El
día que cumplió 50 años, Victoria pidió a sus amigos que se dejaran de bombones
y flores y le regalaran una fotografía. Ahora, en la pared de un rincón de su
casa tiene expuesta toda una galería de personas a las que quiere: marcos que
encierran retratos de medio cuerpo, cabezas fijas de fotomatón, imágenes de
grupo, incluso algún fotomontaje…Su regalo de aniversario se ha convertido en
un homenaje al amor, la memoria y el tiempo de acuerdo con la definición
sociocultural de la fotografía (“tecnología comunicativa que permite fijar
ópticamente un fragmento del universo de un tiempo dado, para perpetuarlo
bidimensionalmente a través del tiempo y del espacio y procurar a sus
destinatarios una experiencia óptica vicarial relativa a una escena alejada en
el tiempo y acaso en el espacio”) que el profesor Francisco Rodríguez Pastoriza(*)
incluye en el libro “Qué es la fotografía”,
historia breve y muy completa, manual casi enciclopédicoy memoradum de los
principales nombres que ha dado el “octavo arte” en el siglo y medio que lleva
de andadura.
Yo
misma, durante el tiempo que duró mi entusiasmo por una espléndida Polaroid
“tamaño casi natural” daba el alto en la puerta a todos los familiares y amigos
que acudían a mi domicilio, que no pasaban hasta no haber posado para una
instantánea (y nunca el nombre tuvo mejor aplicación); todas ellas, que van
perdiendo la gracia y el color con el paso de los años, se encuentran
encaramadas y dispersas por las estanterías que también albergan mis libros
(especie, igualmente, de fotofijas de otros tiempos y otros espacios; de esas
otras vidas que pudimos vivir).
¿Qué
pretendemos al hacer (tomar, sacar, guardar…) una fotografía? Un imposible:
apresar un instante; una quimera: fijar la realidad. Porque el instante, la
realidad, no son estáticos, estaban ahí y han pasado, lo que queda en el cliché
ya no existe igual que en la definición de Heráclito se establece la
imposibilidad de bañarse dos veces en el mismo río.
El
icónico Richard Avedon, para muchos el mejor fotógrafo de moda hasta la fecha, desmitificó
definitivamente la fotografía el día que aseguró que “ninguna foto dice la
verdad”, exactitud irrefutable aunque contestada en parte por un intelectual de
la talla del filósofo y semiólogo Roland Barthes, para quien “aunque la imagen
no es real, es el analogon
perfecto de la realidad”. Joan Fontcuberta, entre los más celebrados
fotógrafos catalanes actuales, considera que la fotografía supone una traición
visual para el espectador porque hace pasar por verdadero lo que no es sino
fruto de una convención. Así que las fotografías de los amigos no son pedazos
de realidad colgados de nuestras paredes sino algo que se asemeja remotamente
al recuerdo de una realidad irrepetible. Imposturas, en fin de cuentas.
Pero,
en todo caso, todo esto es muy “antiguo” (en el sentido en que mi hijo, cuando
todavía era casi un bebé, me decía “cuéntame cosas antiguas de cuando tu eras
pequeña”; lo que resultaba ciertamente chocante teniendo en cuenta que apenas
nos llevamos dos décadas); la segunda revolución industrial, la de la
tecnología, ha hecho viejas, casi obsoletas, las fotos colgadas en paredes,
pegadas en álbumes, guardadas celosamente en armarios, escondidas en cajas de
zapatos…ahora las fotos están en los ordenadores, en los teléfonos móviles, en
las tabletas, en los discos duros y los pen-drive,
navegando por Internet o colgadas en la nube. ¿Esto es lo mismo que decir en
ninguna parte más que en nuestros recuerdos?
Entre
la llegada al mercado de la primera cámara fotográfica al alcance del ciudadano
de a pie, la legendaria Kodak (¿queda alguien más que recuerde el “cajón Kodak”
como un ansiado regalo de cumpleaños?), en los últimos años del siglo XIX, y
los aparatos digitales de hoy –que han banalizado la fotografía poniéndola al
alcance de todos, e incluso la han pervertido porque la técnica permite
retocar, mejorar e incluso transformar la imagen inicial - hay poco más de un
siglo y un larguísimo camino recorrido. También hay que precisar que detrás había varias décadas de trabajos que comenzaron en 1826 cuando Niépce(**) consiguió
–con una piedra litografiada, betún y luz solar- lo que se considera las
primeras fotografías de la historia.
