jueves, 6 de junio de 2013

Inch’Allah, la mirada de una extranjera sobre una guerra fratricida



Inch’ Allah, película dirigida por la escritora y documentalista canadiense (Quebec) Anaïs Barbeau-Lavalette, llega a las pantallas españolas el 7 de junio de 2013 tras ganar el premio FIPRESCI y la mención especial del Jurado Ecuménico dentro de la Sección Panorama de la Berlinale 2013.

No es un argumento muy original, ya hemos visto otras historias sobre personas que en el conflicto palestino-israelí, y en otras guerras de Oriente Medio (ejemplo: Incendies, también canadiense) tienen un pie en cada lado, y de héroes/heroínas de la pantalla que encuentran grandes dificultades para entender y hacer suya una realidad que no les pertenece; esa guerra personal contra las certezas acumuladas en una vida anterior es siempre muy estimulante para los creadores.

En este caso, hay que reconocer que el tema está tratado con mucha sensibilidad y tiene algunas escenas muy logradas. Pese a ello, muchos de los momentos de la historia me han parecido “artificiales”, debido probablemente a lo extremadamente difícil que resulta “conectar” con el rostro de la protagonista –encarnada por la actriz canadiense Evelyne Brochu (Café de Flore)- casi carente de registros dramáticos. En realidad, los protagonistas son en gran medida los ojos de Chloe, casi permanentemente abiertos en un gesto entre la sorpresa y espanto, que a fuerza de repetirse acaban perdiendo la intensidad deseada. Junto a ella una excelente Sabrina Ouazani (La fuente de las mujeres, De Dioses y Hombres) y Sivan Levy (Joe & Belle, Invisible).

Hay viajes que nos remueven por dentro y nos transforman. Para Chloe, joven tocóloga canadiense que se ocupa de mujeres embarazadas, bajo la supervisión del médico francés Michael, en el ambulatorio improvisado en un campo de refugiados de Cisjordania, el viaje a la zona en conflicto significa un revulsivo para sus sentimientos. Chloe tiene que enfrentarse a diario a los controles y las intromisiones israelíes que afectan a la vida de las personas que ha conocido al otro lado de la frontera: Rand, paciente por la que Chloe siente un profundo afecto; Faysal, hermano mayor de Rand, fervoroso resistente; Safi, hermano pequeño de ambos, un niño destruido por la guerra que sueña con cruzar las fronteras volando, y Ava, joven soldado y vecina de Chloe en su piso de Israel. La mayoría de los israelíes con los que se cruza llevan uniforme militar; la mayoría de los palestinos son “víctimas” que solo disponen de la lucha para hacerse oír. El encuentro con la guerra en los dos lados lleva a Chloe a una intensa aventura profundamente personal, solidaria con ambas partes, que no conseguimos leer del todo en su mirada.

La autora de la película ha puesto un enorme interés en no elegir campo, limitándose a seguir las oscilantes peripecias de la protagonista, cuya mirada perpetuamente fija no consigue transmitir bien los cambios que sin duda se van produciendo en lo más hondo de los sentimientos de la joven, desplazada a una realidad que antes le era ajena.


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