“La tierra de Amira”, primer largometraje de ficción del director, guionista y productor Roberto Jiménez (Atrapada, Caronte, guionista de las series “7 vidas”, “Aida” y “El kaserón”), cuenta con un reparto encabezado por la actriz, directora, productora y modelo Mina El Hammani (El Príncipe, Raqqa), Manuel Morón (Celda 211, Todo sobre mi madre), Pilar Gómez (Tarde para la ira, Adiós) y Jorge de Juan (Abre los ojos).
El viudo Justino, quien vive apartado del mundo en una
extensa y solitaria finca en la que solo cultiva un pequeño huerto. Una noche
que va al pueblo a vender sus tomates atropella accidentalmente con su camioneta
a Amira, una de tantas temporeras ilegales marroquíes que buscan en España un
futuro mejor. Los daños no son graves, pero la joven se rompe una pierna con lo
que pierde cualquier posibilidad de trabajar. Obligado por su hermana Araceli,
Justino ofrece su casa a Amira hasta que se recupere. Ella acepta por pura
necesidad, asumiendo el riesgo del enfrentamiento de dos mundos antagónicos,
abismados por la edad, el sexo, la cultura o la religión. Con el tiempo se
forja un vínculo inesperado entre el hombre solitario y la valiente mujer que se
niega a darse por vencida ante el primer contratiempo.
Drama social que retrata el encuentro entre dos mundos muy
tradicionales y antagónicos, es según su director “una
apuesta por entendernos, por conocernos y por respetarnos, que explora la
diferencia entre las personas no como elemento disruptivo, disgregador, sino
como punto de confluencia desde el que construir con lo opuesto para
enriquecernos como individuos, pero también como sociedad. Vivimos tiempos de
radicalización, de extremos, de polarización: o estás con unos o estás con
otros. No hay espacio para el diálogo sereno y constructivo. Todo parece
diseñado para que nos dividamos y enfrentemos. Y en este complicado contexto
aparece “La tierra de Amira”, una película que tiende puentes entre jóvenes y
viejos, entre la España vaciada que intenta sobrevivir y la urbana que no la
conoce ni la comprende, entre una agricultura ancestral condenada a la
desaparición y quienes intentan mantenerse firmes para conservar las viejas
semillas heredadas, entre culturas y religiones que se venden antagónicas sin
razón alguna, entre aquellos y aquellas que llegan a España buscando la
esperanza y quienes los necesitamos para apuntalar el futuro.”
“La tierra de Amira” (1) es una película muy agradable, ensoñación
de la utopía de un mundo de mujeres y hombres
de buena voluntad. que respetan a sus semejantes. Ni Justino, Amira o Araceii, ni
los demás temporeros, los capataces e incluso el rico del pueblo, que seguramente
tiene corrompidos con pequeños cohechos a los que no son ricos -lo que incluye
a los municipales y los picoletos-
son personas perfectas. Todas tienen envés y revés, luces y sombras, blancos y
negros en sus biografías. Pero el total del largometraje es una fotofija muy
positiva, homenaje a una microsociedad en la que quiero creer, por la que apuesto desde la altura de mi ya
demasiado larga historia.
(¡) “La tierra de Amira” se podrá ver en los cines de
Madrid a partir de este viernes 5 de diciembre de 2025.

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