevier Ltd., publicó un artículo titulado “Cuatro décadas de
VIH/SIDA. ¿Dónde estamos?”, que subraya los “momentos clave que han definido la
pandemia y que puede reproducirse (Licencia Creative Common).
« El
número de casos siguió aumentando, la mayoría se daban en hombres que tenían
relaciones sexuales con hombres y en personas que se inyectaban drogas. Entre
otras cosas, los pacientes presentaban defectos de inmunidad celular y un
elevado índice de mortalidad. En septiembre de 1982, el CDC definió los casos
de la nueva enfermedad como Sóndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. SIDA. La
enfermedad se observó igualmente en pacientes que habían recibido transfusiones
de sangre o de productos sanguinos, las parejas sexuales de pacientes afectados
de SIDA y los niños nacidos de madres afectadas por la enfermedad. Consecuentemente,
en marzo de 1983 el CDC sugirió que el SIDA podría estar causado por un agente
infeccioso transmitido sexualmente, a través de productos sanguinos o por
transmisión vertical. Sin embargo, aun tendría que trancurrir un año antes de
que se confirmara como causa de la enfermedad un retrovirus, llamado más tarde
virus de la inmunodeficiencia humana o VIH.
La
identificació del VIH condujo al desarrollo del primer test sanguino comercial
para la detección del virus, que aprobó la Agencia de Alimentos y Medicinas
(FDA) de Estados Unidos en marzo de 1985.
El test consistía en una prueba inmuno-enzimática que detectaba
anticuerpos contra el virus en la sangre, y suspuso un avance científicosin
precedente en la época, porque se desarrolló en tan solo 9 meses. En
principio, el test se utilizó para rastrear los productos sanguinos en los
bancos de sangre; sin embargo, en marzo de 1986 se extendió a las personas de
alto riesgo. El estudio del ciclo de replicación viral condujo a la
identificación del primer medicamento antiretroviral, la zidovudina, autorizada
por la FDA en marzo de 1987. La zidovudina es un inhibidor de la transcriptasa
inversa que disminuía la cantidad de ARN del VIH en la sangre y producía un
modesto aumento en la esperanza de vida de los pacientes.
Sin
embargo fue diez años más tarde, en 1996, cuando un régimen de tres
medicamentos, conocido con el nombre de terapia retroviral altamente activa,
inauguró una nueva era en el tratamiento de VIH y suprimió la concentración de
virus para reducir la progresión y la transmisión de la enfermedad.
Otro
avance importante en la lucha contra el VIH fue la introducción, en 2012, de la profilaxis pre-exposición (PrEP,
dirigiso a personas que no tienen la enfermedad y toman un medicamento para
evitar contagiarse). Varios ensayos aleatorios contra placebo han demostrado
que la adopción diaria de un esquema PrEP
es muy eficaz paraprevenir la infección por el VIH.
Actualmente
existen más de 20 medicamentos aprobados para el tratamiento del VIH. Para
garantizar la supresión viral es esencial la adhesión estricta del paciente al
tratamiento ; sin embargo, la complejidad del tratamiento y los efectos
secundarios pueden llevar a no observarlo un problema que, lo mismo que la
resistencia a los medicamentos, evidencia la necesidad de nuevos agentes y
sistemas de administración. En 2018, la FDA aprobó la itilización del
anticuerpo monoclonal humanizado Ibalizumab para el VIH multiresistente, un
agente de primera clase que une al receptor CD4 con la células T (leucocitos
que juegan un gran papel en la respuesta inmunitaria), impidiendo así la
entrada y la preservación de la función inmunitaria. A finales de 2020,
la Agencia Europea del Medicamento aprobó la utilización de dos primeros
antiretrovirales inyectables de larga duración, la rilpivirina y el
cabotegravir, que pueden administrase mensual o bimensualmente en lugar de los
comprimidos diarios, y que parecen asociarse a una mayor satisfacción en el
tratamiento que la administración por vía oral.
Ai
bien los progresos farmacéuticos son determinantes en la respuesta al VIH/SIDA,
también son necesarias algunas intervenciones comportamentales y sociales. El
acceso a los análisis de VIH, la educación sexual, los programas de reducción
de riesgos para las personas que se inyectan drogas y el acceso al tratamiento
para los grupos más vulnerables, son elementos esenciales en las estrategias de
prevención del VIH. La campañas de educación y sensibilización son también
cruciales para mejorar los conocimientos del público y reducir la
estigmatización.
Sin embargo, en las zonas más duramente afectadas, como el Africa subsahariana que tiene la prevalencia de VIH más alta del mundo, algunos factores políticos y socioeconómicos pueden llevar a adoptar medidas preventivas ineficaces. El Día Mundial de Lucha contra el SIDA, conmemorado por primera vez en 1988, es una campaña oficial de salud mundial aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y dedicada a la sensibilización del público. En 1996, se creó ONUSIDA para liderar una respuesta global para prevenir la transmisión del VIH y mejorar la atención de quienes viven con el virus, en un esfuerzo por reducir la carga de la enfermedad.
A
pesar de los esfuerzos, la pandemia mundial de VIH/SIDA está lejos de haber
terminado. ONUSIDA ha señalado que en 2019 se infectaron de VIH alrededor de
1,7 millones de personas. Además, un informe de ONUSIDA publicado en julio de
2020, reveló que los objetivos mundiales del “tratamiento del VIH 90-90-90” (es
decir, el 90% de las personas que viven con VIH conocen su estado, de ellas el 90% recibe tratamiento
antirretroviral, y el 90% han tenido una supresión viral) fijados para 2020 no
se han alcanzado, que se han producido entre 3 y 5 millones de nuevas
infecciones y que ha habido 820.000 decesos más. Un retroceso que puede verse exacerbado por
la pandemia de Covid-19, de acuerdo con los datos de modelización de Alexandra
Hogan y sus colegas del 'Imperial College London (Londres, Reino Unido) publicados
en The Lancet Global Health en septiembre 2020.
Teniendo
en cuenta los destacables progresos científicos y las colaboraciones mundiales
a lo largo de cuatro décadas, y con la promesa de nuevas terapias, como los dos
ensayos en curso de candidatos vacunados contra el VIH, podría realizarse el
ambicioso plan descrito en los Objetivos de Desarrollo para 2020, y acabar con el SIDA como amenaza para la salud
pública. Sin embargo, nuestro mayor
desafío está en vigilar que las estrategias de prevención y tratamiento del VIH
se implementen de manera equitativa para evitar que nadie se quede atrás”
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