Imagen
fija en el tiempo y el espacio, pese a contar solamente con dos dimensiones, la
fotografía es también muchas más cosas si tenemos en cuenta el aspecto
sentimental (el más hondo), si valoramos lo que realmente nos impacta cuando
nos situamos frente a la representación de algo conocido, vivido o simplemente
sabido (aunque esto sería materia de tratado más sociopsicológico y
probablemente menos pedagógico que el que nos ocupa).
“Desde
la aparición de las Bellas Artes, la fotografía es el primer medio de
reproducción de la realidad verdaderamente revolucionario”, asegura el autor de
Qué es la
fotografía, libro que se ocupa de “lo más relevante ocurrido en el universo
fotográfico a lo largo de casi dos siglos: desde los primeros daguerrotipos y
los pioneros, hasta los paparazzi o las tendencias actuales, pasando por el
fotomontaje, la fotografía de moda, el retrato o la fotografía conceptual”. El
tratamiento erudito y pedagógico del volumen incluye textos biográficos y sobre
la obra de más de 200 fotógrafos, españoles y extranjeros, junto con
explicaciones de los diferentes géneros y estilos; todo lo cual lo convierte en
un volumen de consulta, y también un posible texto para estudiantes, y
de contemplación y lectura para aficionados. En este libro está casi todo lo
que siempre quisimos saber sobre fotografía y muchas veces no supimos a quién
preguntar, ni dónde buscar.
La
historia de la fotografía que, si la medimos por su edad apenas acaba de
comenzar, tiene ya algunos protagonistas que han venido para quedarse: fotografías
que han dado la vuelta al mundo, se han publicado en todos los países, han pasado a
integrar el imaginario colectivo y se reproducen sin cesar: estoy hablando de
la imagen de Che Guevara con boina, la del pequeño John Kennedy Jr. en el
entierro de su padre, Picasso con camiseta rayada en su estudio, la momia de
Lenin, el miliciano republicano español inmortalizado por Robert Capa, el beso
del marine en Times Square celebrando la victoria sobre Japón, como el de la
pareja que pone el broche de oro a la liberación de París, en la misma guerra; el
almuerzo de los obreros en la viga que sobrevuela el cielo de Nueva York, el
museo de las calaveras del genocidio camboyano, las imágenes del holocausto
judío, el abrazo de John Lennon y Yoko Ono que fue portada del semanario
Rolling Stone; el testimonio gráfico de la mesa redonda de un programa
radiofónico único, en la que participaron los tres grandes de la chanson, George
Brassens, Jacques Brel y Léo Ferré; y los innumerables clichés (palabra que
está a punto de desaparecer del lenguaje dada su pérdida de vigencia) firmados
por artistas pluridisciplinarios como Man Ray, Robert Mapplethorpe o William
Klein, y los españoles Martín Santos Yubero, Ramón Masats, Enrique Meneses… No
están todos los que son pero son todos los que están: algunas de sus
fotografías más emblemáticas aparecen también en el libro.
(*)
Fracisco Rodríguez Pastoriza, periodista, compañero en Periodistas en español,
más de veinte años haciendo Cultura en TVE y más de diez como adjunto a la Jefatura
de esa área; profesor de Fotografía Informativa en la Facultad de Ciencias de
la Información de la Universidad Complutense (también imparte Comunicación e
Información Audiovisual e Información Cultural). Es autor de los Libros
Periodismo cultural (2006), Cultura y televisión. Una relación de conflicto
(2003), La mirada en el cristal (2003) y Perversiones televisivas (1997).
Colabora en diversas publicaciones diarias y semanales, tanto en prensa
convencional como digital.
(**)
Joseph Nicéphore Niépce, terrateniente francés, químico, litógrafo y científico
aficionado inventor, junto a su hermano, de un motor para barcos y, con Louis
Daguerre, el primer proceso fotográfico exitoso que se conoce.
Qué
es la fotografía
Breve
historia de los géneros, movimientos y grandes autores del arte fotográfico
Lunwerg
Editores, Madris 2014
ISBN
9788416177066
376
páginas, 21,50€
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