“Una película no puede cambiar el mundo. Lo que si puede cambiarlo es lo que hagas tu al salir de ver la película” (Ken Loach)
'El Viejo Roble (The Old Oak)', la última película del realizador británico Ken Loach (dos veces ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes con 'El Viento que Agita la Cebada', 2006, y 'Yo, Daniel Blake', 2016), es un emotivo relato de la crisis de los refugiados, con final (moderadamente) feliz.
Cumplidos 87 años, Loach repite colaboración con Paul
Laverty, el guionista de algunas de sus obras maestras para -convencidos de los
poderes del cine para traspasar las pantallas y llegar a influir en la
realidad- contar un drama moderno: la
historia sentimental y solidaria a la postre de un pueblo con pasado minero y
un pub, “El Viejo Roble”, que conoció días mejores y por el que, en un momento
u otro, pasa la vida de todos los
habitantes. En el reciente Festival de Cine de Valladolid (Seminci), “El viejo
roble” logró el Premio del Público y el
de Mejor Actor para su protagonista, Dave Turner, el dueño de esa taberna que conoció
días mejores.
T
J Ballantyne, el personaje que
interpreta Dave Turner en “El Viejo Roble” con una bondad contagiosa, es como
la consecuencia lógica de –como explica el propio Loach- dos películas
anteriores rodadas en el noreste de Inglaterra (“Yo, Daniel Blake” y Sorry We
Missed You”), “historias de personas atrapadas en esta sociedad fracturada.
Inevitablemente, ambas terminaron mal. Aún así, conocimos a muchas personas
fuertes y generosas, que responden a estos tiempos oscuros con valentía y
determinación. Sentíamos que teníamos que hace una tercera película que
reflejase eso, pero que no minimizara las dificultades que la gente tiene que
afrontar, y lo que ha sufrido esta zona en las últimas décadas. Había otra
historia, más larga, ahí para contar, y pensamos que podíamos encontrarla”.
Protagonizada
junto a Dave Turner (“Yo, Daniel Blale”, “Sorry We Missed You”) por Debbie
Honeywood (“Sorry We Missed You”, “Un niño culpable”) y la actriz siria de 25
años Ebla Mari –hasta ahora profesora de teatro en el pueblo de Majal Shams,
una parte del Golan ocupado militarmente por Israel desde la Guerra de los Seis
Días de 1967, y sin ninguna experiencia en el cine, quien confesaba no tener
antes ni idea de quién es Ken Loach, ni de su vasta obra cinematográfica- en el
papel de Yara, una refugiada siria recientemente llegada al Reino Unido y
expedida con su familia al antiguo pueblo minero, donde sobrevive una comunidad
desgarrada por décadas de negligencias administrativas; una comunidad que, en
ocasiones como la presentada en la película, no se siente solidaria con las
víctimas extranjeras que llegan y las considera parte de sus problemas.
La película aborda con inteligencia y lucidez la crisis
de los refugiados sirios desplazados al pueblo británico donde, el propietario
de un pub amenazado por las deudas que se ha convertido en refugio de los
desheredados, entabla amistad con la joven Yara, quien conserva como un tesoro la cámara que le
regaló su padre –preso y desaparecido en algún rincón de Siria, desgarrada por
una guerra civil que no tiene visos de acabar nunca- y tiene puestas sus
esperanzas en la posibilidad de llegar en algún momento a convertirse en
profesional de la fotografía. Los refugiados alteran la vida cotidiana del
pueblo llegando incluso a incitar a sus habitantes a rebelarse contra un
sistema –ultraconservador, eran los días de Margareth Thatcher- que ignora a
los más desfavorecidos. Y la película se convierte en el relato de una
concienciación que impulsa a la acción.
Ken Loach ha hecho de
la crisis de los refugiados, un tema tristemente universal, un reivindicativo
retrato social y racial plagado de consideraciones humanistas que toca la fibra
del espectador. “El viejo roble” (1) no es solo una taberna decrépita; es también el símbolo de una sociedad
atascada en sus miedos y sus angustias, que apenas dejan lugar a la esperanza. Y,
sobre todo, una mirada cómplice sobre el final del proletariado británico y la
desaparición de la solidaridad de clase.
Como de costumbre, esta última –por el momento- película de
Ken Loach es otra vuelta de tuerca a la historia y la sociedad inglesa que consigue
retratar mejor que nadie. Toda su cinematografía –de “Riff-Raff” en 1991 a
Sweet Sixteen en 2002, como de “La parte de los ángeles” de 2012 a “Sorry We
Missed You” de 2019- es el fresco de un sorprendente y comprometido artesano
cinematográfico, una llamada de atención que obliga al espectador a fijarse en
lo que ocurre alrededor.
(1) “El viejo roble” se puede encontrar en la
cartelera madrileña a partir del viernes 17 de noviembre de 2023
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