Escrita y
dirigida por el argentino Benjamin Naishtat ("Historia del miedo"),
fue una de las grandes triunfadoras de la pasada edición del Festival de San Sebastián: Ganadora de la Concha de
Plata a la Mejor Dirección, la Concha de Plata al Mejor Actor,
Darío Grandinetti, y el Premio del Jurado a la Mejor Fotografía, “Rojo”, un
thriller ambientado en la Argentina de los años 1970, ha participado después en el Festival de
Tornoto (TIFF) y en el Festival Internacional de Barcelona Sant-Jordi (BCN Film
Fest).
A mediados de la década de los ’70, cuando Argentina atravesaba una de ls peores épocas de su historia reciente, en el interior de un restaurante y sin motivo aparente un hombre ataca a Claudio (Dario Grandinetti, “El lado oscuro del corazón”, “Habla con ella”, “Relatos salvajes”, un reconocido abogado. La gente que se encuentra en el local apoya al abogado y el agresor s expulsado. Más tarde y camino de casa, Claudio y su mujer, Susana, son interceptados por un desconocido, determinado a cobrarse una terrible venganza. El abogado emprende entonces un camino sin retorno.
A mediados de la década de los ’70, cuando Argentina atravesaba una de ls peores épocas de su historia reciente, en el interior de un restaurante y sin motivo aparente un hombre ataca a Claudio (Dario Grandinetti, “El lado oscuro del corazón”, “Habla con ella”, “Relatos salvajes”, un reconocido abogado. La gente que se encuentra en el local apoya al abogado y el agresor s expulsado. Más tarde y camino de casa, Claudio y su mujer, Susana, son interceptados por un desconocido, determinado a cobrarse una terrible venganza. El abogado emprende entonces un camino sin retorno.
Cine negro y
crónica social, “Rojo” es el segundo
largometraje del joven realizador argentino Benjamín Naishtat (el anterior,
“Historia del miedo”, tambiñn cosechó aplausos internacionales). Ambientado en
1975, un año clave en la historia del país cuando, en vísperas del golpe de
estado–levantamiento cívico-militar que, el 24 de marzo de 1976 depuso a la
presidenta, María estela Martínez de Perón, y estableció una Junta Militar
presidida por el teniente general Jorge Videla, el almirante Emilio Eduardo
Massera y el brigadier Orlando ramón Agosti; una dictadura terrible y muy cruel
que permaneció en el poder hasta diciembre de 1983).
Durante los meses que precedieron al glpe de estado se
promulgaron los llamados Decretos
de aniquilamiento, con el fin de que el ejercito aniquilase (palabra
escogida con total intención para demostrar la firmeza del gobierno) cualquier
manifestación o intento de acción
subversiva. Según los datos oficiales, ese mismo año desaparecieron unas 350
personas en el país.
La historia, escrita por el
realizador, transcurre en la aparente tranquilidad de un lugar pequeño con la
violencia contenida en esa micro-sociedad, que puede estallar en cualquier
momento y casi con cualquier excusa, por insignificante que parezca, es una
denuncia de los comportamientos que propicia la dictadura, un tema ya abordado
en anteriores ocasiones por el cine argentino, que aquí parte de una anécdota
muy representativa: “la familia de Claudio recibe a unos amigos, mientras todos
toman una infusión la taza de la mujer solo contiene agua. En lugar de
reconocer que en ese momento no le apetece el café (o lo qu sea) ella lo
justifica alegando que es socialmente obligatorio tomar algo con los amigos, en
su caso agua, para hacer como todos los demás. Y justo eso es lo que Claudio y
su familia van a establecer como forma de comportamiento”.
En todo el país están desapareciendo
personas y hay gente que se comporta como nunca lo hubiera hecho en otra
situación. La aparición de un inquietante detective (Alfredo Castro, actor
chileno, “Tony Manero”, “El Club”, “Neruda”), ex policía y “tertuliano”
televisivo (¿por qué me inquieta tanto, por qué lo identifico en mis recuerdos
con el encarcelado Villarejo?) demuestra la tesis de que se pueden resolver las
desapariciones pero nunca aparecerá un culpable: “a partir de 1975, en
Argentina no se resolverá casi ningún asunto de esa naturaleza, y en la mayoría
nunca se encontrarán responsables”.
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