miércoles, 10 de febrero de 2016

Nahid, película de muchas miradas y pocas palabras


Nahid (Sareh Bayat, Una separación), una mujer joven iraní, divorciada, mecanógrafa y endeudada, vive sola con su hijo adolescente en un pueblecito a orillas del mar Caspio. Según la ley, su ex marido, drogadicto y con una fuerte dependencia por el juego de apuestas, debería tener la custodia del niño; pero, en su inmadurez, ha renunciado para que lo eduque la madre siempre que no vuelva a casarse. El problema está en que Nahid se ha enamorado de Massud, un empresario de hostelería, también divorciado y con una hija pequeña a su cargo, que alquila apartamentos en la playa. Ambos quieren estar juntos pero solo pueden hacerlo escondiéndose para rehuir la vigilancia de familiares y vecinos, y recurriendo a subterfugios legales: algo tan ajeno a nuestros parámetros como es un “matrimonio temporal”, un contrato matrimonial que se renueva mes tras mes…

Este es el argumento de Nahid, debut en el cine de la joven realizadora iraní Ida Panahandeh, 36 años, que recibió el Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard del último Festival de Cannes. Una película de muchas miradas y escasos diálogos, que dibuja el retrato de una mujer actual en el Irán dominado por la ley fundamentalista de los ayatolás. Entiendo que el mero hecho de que una mujer quiera ser directora de cine en ese país ya es algo meritorio; pero en mi opinión el arte tiene que tener siempre algún componente revolucionario -en el fondo o en la forma-, algún deseo de cambiar el statu quo, de que algo se mueva, de luchar contra la injusticia, aunque se fracase en el intento, y eso no ocurre en la película Nahid.

Puestos a buscar culpables, achaco a ese mismo integrismo el comportamiento de todos los personajes de una historia fría como un témpano, donde la gente no se toca, sus gestos, siempre lejanos, jamás denotan ningún tipo de pasión (no solo amorosa, tampoco rabia o alegría, por ejemplo) y las mujeres llevan el pañuelo puesto hasta en la cama (desde luego no soy quién para asegurarlo, pero creo que es lo menos erótico y sensual/sexual que he visto nunca).

No, no me ha gustado Nahid porque en mi opinión no es el relato de ninguna rebeldía sino, por el contrario, una película de sumisión (actitud que me crea un estado de desasosiego importante, de ninguna manera suscita mi empatía y me hace sentir muy incómoda frente a las imágenes): sumisos los hombres y mujeres que desfilan por la historia, sumisos-sometidos todos ellos a los dictados y el veredicto de madres, hermanos y hermanas, amigos y amigas, vecinos, porteros, empleadores, abogados, caseros…y, remontándonos, es más que probable que al final de la lista se encuentren el mulá de turno y el responsable político del barrio, el pueblo o la ciudad. He leído en reseñas publicadas en Francia que Nahid es “una mujer que lucha sola contra todos”. No lo comparto: es cierto que muchos, quizá todos, están contra Nahid; pero no es cierto que ella luche, ella se somete y, en el mejor de los casos, miente. Yo no he visto tampoco que Nahid plantee el dilema de ser madre o amante: ella resuelve la situación siendo una cosa distinta cada vez. No me parece una “heroína fascinante” ni tampoco creo que sea una película feminista. ¿Comprometida? Puede. En Irán, es comprometido todo lo que no es literalmente fiel a los diktats del régimen.

Los personajes de Nahid son gente a la que no le gusta su vida, pero hace lo mínimo para cambiarla. Gente asustada, temerosa, encerrada en unas tradiciones que parecen hechas a propósito contra natura, infelices que no saben cómo encontrar siquiera un minuto de felicidad, personas que siempre miran atrás porque saben -seguro- que siempre hay alguien persiguiéndoles.



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