La mejor reflexión hasta la fecha en el debate sobre el consentimiento en las relaciones sexuales, “El acusado” -Mejor guión y Mejor dirección en el último Barcelona Film Festival- es un inquietante drama dirigido por el francés Yvan Attal (“Buenos principios, “Una razón brillante”, “Mi mujer es una actriz”), basado en la exitosa novela “Les choses humaines” de la escritora francesa Karine Tuil.
Como un
conseguido ejemplo de lo que podríamos considerar cine “hecho en familia”, el protagonista de este
drama tan actual como rabioso, es el joven actor Ben Attal (“Buenos principios”,
“Una acción brillante”), hijo del realizador y de la actriz Charlotte Gainsbourg
( “Buenos principios”, “Nymphomaniak”, “El
hombre que lo conseguía todo”), también su madre en la película. Completan el
reparto la joven debutante Suzanne Jouanet, Benjamin Lavernhe (“Quisiera que
alguien me esperara en algún lugar”, “Pastel de pera con lavanda”) y el
veterano Pierre Arditi (“La casa de verano”, “Cena de amigos”).
Después de una
fiesta, la joven Mila de, 17 años, acusa de violación a Alexandre, el hijo de
la nueva pareja de su padre, un joven de 22 años perteneciente
a la alta burguesía parisina, hijo de un famoso presentador de
televisión y una cotizada ensayista, al
que auguran un brillante futuro; ha llegado de Estados Unidos, donde estudia,
para asistir a la entrega de la Legión de Honor a su padre. Detenido y juzgado,
asistimos al desfile en el banquillo del acusado y la víctima, así como los familiares y amigos de ambos.
Al final, es una
palabra contra otra: ella dice violación; él, relación consentida. ¿El chico es culpable? ¿La chica –que en
ningún momento se negó a la relación, y ahora argumenta que tuvo miedo- es una
víctima o busca venganza porque su padre ha dejado la familia? ¿Hay una sola verdad?
¿Qué va a ser de los dos, cuyas vidas han quedado irremediablemente interrumpidas?
¿Y qué daños colaterales han causado?
El relato de
esta película compleja y dolorosa, que podríamos definir como judicial y social,
se sitúa en esa “zona gris” donde las cosas dejan de ser unívocas, donde no
coinciden los puntos de vista de lo ocurrido entre dos personas. Plantea la
diferencia social que existe entre los dos jóvenes: ella, hija de un profesor
de literatura y una madre judía ortodoxa; él, con un padre habituado a seducir
a sus colaboradoras y una madre cuyo feminismo se tambalea ante los
acontecimientos.
Confieso haber
visto “El acusado” (1) sintiendo en todo
momento una sensación extraña y debatiéndome entre las dos verdades que
emergen, incapaz de pronunciarme cuando el abogado defensor mira de frente al
espectador como pidiendo una sentencia. Una extrañeza aumentada ante las
intervenciones de los padres del chico, intentando asumir una parte de culpa
porque llevan una vida cómoda de ricos, intelectuales, seductores…
(1) “El acusado” se estrena en la cartelera madrileña el viernes 9 de
septiembre de 2022
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