“Desidero
essere un po’ poeta. Che bello é essere poeta”
“J’aime beacoup filmer, car je ne veux pas mourir”
Así, en italiano y en francés, pero
también catalán y castellano, el cineasta barcelonés Bigas Luna (Josep Joan Bigas
Luna, 1946-2013) comienza el relato de su vida, sus películas, sus actores y
sobre todo actrices preferidas, su reconversión en un hombre de campo -bien que
en la Tarragona que mira siempre al mar- y su descubrimiento de la agricultura
biológica. El relato de una vida, especie de memorias, que quiere que sea en
cine porque, hedonista como era, pensar en escribir en un cuaderno le daba
pereza. En los cuadernos dibujaba figuras, hacía esbozos, intentaba fijar a las
muchas mujeres que pasaron por su vida y sus castings.
En este auto-documental, rodado con
ayuda de Santiago Garrido Rúa (montador también de las más de 600 horas de
materia recogido), Bigas Luna habla de cine, de amor, de amistad, de poesía,
del arte y de la tierra: una tierra de la que salen frutos con los que el
propio director aprende a amasar el pan de la amistad.
“Un proverbio oriental dice que
cuando cumples sesenta años tienes derecho a cambiar de todo: de vida, de
mujer, de trabajo…”
Cumplidos los 70, Bigas Luna se graba
a sí mismo continuamente, con una cámara que muchas veces se agita más de lo
deseable, y nos enseña sus amores, su casa, sus amigos, sus dos palmeras (a las
que llama como sus padres) y su algarrobo (un árbol que sustituyó a otro muerto
y enterrado y que, en el final de su vida, también era el alter ego del más
felliniano de los realizadores catalanes, y también españoles).
Ignoro a qué edad, pero en un
momento de su vida Bigas Luna trasladó su residencia a un hermoso lugar de
Tarragona, compró unas tierras y empezó a cultivar, incluso a hacer vino. En el
documental también está la trasformación del director barcelonés en el hombre
de campo kilómetros más arriba del mapa; transformación explicada a veces
subliminalmente en conversaciones con familiares y amigos que, junto a sus
paseos y los monólogos frente a la cámara, componen las escenas que encadenadas
han dado como resultado “Bigas x Bigas”, un documental muy experimental,
producido por Carles Sans (miembro del grupo Tricicle) y Javier Bardem: “Es lo
que llamaba su diario visual -ha explicado Celia Orós, la mujer que compartió
con él veinte años de vida- lo escribía con esa camarita que llevaba siempre
(…) Lo grababa para él, no tenía intención de mostrarlo. Reunió más de 600
cintas”. Por el documental desfilan también actrices (Aitana Sánchez Gijón,
Leonor Watling, Penélopoe Cruz, Candela Peña, Ariadna Gil…) y actores (Jordi
Mollá, Jorge Perugorría, Javier Bardem).
La película es al mismo tiempo un
homenaje al autor y único protagonista: el artista que como todos tenía sus
obsesiones (el jamón, las tetas, los genitales del toro) y la persona que fue
Bigas Luna, autor de títulos tan fundamentales e imprescindibles en la
filmografía española como “Tatuaje”, “Bilbao”, “Caniche”, “Las edades de Lulú”;
la trilogía ibérica compuesta por “Jamón Jamón “ (León de plata en Venecia
1992), “Huevos de oro” (Premio del Jurado en Zinemaldia 1993) y “La teta y la
luna” (Osella de oro en Venecia 1994); “Bambola”, “La camarera del Titanic,
“Volavérunt”, “Son de mar”, “Yo soy la Juani” y “DiDi Hollywood”, filmada tres
años antes de fallecer de leucemia.
La película termina con una
dedicatoria: “Siamo cosi, non si puo fare altro. Bigas» (Somos así, no se puede
hacer nada), y una reflexión: “La vie est une spirale que les hommes grimpent
et descendent très serieusement. Grazie terra, grazie natura, grazie tutto. Uno
se ne va” (La vida es una espiral que los hombres trepan y descienden
seriamente. Gracias tierra, gracias naturaleza, gracias todo. Uno se despide).
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