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Viaje a la Luna, Georges Méliès, 1902 |
Lo
que todavía parece pertenecer exclusivamente al terreno de la ciencia ficción
–hacer negocios en la luna - parece que en Estados Unidos empieza a
considerarse seriamente, según una información publicada, el 4 de febrero de
2015, por la agencia británica Reuters en su página web http://www.reuters.com/article/2015/02/03/us-usa-moon-business-idUSKBN0L715F20150203)
y comentada por Andréa Fradin en el digital francés Rue 89 (rue89.nouvelobs.com).
En
su artículo, Reuters dice haber tenido acceso a una carta de la Federal
Aviation Administration (FAA), institución que en Estados Unidos regula la
aviación civil y el lanzamiento de vehículos al espacio, dirigida a la sociedad
Bigelow Aerospace: “La Federal Aviation Administration, en una carta a Bigelow
Aerospace fechada a finales de diciembre de 2014 y desconocida hasta ahora,
afirma que la empresa desearía explotar la autoridad de la FAA en la concesión
de licencias de lanzamientos para animar al sector privado a invertir en sistemas
espaciales, garantizando que podrán llevar a cabo actividades comerciales sin
interferencias”.
Para
Reuters, sigue la información de Rue 89, lo mismo que para muchos medios
estadounidenses que han publicado la información, esa carta significa un primer
paso para el desarrollo de una actividad comercial en la luna; y, según los
expertos preguntados, “concedería a Bigelow Aerospace derechos exclusivos sobre
el territorio donde deseara instalarse”.
Según
Quartz (http://qz.com/), publicación digital de Nueva York especializada en
negocios y finanzas, perteneciente al grupo Atlantic Media, Bigelow Aerospace
es una empresa que tiene entre sus objetivos la instalación de viviendas
inflables en el espacio. Los primeros ensayos deberían efectuarse en 2015, a
bordo de la Espación Espacial Internacional (ISS). “Pero, a más largo plazo, la
sociedad tiene como objetivo el satélite de la tierra sobre el que espera poder
instalar infraestructuras en torno a 2025”.
Aunque,
como también recuerda Quartz, “ninguna nación en particular tiene derecho a
reivindicar un pedazo de espacio”: «Las actividades humanas en la Luna están
reguladas legalmente por un tratado de Naciones Unidas, que data de 1967 y
exige que las naciones autoricen expresamente cualquier actividad espacial
llevada a cabo por personas o empresas que estén bajo su jurisdicción, pero
prohíbe cualquier reivindicación nacional sobre el territorio celeste”.
El
mismo organismo internacional propuso, en 1979, un Tratado sobre la Luna,
siguiendo las pautas del de 1967, pero no fue ratificado por “ninguno de los
países que incluían en sus planes la exploración espacial (Estados Unidos,
Rusia, China, India…)”.
Y
después, finaliza la información de Quartz, en 1995 un estadounidense empezó a
vender públicamente parcelas en la Luna, Marte y Venus, sin que nadie pareciera
tener nada qué decir. En una entrevista publicada en el digital estadounidense
Motherboard (http://motherboard.vice.com/en_us), especializado en la
interacción entre la informática y el ser humano, el empresario explicaba “que
había notificado su actividad a la ONU, sin obtener ninguna respuesta”.
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