“… confluyen en el film los ecos lejanos del
nazismo, la escalada de la lucha armada de la RAF (Fracción del Ejército Rojo)
y, en clave más intemporal, la proliferación de cultos sectarios. Fenómenos que
la película aprovecha para articular una denuncia de la violencia ejercida, a
lo largo de la historia, sobre las mujeres”. (Manu Yañez, Fotogramas”)
El realizador Luca Guadagnino
(“Melissa P”, “Call by Your Name”, “Berlusconi: A Siclian Story”) vió de
pequeño “Suspiria” (un clásico del cine
de horror italiano, dirigido por Dario Argento, inventor del “giallo”, el
policíaco italiano, en 1977) y le
aterrorizó. Ahora ha intentado recrear aquella sensación de miedo extremo
ofreciéndonos su propia versión de “Suspiria” en la que, por momentos, cuesta
mantener la vista fija en la pantalla donde los cuerpos se mueven por espasmos,
los huesos se rompen con ruidos terroríficos y salen líquidos de los cuerpos de
las mujeres de la compañía de danza de Helena Markos. Guadagnino ha transformado
la fantasía horrífica en metáfora política.
La historia sucede en el Berlín de 1977, en la escuela de danza situada justo enfrente del Muro, lleno de graffiti políticos y proclamas de la banda anarquista Baader Meinhof, donde impera la coreógrafa Madame Blanc (Tilda Swinton, que interpreta también otros dos personajes en la historia), tan exigente como maternal con las chicas. En la escuela suceden cosas misteriosas: tras la desaparición de Patricia (Chloè Moretz), llega una nueva bailarina americana, Susie (Dakota Johnson), menonita del Ohio profundo, que impresiona a Madame Blanc quien en poco tiempo la convierte en la estrella de la compañía. Al tiempo que se suceden los ensayos para el ballet, las dos mujeres se hacen cada vez más íntimas, hasta que Susie empieza a descubrir aspectos terroríficos de la compañía y sus dirigentes.
Con una música « peimitiva y onírica » compuesta
por el cantante de Radiohead Thom Yorke (« Es la voz de mi
generación », ha explicado Guadagnino), en lo que se asemeja a una
pesadilla realista, con mucho latex y toneladas de maquillaje que llega hasta
el gore, más allá de un homenaje al maestro Argento o de un simple remake, el
contexto berlinés de la « Suspiria » de Guadagnino nos traslada a las
luchas intestinas del Este y el Oeste en los años de plomo, el reformismo
contra el conservadurismo, pasando del destino individual de la bailarina al
colectivo de un país cortado por la mitad que, al ejemplo de las danzantes, tiene que sufrir en el aprendizaje
de la transformación, del cambio.
La ex modelo Tilda Swinton (a quien Guadagnino dirigió anteriormente
en « Amore » y « A
bigger splash ») y Dakota Jonhson (« Cincuenta sombras de
Grey ), un dúo perturbador y seductor, están perfectas en sus
personajes pero sobrepasadas por la acción, confusa hasta convertirse en
« un galimatías estético y narrativo » en seis actos, en los
que se suceden brujería sanguinaria, recuerdos de la actuación del extremismo
de la RAF en el Berlín de los ‘70 e incluso de la deportación de judíos durante
el período de Hitler, todo en un gineceo (sólo las mujeres tienen el poder en
la escuela de danza) de ambiente sensorial en torno al mito legendario de las
tres funestas Mater: Mater Tenebrarum, Mater Lacrimarum y Mather Suspiriorum, entidades poderosas y eternas que están en el
origen de la brujería del siglo XI (Mater Tenebrarum es la más joven y violenta;
Mater Lacrimarum, la más seductora y potente y Mater Suspiriorum la más anciana
y sabia).
“Con el
guionista David Kajganic, desde el principio pensamos que la época de la
película tenía que ser la original, queríamos seguir en Alemania pero
trasladamos la acción de Friburgo a Berlín. –explica el realizador, Luca Guadagnino-
Friburgo pertenece a la cosmogonía de Dario Argento, que la eligió junto con
Torino y Nueva York como ‘trilogía de las ciudades del mal’. Queríamos contar
el Berlín del Muro porque nos interesaba hablar de la división, de la exclusión
y la inclusión, la culpa y el perdón. Ambientada en el otoño alemán, la
película cuenta la época del terrorismo y habla del inconsciente, como todos
los filmes de horror (…) Si, Argento ha visto mi película...”.
Y el maestro del horror opina:
“Mi ‘Suspiria’ era más feroz. Gudagnino ha contado una historia más delicada,
con menos horror”.
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