La
Dernière Adresse (La última dirección) es un proyecto que, en Moscú, llevan
adelante unos cuantos voluntarios que quieren luchar contra el olvido de las
víctimas de la represión política durante la época soviética, según la
información aparecida en el digital francés Russie Info (http://www.russieinfo.com/des-moscovites-rendent-hommage-aux-victimes-de-la-repression-sovietique-2015-01-21).
Los
promotores de la idea, el historiador y militante de los derechos humanos
Nikita Sokolov, el periodista Serguei Parkhomenko y el arquitecto Alexander
Brodsky, fabrican placas plateadas rectangulares, en las que graban los datos
relativos de la persona cuya memoria quieren conservar (nombre, profesión,
fecha de nacimiento, fecha de la detención, día de la muerte y de la
rehabilitación si se hubiera producido), y la colocan en la fachada del último
edificio donde vivió. A la izquierda del texto, un cuadrado recortado simboliza
el vacío dejado por la desaparición de esa persona.
“Aquí
vivía RAISA LEONIDOVNA KHAVINA-SKRYPNIK, Ingeniero
Nacida
en 1904
Detenida
el 11.07.1938
Fusilada
el 28.08.1938
Rehabilitada
en 1990”.
“La
única manera de preservar la memoria de las víctimas –no con un monumento
pomposo ni rituales formales en días señalados- es encontrarles un espacio
personal en la ciudad moderna”, ha escrito Sokolov en la revista digital Ezhednevny
Journal (a la que no se puede acceder en Rusia).
De
momento han sido 18 las placas instaladas en distintos lugares de la ciudad, en
una iniciativa que se está financiando de manera participativa por crowdfunding
puesta en marcha en 2014 por el editor, periodista, y opositor de primera línea
al régimen de Putin de origen ucraniano Serguei Parkhomenko, para homenajear a
las víctimas de la arbitraria represión política soviética.
“Inspirada
en el proyecto del artista alemán Gunter Demnig para honrar a las víctimas del
nazismo, la última dirección señala los últimos lugares en que vivieron las
víctimas soviéticas. La idea emerge en un contexto poco propicio a la crítica
de la historia de Rusia. En un ambiente marcado por el antagonismo creciente
con el Oeste y la hemorragia económica, el gobierno de Moscú ha recurrido a una
ideología nacionalista y conservadora que ve enemigos en todas partes y glorifica
la unidad, las tradiciones y las victorias históricas del país”. “Las
represiones masivas y sus víctimas no son compatibles con la imagen del País de
las Victorias», ha explicado a Russie Info Elena Zhemkova, directora ejecutiva
de la International Memorial Society, un grupo de investigación y defensa de
los derechos humanos que ha empleado 20 años en documentar las injusticias del aparato
represivo soviético, y ha tenido que enfrentarse jurídicamente a los ataques
del aparato del estado en los últimos años.
“Aunque
el tabú de los presos políticos comenzó a disiparse a finales de los años 1980,
la sociedad rusa ha avanzado muy poco en su relación con ese pasado”. Elena
Zhemkova critica la reticencia del gobierno a hablar de responsabilidades y su
contribución a que la represión se siga viendo como “una catástrofe natural,
como la peste de la Edad Media. No se describen como parte del terrorismo de
estado, la gente no habla de sus orígenes, ni de sus responsables. Y,
naturalmente, los rusos no hablan de lo que podría hacerse para que no volviera
a repetirse jamás. Ese es el mayor problema”.
Otro
obstáculo –prosigue la información- es que las cosas nuca han estado
suficientemente claras: el programa de exterminio de la Unión Soviética, a
diferencia del de la Alemania nazi, no trazaba una línea clara entre verdugos y
víctimas”.
Cuando
Sokolov y Parkhomenko fijan las placas en las fachadas, dice el autor del
reportaje, les rodea siempre un grupo de vecinos, la mayoría con los cabellos
blancos, que rezan, se santiguan o depositan claveles rojos en la acera.
Aunque
existe el proyecto de ampliar el Museo del Gulag financiado por el estado, que
recuerda la época del Gran Terror soviético, los rusos "no consideran a
Stalin como un 'malo' absoluto. Cincuenta y un años después de la muerte del
tirano, se le sigue adjudicando el mérito de la victoria soviética en la
segunda Guerra mundial, muy simbólico todavía, y se le admira como un gestor
eficaz que puso en marcha la industrialización del país, y estableció la ley y
el orden, una visión histórica alimentada por Vladimir Putin, que estigmatiza
permanentemente a la disidencia e insiste en imágenes que reviven la Gran
Rusia”.
Según
las cifras de la ONG Memorial, el régimen de Stalin hizo cerca de 11 millones
de presos políticos, de los que ellos han establecido hasta el momento una
lista de 2.650.000 víctimas Un sondeo publicado en el otoño de 2014 por una
sociedad cercana al Kremlin, revela que en los últimos 13 años se ha duplicado
el número de rusos que niegan la represión política masiva en la URSS, pasando
del 8% al 16%.
El
artículo reproducido en Russie Info se publicó originalmente en Calvert
Journal, firmado por Natasha Yefimova-Trilling. Puede consultarse en http://calvertjournal.com/articles/show/3473/last-address-plaques-Soviet-repression-Moscow.
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