Náufragos rescatados por el Open Arms en el Mediterráneo |
Mientras los 134 migrantes que
quedan a bordo del barco español Open Arms viven lo que esperemos sean sus
últimas angustiosas horas frente a la costa de Lampedusa, en espera de que el
ultraderechista y xenófobo ministro italiano del Interior, Matteo Salvini,
autorice su desembarco una vez que otros seis países europeos se han comprometido a acogerles: mientras el
psicólogo que les acompaña, Alessandro di Benedetto, asegura que la situación
es insostenible, que los migrantes están al límite de sus fuerzas, ha habido un
intento de suicidio y a algunos han tenido que impedirles que se tiren al agua,
un artículo publicado en el boletín informativo diario que el canal France 2
difunde por Internet recuerda que el derecho internacional –la normativa que
Salvini desprecia diciendo que él “no está en su cargo para hacer buenas obras,
sino para defender a los italianos” (del peligro “extranjero”)- “es favorable al
salvamento y acogida de náufragos en general, y de personas que huyen de
guerras, persecuciones de toda índole y hambrunas, en particular.
En aguas internacionales (a más de 22,2 kilómetros de
la costa), el barco « puede moverse a sus anchas porque la alta mar es una
zona de libertad ». En cambio, es necesaria la autorización de los estados cuando el barco se encuentra en aguas
territoriales. El derecho reconoce la noción de « paso inofensivo »,
lo que permite que los barcos permanezcan en las aguas territoriales sin
autorización, aunque tampoco pueden acercarse y entrar en un puerto. Pero la Convención de Naciones Unidas sobre el derecho
marítimo indica que « todas las embarcaciones tienen que salvar a las
personas en peligro y llevarlas a un lugar seguro », según ha explicado al
canal Celine Schmitt, portavoz de ACNUR en Francia. Para los migrantes
recogidos en el mediterráneo central, como es el caso del Open Arms, los
puertos seguros más cercanos son los de Malta e Italia, ya que « en Libia,
a los migrantes se les detiene automáticamente » y, no lo dice la ONU pero
después se les encarcela, tortura y viola.
En los últimos meses, varios tribunales italianos se
hn pronunciado sobre la situación de los barcos humanitarios a los que Salvini prohíbe atracar en Italia.
El tribunal administrativo de Roma, al que ha recurrido la ONG española ProActiva
(dueña del Open Arms), ha sentenciado que hay que autorizar al barco a entrar
en aguas territoriales italianas, así como que los migrantes que lo necesitan
reciban « ayuda inmediata », aunque no ha dicho nada sobre el atraque
del barco y el desembarco de los migrantes en suelo italiano.
Hace un par de meses, en junio de 2019, el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos (CEDH), tomó una decisión similar con relación al
barco humanitario alemán Sea Watch 3, capitaneado por Carola Rackette: los
migrantes que llevaba a bordo recibieron asistencia en aguas territoriales
libias y una decena de ellos (mujeres embarazadas y niños) pudieron desembarcar
en Italia. El CEDH sentenció en cambio a favor de las pretensiones de Salvini, impidiendo que el barco pudiera atracar,
considerándolo innecesario porque las personas en peligro ya habían sido
atendidas. Y además precisó que esa sentencia no tenía porque ser la misma en
los casos que puedan darse
posteriormente..
En lo que
están de acuerdo los analistas internacionales es en que los barcos de estas
organizaciones humanitarias, que recogen náufragos y personas en situaciones de
peligro en alta mar, están haciendo un trabajo que corresponde a los estados,
pero que no cumplen. En la UE no existe ningún protocolo que regule el
desembarco de migrantes recogidos por barcos de salvamento, los casos se van
solventando uno tras otro, a medida que se presentan, mediante acuerdos
puntuales y reparto de los migrantes entre varios países donde, una vez
desembarcados, se llevan a cabo las formalidades previstas: “control sanitario
y de seguridad, registro en la base europea Eurodac (sistema de información a
gran escala que contiene las huellas digitales de los solicitantes de asilo y
los inmigrantes ilegales que se encuentran en territorio de la UE. En 2014 las
personas censadas eran 2,7 millones), entrevistas preliminares y creación de la lista nominal de solicitantes
de asilo”.
Después, la Comisión
« reparte » a los migrantes y cada uno de los estados que los reciben
procede de acuerdo con su propia legislación. Según ACNUR, « este procedimiento de tratar caso por caso no es
eficaz. Las negociaciones entre estados tardan demasiado tiempo y mientras
tanto las personas de los barcos no pueden ser atendidas, aunque necesiten que
se les socorra inmediatamente”: “Hace fata un mecanismo previsible de desembarco
y a continuación un sistema de reparto eficaz. En la situación actual los
barcos permanecen bloqueados durante semanas. No es humanamente aceptable”,
precisa Céline Schmitt.
En julio de 2019, con el
caso del Sea Watch 3 en portada de todos los medios de comunicación (finalmente,
el xenófobo Salvini no consiguió meter en la cárcel a la capitana Rackette como
era su deseo), los ministro del Interior de una quincena de estados de la UE se
reunieron en Helsinki y París, intentando crear un “mecanismo de solidaridad”
para ofrecer a los migrantes una solución más rápida. La propuesta, que no
prosperó por la negativa a aceptarla de Italia y Malta, consistía en hacer una
« coalición de voluntarios », de gobiernos que se comprometían a
repartirse sistemáticamente y sin negociaciones las personas recogidas por los
barcos humanitarios, mientras que, en contrapartida, Italia y Malta tenían que comprometerse a abrir sus puertos para que
pudieran desembarcar. Con las vacaciones por delante, los ministros se citaron
de nuevo en septiembre.
Curándose
en salud, y no vaya a ser que en septiembre le cojan con las defensas bajas (o,
quien sabe, ojalá ya no sea ministro, aunque no parece probable), Matteo Salvini, que lidera el partido ultraderechista
La Liga, el lunes 5 de agosto consiguió que el Senado italiano adoptara una ley
que permite al ministro del Interior (o sea, él), “limitar o prohibir la
entrada de barcos de salvamento de migrantes en las aguas territoriales
italianas si considera que no se respetan las reglas de control de la inmigración”.
Mientras tanto ha estallado la coalición de gobierno
entre La Liga y el Movimento 5 Estelle (M5S), que se autodefine como “libre
asociación de ciudadanos” y es ecologista y euroescéptico, partidario de la
democracia directa y lucha contra la corrupción. Salvini ha presentado una
moción de censura contra el Presidente del Consejo, el independiente Giuseppe
Conte, a la que se han opuesto el resto de partido del Parlamento; lo mismo que
la Ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, y el titular de Transportes, Danilo
Toninelli, ambos del M5S, se han negado a estampar su firma, preceptiva para la
entrada en vigor del nuevo decreto con el que, el 15 de agosto -el
“ferragosto”, la festividad más celebrada en toda Italia, cuando el país entero
se paraliza-, el jefe de la Liga quería
prohibir el atraque del Open Arms, invocando el “deber humanitario” de -en el colmo del cinismo y con parecidos
argumentos a los que aquí esgrime la ultraderecha del tripartito que está
haciéndose con algunos gobiernos, entre ellos el de la Comunidad de Madrid-
negarse a “colaborar con los traficantes de personas”.
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