El
título de esta película es un buen aviso para navegantes: nunca hay que confiar
en nadie: ni en los señores que te ofrecen caramelos en la puerta del colegio,
ni en los maridos que hacen luz de gas, ni siquiera en el realizador Rowan
Joffé (Brighton Park) que ha conseguido para No confíes en nadie (Before I Go
To Sleep) que Ridley Scott (Exodus, Gladiator) le produjera y que un gran actor
como Colin Firth (El discurso del rey) se aviniera a protagonizarla junto a una
Nicole Kidman (Las horas, Los otros) siempre por debajo de lo que se espera;
pero que a pesar de todos esos mimbres avalados por “Oscars” ha construido con
ellos un cesto muy mediocre.
Thriller
psicológico y soporífero, No confíes en nadie es una adaptación de la novela best-seller
de S.J.Watson en un guión muy frío construido a base de repeticiones de una
anécdota; a saber, el momento en que Christine (Kidman), esposa traumatizada de
por vida a raíz de la paliza de un desconocido catorce años atrás, se despierta
cada mañana habiendo olvidado todo lo ocurrido el día anterior, incluso su
identidad y la del tipo que duerme a su lado. Menos mal que Ben, el marido
(Firth), está allí para devolverle los recuerdos, a base de fotografías pegadas
por las paredes del apartamento. La mujer tiene depositadas todas sus
esperanzas de curación en un médico (Mark Strong, The Imitation Game) que le
recomienda grabar un diario en vídeo para ver si funciona como terapia y le
devuelve progresivamente la vida que su memoria ha perdido.
A
quienes hayan leído el libro les parecerá que la densa historia que narra se ha
quedado reducida en la pantalla a esa anécdota interminable que va debilitando
la fuerza de los personajes hasta hacerles “increíbles”, y los últimos minutos
realmente insoportables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario