Es
una especie de monstruo de los mares. Con 144 metros de largo, 30 de ancho y un
total de 21.000 toneladas de acero, 69 marineros de tripulación y una velocidad
media de 4 nudos en condiciones favorables, la Akademik Lomonosov no es un
paquebote de lujo sino una central nuclear flotante construida para
proporcionar energía durante cuarenta años a la pequeña, pero rica en petróleo,
ciudad de Pevek -en el distrito autónomo
de Tchoukotka a 350 kilómetros al norte del círculo polar ártico-, principal
puerto ruso de Siberia oriental con una superficie de 60,32 kilómetros
cuadrados y una población que en el último censo de 2014 era de 4.718
habitantes.
La
Akademik Lomonosov lleva este nombre como homenaje a Mijail Vasilievitch
Lomonosov (1711-1765), químico, físico, astrónomo, historiador, filósofo, poeta
dramaturgo, lingüista, eslavista, pedagogo y patriota convencido, fue profesor
en la Academia de Ciencias de San Petersburgo y fundador de la Universidad de
Moscú, que lleva su nombre.
Su
construcción, hace diez años, se inició en San Petersburgo y actualmente se encuentra en
Mourmansk, importante puerto situado en la ribera oriental de la
bahía de Kola, en el mar de Barents, donde
se ha abastecido de carburante, la primera central nuclear flotante de la
historia –cuyo coste oficial ha sido de 30.000 millones de rublos, unos 420
millones de euros- comenzará su viaje de 5.ooo kilómetros hasta Pevek en la
última semana de agosto de 2019. Debería empezar a producir electricidad en
diciembre y mantenerse activa durante los próximos cuarenta años.
Un proyecto que preocupa a las organizaciones
medioambientales, que ya lo han bautizado como el “Tchernobyl sobre hielo”. En
Pevek, la Akademik Lomonosov estará a 1.250 millas náuticas de Anchorage, en
Alaska, lo que ha despertado los temores de Kawarek, un organismo autóctono
canadiense sin ánimo de lucro: “Efectos de las radiaciones, efectos
ambientales… ya hace tiempo que nos preocupa el aumento del tráfico marítimo y
la disminución del hielo en el mar”, dice Austin Ahmasuk, militante de Kawarek.
Es un secreto a voces: de siempre, Rusia ha tenido grandes
ambiciones sobre el Artico. El Akademik Lomonosov, descrito por ROSATOM, la
agencia rusa de la energía atómica, como un elemento clave de la
infraestructura rusa en el desarrollo de la ruta marítima ártica, contiene dos
pequeños reactores nucleares KLT-40S , como los utilizados en los
rompehielos y los submarinos nucleares rusos, con una potencia eléctrica de 35
MVV. Además de proporcionar electricidad a Pevek (podría hacerlo para 200.000
habitantes), donde va a sustituir a dos centrales envejecidas -una térmica construida en 1961, otra nuclear que data de
1974- servirá para desalinizar el agua y como calefacción gracias al vapor de
agua de sus turbinas.
Rusia piensa construir otras centrales de este tipo,
no solo para continuar su despliegue en el Artico y explotar las oportunidades
económicas que se ofrecen (aumento de la navegación, desarrollo de puertos,
explotación de recursos mineros marinos, desarrollo del turismo…), sino también
para venderlas a otros países y afianzar su status de potencia dominante en la
región.
El proyecto no solo preocupa a los canadienses
habitantes del Artico. Las organizaciones de defensa del medio ambiente, como
Greenpeace, lo han denunciado como “peligroso”: "esta central desplaza el
riesgo de una catástrofe nuclear a las frágiles aguas del Artico”. Preocupa,
sobre todo, su inminente viaje hasta Pevek: “Con su casco de fondo plano y sin
autopropulsión, es como colocar una central nuclear sobre una balsa y dejarla a
la deriva en las aguas más difíciles del mundo”, ha escrito Jan Havercamp , experto en
energía nuclear en la página web de Greenpeace, donde también lo comparan con
un “Titanic nuclear” y el consabido “Tchernobyl sobre hielo”.
Pero los ingenieros de Rosatum, que lo han construido,
aseguran que el navío es « insumergible » y que « el doble
confinamiento de los reactores es perfectamente estanco ». En un
comunicado del 28 de abril de 2018 que puede leerse en un sitio de Internet,
aseguran que la Akademik Lomonosov está concebida con un gran margen de
seguridad para responder a todas las amenazas posibles, y que a sus reactores
no pueden afectarles tsunamis u otras catástrofes naturales. En el mismo
comunicado, Rosatum indica que « todos los procesos nucleares a bordo son
conformes a las normas de seguridad de la Agencia Internacional de la Energía
Atómica y no representan ninguna amenaza para el medio ambiente ».
