Primera producción tailandesa que ha entrado en la preselección de las candidatas a Mejor Película Internacional en los premios Oscar 2025, “Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela”, la cinta más vista en los países asiáticos durante el año pasado, es una emotiva y agridulce historia dirigida por el debutante Pat Boonnitipat –quien ha desarrollado una larga carrera en televisión contando historias sobre adolescentes- sobre la complejidad de las relaciones familiares, la importancia de la empatía y el poder del amor incondicional.
El actor y cantante tailandés Putthipong "Billkin" Assaratanakul (“I told sunset about you”), interpreta
al nieto "M", un joven codicioso pero de gran corazón que ha
abandonado la universidad para intentar hacerse rico como streamer, mientras que Usha "Taew" Seamkhum -78 años, antigua modelo
publicitaria, también en su primera película- es la encargada de dar vida a
Amah, la gruñona pero adorable abuela que quiere ahorrar para comprarse un
trozo de terreno donde ser enterrada. Ambos son los auténticos protagonistas de
esta historia de familia en la que también aparecen hermanos, cuñados, primos y
nietos. La historia se desarrolla en el barrio chino de Bangkok.
Cuando ‘M’ -un joven holgazán y quejica, que
vive con su madre- descubre que su abuela Amah sufre una enfermedad terminal,
decide dejar a un lado su precaria carrera como probador de juegos de vídeo para cuidar de ella, con la
mirada puesta en la casa y la cuenta corriente de la abuela, que ha amasado una
pequeña fortuna vendiendo en el mercado comida tradicional que elabora de
madrugada en su pequeña cocina. “M” cuenta con el antecedente de su prima Mui,
que acaba de heredar una fortuna del abuelo, al que estado cuidando con dedicación
durante su última enfermedad.
La abuela Amah no es una mujer fácil y además resulta
que sus dos hijos varones –un agente bolsa y un jugador alcohólico- también
deciden hacer méritos con la vista puesta en la herencia. El joven “M”, quien
inicialmente parece cínico e interesado únicamente por el dinero, acaba por
aficionarse de verdad a vivir con la anciana, por quererla y por conectar con ella mejor que con cualquier
otro miembro de la familia, incluida su propia madre, una mujer muy trabajadora
y consciente de los intereses que están en juego.
Es una película triste, muy sentimental, durante todo
el tiempo está presente el fantasma de la enfermedad. Pero, como casi todas las
historias de amor cinematográficas, tiene un final feliz. A pesar de las
diferencias culturales que nos separan de la sociedad tailandesa, resulta que
también allí, como aquí, “el roce hace el cariño”, y el joven “M” acaba
rindiendo a su abuela un homenaje con el que ni siquiera se habría atrevido a
soñar.
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