“Sick of myself” ( Syk Pike, Enferma de mí misma), primer largometraje de ficción del realizador noruego Kristoffer Borgli (“Drib”, un falso documental), premio a la Mejor Película y premio Jurado Joven en la Seminci de Valladolid, está protagonizado por Kristine Kujath Throp (“Ninjababy”), quien el año pasado se alzó con el galardón a la Mejor Actriz en el Festival de Cine Fantástico de Málaga. Junto a ella, protagonizan esta comedia con tintes realmente dramáticos, incluso trágicos, Eirik Saether y Anders Danielsen Lie (“La peor persona del mundo”, “Bergman island”).
Historia de narcisismo y celos, “Sick of myself” (1) habla
de Signe y Thomas, una joven pareja muy competitiva y tóxica, que pierde pie
cuando Thomas consigue una cierta notoriedad como artista plástico. Entonces
Signe decide hacer cualquier cosa para hacerse notar, para desplazar el centro
de atención de su pareja. Literalmente cualquier cosa, lo que incluye una
peculiar forma de martirio.
El director, Kristoffer Borgi ha explicado que “quería
plasmar una historia incómoda muy contemporánea de la forma más bella posible (…)
espero que se traduzca en una hermosa película que retrata cosas terribles”.
Jóvenes y guapos, pero también
vanidosos y mezquinos, con cierto prestigio en los ambientes del arte
contemporáneo noruego, Signe y Thomas no esconden el feroz espíritu de competición que les anima. Cuando
una galería se interesa por el trabajo de Thomas, en una patética sucesión de
acontecimientos con los que espera aumentar un ego insaciable, Signe primero
intenta humillarle delante de sus amigos, robarle la incipiente fama alcanzada
mediante episodios grotescos con los que busca centrar la atención, mientras encuentra
la idea que pueda sacarle del anonimato. Cree haberla encontrado en las películas
americanas que retratan casos de neurosis, de personas que convierten su cuerpo
en una performance: la suya va a consistir en ingerir abusivamente pastillas de
productos peligrosos que le van a causar una grave enfermedad en la piel, hasta
convertirla en un monstruo.
Siguiendo los delirios de la joven Signe, que explota hasta
sus últimas consecuencias el papel de mártir que se ha adjudicado, vamos asistiendo a una sucesión de escenas
patéticas que llegan hasta el ridículo
más absoluto: cuando más se denigra más
satisfecha está de haber logrado captar la atención de médicos, que no
consiguen encontrar las raíces de su “enfermedad”, medios de comunicación, que repiten su imagen
en portadas y reportajes, y hasta de una agencia de modelos “inclusiva”, que la
exhibe como ejemplo de apertura a la diversidad del cerrado mundo de la moda.
Resumiendo: que la pareja resulta profundamente desagradable
y la película muy morbosa. Seguramente no será posible encontrar a muchos
jóvenes con ambiciones desmedidas (influencers
y otras especies) dispuestos a llegar tan lejos como la protagonista de esta
historia, que es una sátira de la necesidad, casi visceral, que tienen algunas personas por hacerse notar, por
despertar el interés, la simpatía e incluso el rechazo de sus pares (y por
extensión de la sociedad toda). La actriz Kristine Kujath Thorp interpreta con
solvencia a la narcisista patológica que acabamos detestando, gracias también a
los maquilladores y las prótesis que van transformando su rostro.
En fin de cuentas, lo que el realizador noruego consigue
con esta película sobre la condición humana es situarnos ante el espejo que nos recuerda, ridiculizándolo, nuestro egocentrismo, nuestros complejos y
contradicciones, la importancia que damos a la representación social,
(1) “Sick of myself” se estrena en los cines de Madrid este
viernes 10 de marzo de 2023
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