Cámara de gas de la prisión de Wyoming Frontier
El diario británico The Guardian publicó a finales de
mayo 2021 la noticia de que el estado de Arizona, en Estados Unidos, ha
decidido reinstaurar la cámara de gas para ejecutar a los condenados a muerte.
Según el digital francés Slate, que ha reproducido la
información, la decisión es una consecuencia de los incesantes intentos de los
políticos del estado por volver a llevar a cabo las ejecuciones –en este caso
con cianuro de hidrógeno- que han estado interrumpidas durante los últimos
siete años. Fue en 2014 cuando Arizona dejó de ejecutar a los condenados a
muerte, a raíz del fallo de la inyección letal al reo Joseph Wood, quien
falleció al cabo de dos horas de espantosa agonía, durante las cuales le inyectaron
un total de 750 miligramos de midazolam e hidromorfone, quince veces la
cantidad marcada en el protocolo de ejecución.
“El proyecto de añadir la muerte por cianuro de
hidrógeno (también conocido como gas Zyklon B.) –escribe el digital- a las
posibilidades ya existentes, es decir utilizar el mismo gas que utilizaron los
nazis en Auschwitz, revela hasta que donde están dispuestos a llegar los
partidarios de la pena capital para hacer funcionar la maquinaria de la
muerte”.
La información recuerda que
fue precisamente en Arizona, en 1999, donde se llevó a cabo una de las ejecuciones
más terroríficas con gas mortal, la de Walter LaGrand, condenado por robo con
asesinato cometido en 1982 quien, según testigos presenciales, “sufrió
terriblemente, le provocó sofoco y ahogo durante 18 minutos, antes de
sucumbir”.
En los comienzos del siglo
XX, la cámara de gas se presentó como una alternativa a la horca. Sus
defensores aseguraban que procuraba una muerte rápida e indolora, y la
adoptaron once estados. En 1921, Nevada fue el primero en autorizarla con una
ley que exigía que “la ejecución tuviera lugar durante el sueño del condenado”.
Pero, cuando llevó a cabo la primera ejecución, en 1924, la idea del sueño se
había abandonado y ejecutaron al reo en la antigua peluquería de la cárcel
donde instalaron tuberías de las que salía el gas, y cristales delante y detrás
para que pudieran ver el proceso los testigos.
Cuando, en 1930, el
ahorcamiento de Eva Dugan –una mujer que asesinó al anciano para el que
trabajaba como ama de llaves- acabó en decapitación, Arizona fue el siguiente
estado en adoptar la cámara de gas. Y luego llegaron los demás.
De las 8.776 ejecuciones
llevadas a cabo entre 1890 y 2010 en Estados Unidos, 593 tuvieron lugar en una
cámara de gas. Austin Sarat, profesor de
jurisprudencia y ciencia política en el Amherst Cooele de Massachusetts,. autor del artículo de
Slate, ha llegado a la conclusión de que en 32 de ellas los ajusticiados
tuvieron problemas de sofocos,
convulsiones, agitación desesperada de la cabeza…, lo que hace que el método
sea “muy poco fiable”.
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