jueves, 8 de septiembre de 2022

"El acusado”, o la necesidad de la ley de “solo sí es sí”


La mejor reflexión hasta la fecha en el debate sobre el consentimiento en las relaciones sexuales, “El acusado” -Mejor guión y Mejor dirección en el último Barcelona Film Festival- es un inquietante drama dirigido por el francés Yvan Attal (“Buenos principios, “Una razón brillante”, “Mi mujer es una actriz”), basado en la exitosa novela “Les choses humaines” de la escritora francesa Karine Tuil.  

Como un conseguido ejemplo de lo que podríamos considerar cine  “hecho en familia”, el protagonista de este drama tan actual como rabioso, es el joven actor Ben Attal (“Buenos principios”, “Una acción brillante”), hijo del realizador y de la actriz Charlotte Gainsbourg ( “Buenos principios”,  “Nymphomaniak”, “El hombre que lo conseguía todo”), también su madre en la película. Completan el reparto la joven debutante Suzanne Jouanet, Benjamin Lavernhe (“Quisiera que alguien me esperara en algún lugar”, “Pastel de pera con lavanda”) y el veterano Pierre Arditi (“La casa de verano”, “Cena de amigos”).

Después de una fiesta, la joven Mila de, 17 años, acusa de violación a Alexandre, el hijo de la nueva pareja de su padre, un joven de 22 años  perteneciente  a la alta burguesía parisina, hijo de un famoso presentador de televisión y una cotizada ensayista,  al que auguran un brillante futuro; ha llegado de Estados Unidos, donde estudia, para asistir a la entrega de la Legión de Honor a su padre. Detenido y juzgado, asistimos al desfile en el banquillo del acusado y la víctima, así como  los familiares y amigos de ambos.

Al final, es una palabra contra otra: ella dice violación; él, relación consentida.  ¿El chico es culpable? ¿La chica –que en ningún momento se negó a la relación, y ahora argumenta que tuvo miedo- es una víctima o busca venganza porque su padre ha dejado la familia? ¿Hay una sola verdad? ¿Qué va a ser de los dos, cuyas vidas han quedado irremediablemente interrumpidas? ¿Y qué daños colaterales han causado?

El relato de esta película compleja y dolorosa, que podríamos definir como judicial y social, se sitúa en esa “zona gris” donde las cosas dejan de ser unívocas, donde no coinciden los puntos de vista de lo ocurrido entre dos personas. Plantea la diferencia social que existe entre los dos jóvenes: ella, hija de un profesor de literatura y una madre judía ortodoxa; él, con un padre habituado a seducir a sus colaboradoras y una madre cuyo feminismo se tambalea ante los acontecimientos.

Confieso haber visto  “El acusado” (1) sintiendo en todo momento una sensación extraña y debatiéndome entre las dos verdades que emergen, incapaz de pronunciarme cuando el abogado defensor mira de frente al espectador como pidiendo una sentencia. Una extrañeza aumentada ante las intervenciones de los padres del chico, intentando asumir una parte de culpa porque llevan una vida cómoda de ricos, intelectuales, seductores…


(1) “El acusado” se estrena en la cartelera madrileña el viernes 9 de septiembre de 2022

 

 


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