“La noche de las dos lunas”, segundo largometraje del
director venezolano afincado en Madrid Miguel Ferrari (“Azul y no tan rosa”,
Premio Goya a la mejor película hispanoamericana), está basado en un hecho real:
por un error médico, se intercambian los embriones de dos mujeres que se han
sometido a una gestación in vitro. Lo interpretan las nuevas actrices venezolanas Prakriti Maduro y
Mariaca Semprún, y la veterana española María Barranco, en un papel de vieja
estrella que podría firmar Almodovar.
Federica, autora de cuentos
infantiles, decide tener un hijo con ayuda de su mejor amigo, que es
homosexual. En el tercer mes de embarazo descubre que el bebé que está
esperando no tiene su ADN. Acude a la clínica donde se realizó el tratamiento y
allí reconocen haber cometido un error intercambiando su embrión con el de otra
pareja. La clínica identifica a la mujer a quien le implantaron su embrión, una
cantante de nombre Fabiola que ha tenido un aborto. Federica decide continuar con su
embarazo y quedarse con el bebé, pero los padres biológicos emprenderán una
batalla para recuperarlo.
El realizador, Ferrari, dice que se trata de una
película “que va dar mucho para el debate ya que se pregunta por los límites de
la maternidad, por los nuevos tipos de familia”.
Yo creo en las casualidades tanto como Paul Auster,
que hasta les ha dedicado un tratado (“El cuaderno rojo”), pero las de esta
historia – que quiere ser tierna y poética- me parecen excesivas. Como me
parece excesivo el perpetuo gesto malhumorado de la escritora, o el
histrionismo redundante de su madre. En todo caso, lo que permanece es la
reflexión sobre la maternidad y la pregunta eterna –no creo que sea nada nuevo-
de si los hijos son de quienes los conciben, o de quienes los crían y educan.
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