“Esquemáticamente (lo que no dice la película) es que las mujeres abren puertas allí donde los hombres bloquean el horizonte” (Thomas Pouteau, movierama.fr)
Ganadora del Gran Premio del Jurado en la categoría de cine dramático en el festival de Sundance y premiada en San Sebastián y Morelia, y en los Premios Gotham, “Sujo”, película dirigida por las mexicanas Astrid Rondero y Fernanda Valadez (“Sin señas particulares”) es el retrato sincero del paso a la adolescencia y la primera juventud, en un pueblecito mexicano de la Tierra Caliente de Michoacán, del hijo de un sicario que a los cuatro años asistió, desde el interior de un vehículo aparcado, al asesinato de su padre, traidor al cartel para el que trabajaba. Huérfano y desamparado Sujo crecerá en el campo tras ser encontrado por un pastor y acogido por su tía Nemesia (Yadira Pérez, “Mujeres del alba”) a quien otros campesinos consideran una bruja, sorteando la adversidad y la pobreza y completamente al margen de la sociedad mexicana.
Como si fuera imposible escapar a
su destino, llegado a la adolescencia Sujo (Kevin
Aguilar en el papel del niño, Juan Jesús Varela de mayor, “Sin señas
particulares”) termina integrándose en el mafioso
cartel local –decidido a triunfar donde su padre fracasó-, del que logrará salir para continuar una nueva
vida alejada de la violencia. Instalado en la ciudad, Sujo aceptará trabajos
descargando camiones para pagar el reducido espacio donde duerme, hasta el día
en que se siente atraído por la clase de una facultad donde conocerá a Susan
(Sandra Lorenzano, escritora y poeta argentina en su primer trabajo de actriz) una
profesora argentina que da su nombre al cuarto capítulo de la película (los
tres anteriores llevan los títulos de “El ocho”-nombre que lleva el padre de
Sujo en la organización delictiva-, “Nemesia” –la tía que acoge al niño y que
la opinión generaliza considera mitad bruja mitad lesbiana- y “Jay y Jeremy”,
los nombres de los primos de Sujo que le visitan en su refugio).
Hay algo de imprevisible y de
salvaje en esta película plagada de paisajes sombríos, horizontes lejanos y cielos estrellados que, tras abordar el
cuestionado tema del determinismo social se resuelve adoptando el optimismo de la
libertad arrancada al fatalismo de una prisión a cielo descubierto.
Entre luces y sombras, realismo, un punto místico y
unas gotas de realismo mágico, “Sujo” (1) –que en algunos países se ha
estrenado con el título “Hijo de sicario” y cuyas primeras imágenes corresponden
a un caballo de nombre Sujo que, igual que el niño del relato rompe las
ataduras de su dueño y se pierde al galope por los inmensos páramos mexicanos- es
un lento drama iniciático que dura unos minutos más de dos horas, un melodrama que aborda las cicatrices que deja la
violencia de los carteles de la droga en la vida de personas ordinarias y los
traumas de la pérdida que se resisten a desaparecer y en ocasiones forman parte
de la herencia: la figura del padre asesinado es una sombra que va a perseguir al
protagonista durante el resto de su vida instándole a decidirse por el camino
de la delincuencia.
(1) “Sujo” se estrena en Madrid el próximo viernes 25 de
abril de 2025
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