En París se está juzgando estos
días a Dominique Strauss-Khan (DSK para los amigos y la prensa francesa),
profesor de Economía en Paris-X-Nanterre, exdiputado socialista, exalcalde de
Sarcelles, exministro de Comercio y de Economía y Finanzas y antiguo director
general del Fondo Monetario Internacional, pillado in fraganti en el Sofitel de
Manhattan, el 14 de mayo de 2011, agrediendo sexualmente a la camarera guineana
Nafisatou Diallo.
Hay que decir también que, en
puridad, DSK es en parte responsable de que Françoise Hollande ocupe la
presidencia de Francia. En mayo de 2011, cuando las cámaras del hotel
neoyorquino le grabaron desnudo, medio envuelto en el albornoz y metiendo mano
a la camarera negra, DSK era “el tapado” que el Partido Socialista (PS) francés
guardaba para las presidenciales del año siguiente. El mutis del político
“salido”, esposado y custodiado por dos policías camino de la comisaría, y más
tarde de los juzgados, alzó al estrellato a este Hollande, 60 años, que también
lleva ya protagonizados, en sus dos años largos de presidencia y muy a pesar
suyo, un par de líos de faldas (su ex compañera, Valerie Trierweiler, a la que
cometió la imprudencia de designar “primera dama” y se lo creyó, ha escrito un
libro donde le pone de hoja de perejil; el semanario amarillo Closer le pilló
saliendo muy de mañana, en moto y con la cara escondida en el casco, de un
apartamento prestado donde había pasado la noche en compañía de la actriz Julie
Gayet, 42 años, a la que aquí hemos visto recientemente en la película Quai
d’Orsay ).
Al señor Strauss-Khan no se le
juzga ahora por los acontecimientos de Manhattan, ni tampoco por dejar al PS
con el culo al aire (en este contexto, hay que advertir que se trata solo de
una expresión al uso). Lo del hotel de Nueva York se resolvió por la vía civil,
una vez fracasada la penal, a favor de la camarera –a quien por cierto los
medios franceses no siempre han tratado como se debía; hay quien ha llegado a
hablar del “cuento de hadas” que ha vivido: por lo visto alguien piensa que ser
pobre, emigrante, madre soltera y negra en un país que a diario da muestras de
racismo y xenofobia es equivalente a que el príncipe te despierte con un beso
en mitad del bosque y te lleve a palacio a la grupa de su caballo blanco-, quien
con la indemnización del millón de dólares que recibió de DSK como compensación
(después de que sus abogados se quedaran con un tercio) se ha comprado un local
en el Bronx, “Amina Restaurant”, donde sirve comida “africana, americana y
española”, abierto desde el mes de mayo de 2014 los siete días de la semana, a
partir de las cinco de la mañana y hasta las 3 de la madrugada, situado junto a
una mezquita y frente una iglesia pentecostalista.
Detenido y en arresto domiciliario
DSK en la exclusiva zona de Tribeca, en un apartamento que tuvo que comprar su
riquísima y muy digna mujer de entonces porque nadie quería alquilarles una
vivienda , el PS, huérfano de repente, echó mano de su entonces secretario
general, Françoise Hollande, para disputar la presidencia a Nicolas Sarkozy; y
la ganó pese al desgaste que supuso todo el “caso DSK” y los pocos mimbres con
que se adornaba entonces Hollande, un político que es cualquier cosa menos
carismático.
Al señor Strauss-Khan se le está juzgando
por una serie de noches locas –“de orgía y desenfreno”- en hoteles de
Washington y Lille, y en un apartamento que alquilaba en París, en la rue Iena
(distrito 7), cuando todavía vivía con su entonces mujer Anne Sinclair
-multimillonaria por familia, presentadora de televisión y periodista, oficio
al que ha regresado tras el divorcio, dirige la edición francesa del Huffington
Post- en un lujosísimo piso de varios cientos de metros cuadrados en el muy
exclusivo rincón parisino de la Place des Vosges, donde los portales blindados
dan entrada a las joyerías más caras del planeta. El cargo es “proxenetismo en
reunión agravado”.
En este proceso -el primero en el
que comparece un “cliente” de prostitutas (que el delincuente sea el cliente es
la reivindicación que mantienen distintos colectivos franceses, incluidos
algunos de las propias profesionales del sexo, como les gusta llamarse) y en el
que, en sentido más amplio, es la prostitución la que está sentada en el
banquillo-, los jueces intentan probar la participación de DSK en la
organización de esas veladas, el imputado se defiende argumentando que ignoraba
que las mujeres que asistían a ellas fueran prostitutas y los testigos de cargo
y de la defensa se reparten casi por igual entre “acompañantes”, que declaran
que todo estaba muy clarito, y un puñado de joyas de la delincuencia sexual y
el hampa internacional de la trata de blancas de alto standing, entre los que
se encuentran el francés Dominique Alderweireld, alias “Dodo la Saumure”,
propietario de varios prostíbulos en Bélgica, su compañera Béatrice Legrain, el
encargado de relaciones públicas del Hotel Carlton de Lille, René Kojfer y
David Roquet, antiguo director de una filial del grupo de empresas
constructoras BTP Eiffage, que al parecer disfrutaba pagando este tipo de
“caprichos” a DSK; todos ellos, presuntamente de momento, organizaron las
“fiestas”, participaron en ellas y aportaron “chicas” para hacer compañía, dar
color y efectuar prestaciones sexuales (entre las descritas por las propias
prostitutas a la policía se encuentra “una escabechina (carnage) con un montón
de colchones en el suelo”). Las declaraciones de los testigos han coincidido en
asegurar que las veladas tenían lugar “en función de las posibilidades de la
agenda de DSK”.