Otro problema planteado es el de los residuos. La
central deberá ser abastecida cada dos o tres años y mientras tanto los
desechos nucleares estarán almacenados a bordo, lo que podría exponer a la
tripulación a radiaciones. Los cálculos de Greenpeace le llevan a asegurar que
los marineros no van a estar protegidos correctamente. Jan Havercamp, consejero
experto en energía nuclear y política energética de Greenpeace, duda de la
capacidad de Rosatum para dirigir el proyecto: "Dicen que es seguro, pero los rusos dijeron lo mismo de Maiak (1)
y de Tchernobyl, y ya vimos lo que pasó. Si tan seguros están, ¿por qué no nos dejan
acceder al proyecto? De todas maneras, si algo va mal no nos darán ninfuna
información ». Greenpeace, que califica el proyecto de « alto
riesgo » tiene preparado un barco para escoltar al Akademik Lomonosov en una
parte de su trayecto hacia Pevek.
Según Greepeace, en caso de que la Akademik Lomonosov
se hundiera accidentalmente, el núcleo de los reactores ser enfriaría por el
agua del océano, pero si las barras de combustible entraran en contacto con el
agua del mar podrían provocar una explosión. También podrían ocurrir otras
potenciales explosiones de hidrógeno, que provocaran la propagación de gran
cantidad de isótopos radiactivos en la atmósfera. Según Vladimir Iriminku,
ingeniero jefe de la protección medioambiental del proyecto Akademik Lomonosov,
« no hay razón alguna para comparar este proyecto con Tchernobil. Carece
de fundamento porque el funcionamiento de los reactores es diferente. Lo que
pasó en Tchernobil no puede volver a ocurrir. Como estará instalada en las
aguas árticas, la Akademik Lomonosov se enfriará constantemente ».
Por otra parte, unos expertos noruegos han detectado
la presencia de cobalto-6o (un isótopo
radiactivo de corta duración, producido por los reactores nucleares) en
Svanhovd y Viksjøfjell, dos ciudades noruegas en la fronteras con Rusia. Los
índices de concentración registrados son débiles y, de momento, no representan ningún riesgo
para la salud humana. Pero Finlandia,
Suecia, Dinamarca y Noruega ya han manifestado su preocupación por el proyecto
y han pedido ser informados regularmente.
En principio, la Akademik Lomonosov permanecerá en
Pevek durante doce años, y después volverá a Mourmansk para recargar carburante
y realizar operaciones de mantenimiento. Luego será trasladada al centro
nuclear de Maiak, para ser reacondicionada, y regresar nuevamente a Pevek. Está
previsto realizar estas operaciones tres veces en los 40 años de vida estimados.
(1)
La catástrofe
de Kychtym fue una contaminación radiactiva que ocurrió el 29 de septiembre de 1957
en el complejo nuclear de Maiak, una fábrica de tratamiento del combustible
nuclear cerca de la ciudad de Oziorsk, en la Unión Soviética (actual Rusia). Una
cisterna, que contenía entre 70 y 80 toneladas de residuos nucleares se
estropeó, lo que generó un aumento de la temperatura en el interior y una
explosión de residuos secos (principalmente nitrato de amonio y acetatos), equivalente
a la explosión de 70 a 100 toneladas de TNT, dispersando la radiactividad en la
atmósfera. En las horas siguiente, una nube radiactiva se desplazó hacia el
noreste, hasta una distancia de 350 kilómetros del lugar de la explosión; a
largo plazo los efectos afectaron a una superficie de 800 kilómetros cuadrados
bautizada como VOURS (Vostotchno- Ourlski radioactivnyi Sled , Huella
radiactiva del Ural Oriental). A la población no se le advirtió del peligro.
Una semana más tarde, el 6 de octubre, fueron evacuadas 10.000 personas de la
zona: “estaban cada vez más histéricas afectadas por un mal misterioso. Las
víctimas perdían la piel del rostro, las manos y otras partes expuestas” ( Richard Pollock, “Soviets Experience
Nuclear Accident”, Critical Mass Journal, 1978). En 1980, el biólogo disidente
Jaurés Medvedev reveló la naturaleza y la extensión del desastre. Estimaciones
posteriores cifran en 200 las personas que murieron de cáncer a causa de la
exposición directa a las radiaciones. Para la reducir el contaminación,
excavaron el suelo contaminado y lo almacenaron en sitios cerrados que se
conocen como “cementerios de la Tierra”. En 1968 el gobierno soviético creó la
reserva natural del Ural Este, región a la que no puede accederse sin
autorización, que comprende la totalidad del VOURS.
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