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El 22 de febrero de 2015, después
de haber hecho pública una carta en la que se excusaba por las prácticas del
grupo que preside y se comprometía a hacer reformas, Stuart Gulliver, director
general del HSBC, se ha visto denunciado en el diario británico The Guardian que
revela que tuvo millones de dólares escondidos en Suiza.
Lo mismo que deportistas de élite,
artistas, empresarios y las famosas “amas de casa” encargadas por varios
defraudadores de llevar a Suiza los maletines de dinero negro, Stuart Gulliver
era cliente de la filial suiza del banco, acusada de ayudar a los ricos a
esconder su dinero, y en 2007 tenía 7,6 millones de dólares en una cuenta a
nombre de Worcester Equities Inc., sociedad registrada en Panamá.
Siempre según The Guardian, Gulliver,
director general de HSBC –banco que tiene la sede en Gran Bretaña y el
domicilio en Hon-Kong “por razones jurídicas y fiscales”-, figuraba como
propietario y beneficiario de esa cuenta. Un portavoz del HSBC ha manifestado
al Guardian que Gulliver utilizó su cuenta en Suiza para ingresar en ella unos
bonus financieros anteriores a 2003, fecha en la que se trasladó de Hong-Kong a
Londres, mientras que los abogados del banquero han declarado que pagó el
impuesto de ese dinero en HongKong y declaró la cuenta en Suiza en el fisco
británico. Según la revista Courrier International, en un artículo titulado
«Los viajes fiscales de Gulliver», el director general del HSBC sigue
domiciliado en Hong-Kong, pese a que trabaja en Londres desde 2003, y según el Financial
Times “disfruta de un estatuto de residente británico no domiciliado, dado que
está fiscalment domicliado en Hong-Kong, lo que le permite no declarar al fisco
británico ni rentas offshore, ni beneficios”.
The Guardian ha publicado la
información de los millones suizos de Gulliver justamente la víspera de que
compareciera para presentar la cuenta anual de resultados del HSBC; un acto que
siempre es motivo de felicitaciones, porque los resultados de los bancos
acostumbran a ser altamente satisfactorios para sus accionistas, pero que este
año se verá sin duda ensombrecido por el escándalo conocido como el
“SwisLeaks”, que están investigando tanto las autoridades fiscales británicas
como las judiciales helvéticas.
Pocas fechas antes, los diarios
británicos habían publicado a toda página una carta del director general de
HSBC, excusándose por el comportamiento de la filial suiza de la entidad y
asegurando que se encuentra “completamente reestructurada” desde 2007, cuando
el informático Hervé Falciani “robó y entregó a las autoridades francesas las
listas de los clientes del banco que tenían una cuenta en Suiza”.
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