Ha sido uno de los procesos más
esperados durante tres años en Francia, no exento de morbo por la figura del
principal acusado a quien algún magistrado ha definido como “el rey de las
fiestas con prostitutas”, en el que se mezclan proxenetismo, abuso de bienes
sociales y estafa a nivel internacional, y en el que comparecen 14 acusados
representados por 21 abogados. De él, DSK puede salir disparado a la cárcel con
una condena de 10 años y multa de millón y medio de euros, o puede salir absuelto
si se considera que los hechos forman parte de la privacidad, suya y de las
prostitutas. Precisamente a causa de las dudas que existen acerca del final de
la historia, una de las características de este juicio es que, a la hora de
informar, los periodistas dudan sobre la pertinencia de algunas de las palabras
que emplean para explicar hechos bastante infrecuentes, como los que se juzgan;
así que han optado por revisitar a un clásico, el Marqués de Sade, y aderezar
sus crónicas con expresiones como “noches libertinas”, “orgía” o “garçonnière”,
y por titubear cuando toca hablar de “sodomía”.
Independientemente de cual sea el
resultado del juicio, que se conocerá a principios de marzo de 2015, la
sociedad ya ha juzgado a DSK no por unos supuestos hechos delictivos
(delictivos a todas luces), sino por un comportamiento “moral” que
mayoritariamente se considera “inmoral”, aunque él preferiría que la sociedad
viera como “amoral” su incuestionable adicción al sexo. Y sea cual sea la
sentencia, está claro que el señor Staruss-Khan, 65 años, hijo de una periodista
tunecina y un jurista judío y miembro del Gran Oriente de la masonería
francesa, no cumplirá diez años de cárcel. Habrá recursos, buena conducta y
otras eximentes.
¿Quién es Dominique Strauss-Khan?
Jugador de ajedrez y apasionado del
sky y rugby, Dominique Strauss-Khan pasó a formar parte del club de los poderosos
de occidente en noviembre de 2007 cuando fue elegido para dirigir el Fondo
Monetario Internacional; y estaba llamado a competir con Nicolas Sarkozy en las
presidenciales de 2012 cuando las acusaciones de una camarera de Manhattan
destrozaron su imagen. Detenido, acusado de 7 cargos, entre ellos intento de
violación y secuestro, le podían condenar a 70 años de cárcel en Estados Unidos
cuando dimitió de su cargo en el FMI, y el juez sobreseyó la causa penal.
Su detención, transmitida en
directo por las cámaras de todo el mundo, provocó un seísmo en la clase
política francesa, y en particular en el Partido Socialista donde era “el candidato
no declarado” desde hacía meses y donde, desde 1976, año de su ingreso, se
había forjado un amplio curriculum político: diputado, Ministro de Industria y
Comercio Exterior, alcalde de Secelles, consejero regional de Île-de-France, de
nuevo diputado, Ministro de Finanzas e Industria y pieza clave del gobierno
socialista de Lionel Jospin (1997/1999). En abril de 2002 pidió el voto para
Jacques Chirac, que en la segunda vuelta electoral se enfrentaba al
ultraderechista Le Pen. Europeo convencido, fue uno de los negociadores del
paso de las monedas nacionales al euro común. En 2007 se presentó a unas
primarias, que ganó Ségolène Royal. Fue entonces cuando gestionó su salto al
FMI.
DSK es diplomado por la Alta
Escuela de Estudios Comerciales de París (HEC) y el Instituto de Estudios
Políticos de Paris (IEP), está Licenciado en Derecho Público, es Doctor en
Ciencias Económicas y profesor de esta especialidad en la Universidad
Paris-X-Nanterre. Habla perfectamente inglés y alemán y tiene nociones de castellano
e italiano. Tras el escándalo en Nueva York y el divorcio ha fijado su
residencia en París, donde se le ve frecuentemente en compañía de una alta
ejecutiva del holding público France Televisions, ha creado un gabinete de
consulting, ha asesorado en temas de inversiones a distintos países, entre
ellos Marruecos y Serbia, e incluso creó un fondo de inversiones, LSK&
Partners, que no ha ido demasiado bien (una de las filiales, Assya Asset
Management, quebró) en el que tenía como socio a un tal Thierry Leyne, banquero
franco-israelí de 48 años que se suicidó el 23 de octubre de 2014, lanzándose
al vacío desde la ventana de una torre en Tel Aviv.
Antes, en agosto de 2013, el
digital de referencia de la izquierda francesa Rue 89 titulaba “Reconversión en
oro” un artículo, firmado por el periodista François Krug, acerca de cómo un
presunto y más que probable acosador sexual había hecho de sus vicios virtud y
creado una sociedad de consulting personal -con el significativo nombre de
Parnasse y sede social en el bohemio barrio parisino de Montparnasse, donde DSK
tiene alquilada una vivienda triplex- para gestionar su propio potencial
recuperando, y multiplicando en lo posible, los millones (en dólares) gastados
en pagar a algunas de sus siempre presuntas víctimas, y en cuyos estatutos se
lee que la actividad de la empresa consiste en dar “consejos, conferencias,
información en los terrenos económico, social, inmobiliario y político, tanto
en Francia como en el extranjero”. Con el resultado de que DSK, el hombre que
cambio un trono (*) por 9 minutos de sexo rápido y a la larga nada
satisfactorio, conseguía alrededor de 200.000 euros mensuales a base de
aconsejar a bancos estatales de países emergentes (China, Sudán, etc.) y
pronunciar lujosas conferencias para públicos muy selectos (según un documento
del Tribunal de Comercio de París, la sociedad Parnasse declaró en el último
trimestre de 2012 una cifra de negocios de 636.000€, con un beneficio de
216.000€).
(*) Siempre mantengo que la
francesa es la más monárquica de todas las Repúblicas conocidas.
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