“Me
despido de todos mis amigos. ¡Ojalá puedan ver la aurora tras la larga noche!
Pero yo soy demasiado impaciente, me marcho antes que ellos”.
El escritor austriaco judío Stefan
Zweig explicaba así, en una carta, su suicidio el 22 de febrero de 1942, en
Petrópolis, el “paraíso” que había encontrado en Brasil (al que definió como
“el país del futuro”) al final de ocho años de exilio forzoso, huyendo de los
nazis. Un crepúsculo amargo y deprimido que cuenta la película «Stefan Zweig, adiós
a Europa», en la que la actriz y realizadora alemana Maria Schrader (“Vida
amorosa”) ha ordenado, en cuatro capítulos de un biopic sobre la atormentada
vida del dramaturgo entre 1936 y 1942, el recorrido del hombre por Brasil,
Argentina, Nueva York y de nuevo Brasil -donde siempre se le trató como a una
estrella literaria- hasta el gesto fatal con que puso fin a dos vidas, una
carrera brillante y unos ideales pacifistas.
Escritor, biógrafo, activista
social e intelectual respetado, Stefan Zweig fue uno de los grandes personajes
del siglo XX. Autor de obras tan populares como “Carta de una desconocida”, “24
horas de la vida de una mujer”, “La confusión de los sentimientos”, “La Piedad
peligrosa” o “El jugador de ajedrez” (publicada a título póstumo), no es la
primera vez que el séptimo arte rinde homenaje al personaje y a su obra; el más
reciente, “El gran hotel Budapest” de Wes Anderson.
En el caso que nos ocupa, “Stefan
Zweig, adiós a Europa” es una película ambiciosa, austera también y muy reflexiva
que se ocupa más del hombre que del escritor de éxito (interpretado con brillantez
y enorme contención por Josef Hader , “Life eternal”) retratando cuatro
momentos de ese exilio que recorrió hasta el final junto a su segunda esposa,
Lotte Altman (Aenne Schwarz, “Time You Change”) : una recepción en Río de
Janeiro, otra más modesta y más kistch también en una plantación de Bahía, un
encuentro con sus hijas y su primera esposa Friderike ( Barbara Sukowa,” Hannah
Arendt”), también exiliadas, en una casa de Nueva York, y un paseo por
Petrópolis con un crítico amigo. Cuatro momentos cargados de melancolía, de
desesperación ante la invasión europea de los nazis, de la tristeza del exilio,
que van configurando la tragedia final del suicidio del matrimonio.
Biopic conseguido, drama histórico
escrito por la propia realizadora junto a Jan Schomburg (guionista de “Lena” y
“El amor y nada más”), que nos mete de lleno en el progresivo agotamiento del
intelectual, impotente ante la expansión del nazismo que odia y consumido por
esa vida errante que no consigue consolarle y que finalmente no pudo soportar.
Stefan, de 60 años, y Lotte se suicidaron, envenenándose con Veronal, en su
bungalow de Petrópolis.
Como telón de fondo, la reflexión
sobre el papel político de los intelectuales, y más concretamente de los
intelectuales en el exilio, los apátridas representados en la película por el
discurso que el también escritor Emil Ludwig, polaco de nacimiento y alemán a
partir de la invasión nazi, pronunció en el PEN Club de Buenos Aires en
septiembre de 1936, acto en el que se homenajeaba a Zweig.
Nacido el 28 de noviembre de 1881
en Viena, Austria, y muerto el 22 de febrero de 1942 en Brasil, Stefan Zweig
fue escritor, dramaturgo, periodista y biógrafo. Amigo de Freud, Romain Rolland
y Arthur Schnitzler, abandonó su país en 1934 horrorizado por los avances del
nazismo. Hijo de un fabricante de tejidos moravo judío y de la hija de un
banquero austriaco, vivió su infancia en un barrio burgués y conformista. Estudió
filosofía e historia en la Universidad de Viena, donde obtuvo un doctorado en
filosofía en 1904. Tres años antes había publicado su primer libro de poemas.
Durante la primera guerra mundial se enroló en el ejército y fue enviado a
Polonia, a trabajar en los servicios de propaganda. A partir de 1916 militó en
un pacifismo activo. En los años 1920 publicó novelas y traducciones y dio
conferencias abogando por una Europa unida. En esos años escribió biografías y
coleccionó manuscritos, partituras musicales y autógrafos; colección que fue
destruida por los nazis.
La llegada de Hitler al poder, en
1933, cambió su vida. La neutralidad que pretendía terminó cuando Austria
sucumbió ante Hitler, abandonó el país y se refugió en Londres. Desposeído de
su nacionalidad se convirtió en un refugiado político que recorrió varios
países del nuevo continente hasta que el 15 de mayo de 1941 dio su última
conferencia. Después se dedicó a redactar unas memorias que envió por correo a
su editor la víspera del suicidio.
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