El CheckPoint Charlie de Berlín, hoy reclamo turístico |
El « Telón de
acero », separación primero ideológica y después física entre la zona
europea de influencia soviética, lo que se conoció como la Europa del este, y
los países del oeste del continente, fue una barrera que se prolongó durante 43
años, desde el final de la Segunda Guerra mundial hasta 1989, cuando se
derrumbó definitivamente con la caída del Muro de Berlín.
El 19 de agoto de
1989, más de 600 alemanes del este que se encontraban de vacaciones en Hungría
aprovecharon la apertura de un puesto fronterizo con Austria, con ocasión de un
picnic paneuropeo, para huir al Oeste. Fue el primero de los varios éxodos
masivos de ciudadanos del área de influencia de la Unión Soviética que iban a tener
lugar en los meses siguientes.
Los regímenes
comunistas habían empezado a caer y la URSS, dirigida por Mijail Gorbatchev, no
intervenía. En la República Democrática de Alemania (RDA) se sucedían las
manifestaciones, desconocidas hasta entonces.
El 9 de noviembre, la metedura de pata de un alto dirigente de la RDA, Günter
Schabowski, es la campana que anuncia el trasvase masivo de ciudadanos de una
Alemania a otra. Schabowski, miembro del Politburó y encargado de las
relaciones con los medios de comunicación, comparece en el Centro de Prensa
Internacional. “La sala está llena. Schabowski no dice nada concreto. Se trata
de ganar tiempo. Al final, el corresponsal de la agencia ANSA, Riccardo Ehrman,
pregunta por la prometida reglamentación de ‘viajes’. Queremos –balbucea
Schabowski- por medio de una serie de
cambios, incluida la ley de viajes, abrir la oportunidad para que la gente...
para viajar a donde quieran.... Asegura que se ha regulado la ‘salida
permanente’ de la República. Hemos decidido hoy implementar una regulación que
permite a cualquier ciudadano de la RDA abandonar la RDA a través de cualquiera
de los pasos fronterizos, dice”.
“El revuelo en
la sala es mayúsculo. Llueven las preguntas. ¿Cómo? ¿Con qué documento?
¿Cuándo? Schabowski, obviamente confuso, se pone las gafas, hurga en su
bolsillo, saca el papel y lee: ‘Las aplicaciones para viajar al extranjero ya
no necesitarán los requerimientos exigidos anteriormente y las autorizaciones
se concederán en poco tiempo’… La sala es una algarabía. ¿Con pasaporte?,
pregunta alguien. Schabowski sigue leyendo: "’a salida permanente es
posible a través de los puestos fronterizos entre la RDA y la RFA... pero no
puedo responder sobre los pasaportes, es una cuestión técnica, para que todo el
mundo tenga pasaporte primero habrá que distribuirlos....¿Y cuándo entra en
efecto? La mirada de perplejidad de Schabowski lo dice todo. ‘Esto entra en
efecto, según mi información, inmediatamente, sin más demora. La salida
‘permanente’ puede efectuarse por todos los pasos fronterizos –precisa- lo que
también incluye Berlín” (El País, 9 noviembre 2009).
La respuesta
desencadena la afluencia masiva de miles de berlineses a los puestos de control
donde los guardias, sobrepasados, terminan por levantar las barreras. Por la
noche, ciudadanos mayoritariamente jóvenes, pero no solo, de los dos lados del
Telón de acero, se fotografían cabalgando sobre el Muro y después comienzan a
demolerlo a golpes de picos.
En los dos
años siguientes la URSS desapareció.
La metáfora del Telón de Acero fue popularizada
por el político británico Winston Churchill. « Desde Stettin en el Báltico
a Trieste en el Adriático, un telón de acero se abate sobre el continente »,
dijo en un discurso pronunciado el 5 de marzo de 1946 en Estados Unidos. La paternidad
se le atribuye al escritor ruso Vassili Rozanov, quien la empeló en 1918 a
propósito de la Revolución Bolchevique en el libro « El apocalipsis de
nuestro tiempo »: “Clicando, crujiendo y chirriando, un telón de hierro
desciende sobre la historia de Rusia”.
Frontera entre la Europa comunista y el Oeste,
ideada por los dirigentes soviéticos para servir de muro de contención a la
ideología capitalista occidental, se materializó a partir de 1949 cuando primero Hungría, y
después los otros países del bloque, construyeron separaciones con muros, fosas,
púas de hierro, alarmas eléctricas, minas e instalaciones automáticas de
disparos, que se extendieron por varios miles de kilómetros.
El muro de Berlin
En Alemania del Este, en 1952 se construyó una
« zona de prohibición » de diez metros de ancha con alambres de púass
y puestos de vigilancia, a todo lo largo de la frontera con la República
Federal Alemana (RFA) de l'Est, que en 1961 se transformaría en un doble muro
de cemento definido por Moscú como « escudo antifascista »: una
tierra de nadie de 155 kilómetros, compuesto esencialmente de hormigón armado
y alambradas metálicas que dividía
Berlín en dos mitades.
Según los historiadores, entre 600 y 700
personas perdieron la vida intentando escapar del régimen de la RDA. Tan solo
en el Muro hay contabilizados al menos 136 muertos. Pese a todo, una cantidad
de personas en torno a 5.000 consiguieron franquearlo, a veces con estratagemas
muy imaginativas: una familia escapó desde el techo de un edificio con una
tirolina que acababa al otro lado, donde se encontraban sus amigos. Hubo quien
huyó a nado por el Spree, el río que atraviesa Berlín, y quien se escapó
cavando túneles o escondido en vehículos.
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