“La casa al final de la curva” (Sharp Corner), inquietante thriller que explora los límites de la obsesión y la paranoia, está dirigida por el productor, guionista y realizador Jason buxton (“Blackbird”) e interpretada por Ben Foster (“Comanchería”, “En un lugar sin ley”) -en el papel de un padre de familia que entra en un bucle obsesivo tras presenciar un accidente de coche en su jardín-, Cobie Smulders (“Los vengadores”, “Como conocí a vuestra madre”), su esposa en la ficción, y William Kosovic, el hijo adolescente de ambos.
“La casa al final de la curva”, ganadora de los
premios a la Mejor Película y Mejor Director en el Atlantic Film Festival, tras
presentarse mundialmente en los festivales de Toronto y Roma, es la adaptación al cine del cuento “Sharp
Corner”, perteneciente a la antología “Whirl Away” del periodista y escritor
canadiense Russel Wangersky (ganadora en 2013 del Premio Thomas Head Raddall),
que es una recopilación de relatos breves que estudian loe comportamientos de
las personas cuando, tras pasar por una situación traumática, se sienten
sobrepasadas, incapaces de controlar sus emociones.
El matrimonio que forman Josh y Rachel acaba de
mudarse, junto con su hijo Max, a lo que la pareja explica como “la casa de sus
sueños”. Sin embargo, el sueño se convierte en pesadilla nada más estrenarla,
la primera noche. Ocurre que, tras sortear una curva peligrosa cuya existencia
ignoran los nuevos propietarios, el coche que conduce un joven que ha bebido
demasiado choca contra un árbol justo frente al ventanal del salón, donde
aterriza una de las ruedas del vehículo y el conductor fallece en el acto.
Mientras Rachel intenta superar la tragedia y
sobre todo impedir que repercuta en el comportamiento de su hijo, Josh desarrolla
una especie de sentimiento de culpa por no haber atendido a la víctima –aunque había
muerto enseguida-, vuelve una y otra vez a recordar lo sucedido hasta
convertirlo en una obsesión que se agrava cuando a los pocos días se produce otra
colisión en el mimo lugar (en esta ocasión se trata de alguien que está
huyendo). Impotente, y temiendo lo peor (que los accidentes acaben siendo algo
con lo que esa familia tiene que vivir). Josh se apunta a un curso de
socorrismo y llega incluso a asistir a los funerales del conductor, al tiempo
que va abandonando sus obligaciones familiares y profesionales.
Thriller
psicológico familiar visto desde la óptica del padre, cuya salud mental se va
viendo peligrosamente afectada a medida que el accidente real se reproduce y él
lo vive como una imparable sucesión de desgracias, que en principio le
convierten en testigo impotente para acabar en una fase de aspirante a héroe
que quiere salvar a las víctimas, víctimas que solo existen en su interior.
Josh quiere que el mundo le vea como más de lo que es realmente y en esa
necesidad, impulsada por su ego, está dispuesto a arriesgar la vida de otros
si fuera necesario. “Es en este punto cuando la película se vuelve
intrigante y brillante. De hecho, si esa necesidad de reconocimiento “necesita”
que ocurran accidentes de tráfico ¿hasta donde llegará Josh para satisfacer su
nueva necesidad” (François Lévesque, Le devoir).
“La casa al final de la curva” (1) –explica el
realizador Jason Buxton- no es solo un thriller psicológico, sino también una
oscura sátira que critica sutilmente la frágil naturaleza de la masculinidad
actual. Hoy en día el poder y el control funcionan como indicadores del éxito y
la historia de Josh sirve como advertencia (…) Es un relato complejo e
inquietante que refleja la presión social que lleva a los hombres al límite”.
(1) “La casa al
final de la curva” estará en las pantallas madrileñas a partie de este viernes
6 de junio de 2025.
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