El escritor, periodista y traductor Eugenio Viejo cambia de
registro en su último libro y, después de dos relatos bastante autobiográficos,
publica ahora una novela distinta y complicada en la que un cabaret de una
ciudad portuaria “actúa como metáfora de los tiempos oscuros que vive un
continente desquiciado” (descripción sacada de la contraportada).
Si, para el autor, el cabaret El gallo negro es una
metáfora, para el lector normalito que soy yo todo el libro está cuajado de
metáforas, representaciones y simbolismos. Y no estoy segura de haberlos
pillado todos. Pero son metafóricos los médicos de un relato de heridos por
disparos y destrozados por drogas, son metafóricos los hermanos gemelos y
monstruosamente malos (malignos, diría), son metafóricas esas autoridades que
seleccionan desechos humanos para arrojarlos a una ría que parece desembocar en
un mediterráneo alfombrado con cadáveres; y es más que metafórica, simbólica,
esa prostituta que atesora riquezas y hombres, y es el poder absoluto.
Sin estar fijada en el tiempo y situada en todas y ninguna
parte, la novela “El final del gallo negro” es una novela inquietante, bien
escrita y mal corregida (algo que soporto mal), cuyos personajes nos devuelven,
es cierto, a una actualidad que viene prolongándose desde mediados del siglo
XX, cuando empiezan “el declive de las ideologías” y “el final de la historia”,
decretados por los “pensadores” occidentales (europeos y estadounidenses) y
difundidos por los opiniatras de todo pelaje en tertulias televisadas. Que
se prolonga hasta hoy mismo, cuando un presidente de gobierno semianalfabeto se
permite calificar de estado de bienestar la existencia de 5 millones de
familias sin derecho a calentarse en invierno. El cabaret El gallo negro no es
otra cosa que este lodo en que nos revolcamos (Cambalache).
El final del gallo negro
Huerga y Fierro Editores
ISBN: 9788494731785
212 páginas, 15€
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