Si algo olía a podrido en Dinamarca
¿qué decir de cómo apesta todo por aquí?
La última a la que me apunto es la
de esa señora de 37 años, origen colombiano, profesión ni se sabe (se declara
empresaria pero, entre otras cosas, se fotografía para promocionar las islas
que dicen afortunadas, en las que también hay varios focos de infección de corruptitis),
residente estos años de atrás en Canarias y ahora, en un salto al estrellato
internacional, en Londres y que, en la estela de las mejores cortesanas que ha
dado la historia y de las peores que aparecen regularmente en los vertederos de
la basura televisiva, ha puesto en la picota a dos distinguidos políticos del
partido corrupto (presunto) de la calle Génova al revelar que se los ha llevado
a la cama; para lo cual, los dos esforzados políticos tenían que desplazarse hasta
Tenerife y lo hacían sin problemas gracias a los billetes que generosamente
pagamos todos los contribuyentes a sus señorías, diputados y senadores.
Yo sé perfectamente, y defiendo, que
la deontología profesional periodística excluye tratar las subidas de
testosterona de cualquier ciudadano; que no es ético hablar de los asuntos que
pertenecen a la vida privada…pero es que la vida privada termina donde empieza
el dinero público y en ese momento los asuntos del corazón, o de los bajos, se
convierten en sucesos ordinarios, carne o carnaza –según los casos- apta su
consumo en los medios de comunicación.
Dejo a un lado a la señora en
cuestión, que ha ejercido el uso en libertad de su cuerpo, al que tiene
perfecto derecho, y me paso a los chulos de playa (de playa tinerfeña y
presuntos) – José Antonio Monago y Carlos Muñoz Obón- que han dilapidado
nuestro dinero en idas y venidas de cuatro horas de vuelo para echar un polvo.
El ex senador Monago, ahora
presidente de la comunidad extremeña (con el apoyo que cada vez se revela más
vergonzoso de IU), y el diputado por Teruel (que existe, claro que existe)
Muñoz Obón, no solo han quedado en evidencia como malversadores de fondos
públicos (presuntos, claro, que no tengo dinero para pagar abogados y
procuradores), sino que también han quedado en ridículo al poner de manifiesto
sus urgencias genitales (y esto no es presunto). Tanto que, aunque lo hubiera,
ninguno de los dos se ha atrevido a pronunciar la palabra “amor” y, a un paso
del llanto, lo han definido como “relaciones normales de pareja”. Ambos en
torno a dos año y medio, lo que dio para que Monago se fuera al agradable
calorcito de las islas 32 veces y para que Muñoz Obón, que ya ha dimitido “por
sus hijos” y porque le ha obligado la presidenta de su comunidad, hiciera
“varios viajes” (a Monago todavía le calientan la silla, y el culo, desde
Génova, donde no les sobran presidentes de comunidades).
Todo con tu dinero, con el mío; con
el dinero que no hay para contratar personal sanitario ni escolar, para pagar
las comidas de los alumnos que pasan hambre o para subir algo más de tres euros
las pensiones de los jubilados que han trabajado durante décadas para llevar a
este país a aquel estado del bienestar –conseguido a medias, pero algo era
algo- que un día disfrutamos y hoy añoramos.
Esto puede ser tachado de
demagogia, lo sé, pero también sé que es una de las verdades del barquero
(Decir sin rebozo ni miramiento alguno, cosas que amargan. RAE).
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