La
película “A fondo”, de Nicolas Benamou, me ha retrotraído en el tiempo hasta
las peores comedias protagonizadas por, Martínez Soria o Manolo Escobar, lo que
ya es decir mucho, pero eta vez en francés. Sketches lamentables, situaciones
archiconocidas, en una historia de carretera (road movie penoso) crispante, sin
pizca de gracia y con “la imaginación en punto muerto” (Catherine Balle, Le
Parisien). Un viaje que dan ganas de abandonar en la primera glorieta.
Muy
temprano por la mañana, para evitar los embotellamientos, los seis miembros de
una familia se embuten en su nuevo monovolumen, con el objetivo de iniciar las
vacaciones de verano. El padre y orgulloso propietario del vehículo, pone el
piloto automático a 130. En un momento de discusión entre su mujer embarazada y
su suegro, Tom se da cuenta de que ha dejado de controlar, que la electrónica
no responde, la velocidad está bloqueada a 130 km/h, todos los esfuerzos por
bajarla, o por frenar, son inútiles, y los pasajeros están al borde del ataque
de nervios cuando se enteran de que les espera un embotellamientos a doscientos
kilómetros…
El
resto son los gags, torpes y viejos como la tos. Interpretada por José García
en el padre y André Dussolier en el suegro, esforzándose ambos por estar siempre
en modo ocurrente, lo mismo que la humorista Florence Forestier, en el papel de
agente de tráfico, como no podía ser de otra manera, el accidentado viaje que
amenaza con terminar en catástrofe consigue que aparezcan a flor de piel los
antiguos conflictos y secretos familiares, en unos diálogos vulgares y pobres
que alejan a los personajes -unidimensionales todos, sin la mínima arista- por
el poco interés que despiertan.
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