Fang Bin, captura de pantalla de YouTube |
Según una información del
periodista Kocila Makdeche en el boletín
digital de France Télévisions del 18 de febrero de 2020, desde que comenzó la
epidemia de Covid-19 la policía china ha detenido a varios periodistas
independientes, disidentes políticos y filtradores de información, poniendo a
muchos de ellos en detención domiciliaria y cuarentena forzada. En las calles de Hong Kong hay grandes
retratos de algunos de los “desaparecidos”, entre ellos Chen Qiushi, Xu
Zhangrun, Xu Zhiyong, Li Qiaochu y Fang Bin.
Este último, un empresario
chino reconvertido en periodista independiente para informar de la epidemia en
Wuhan lleva sin dar señales de vida desde el 9 de febrero. ETHK, la televisión
pública de Hong Kong, ha informado de que fue detenido en su casa: unos
bomberos tiraron la puerta para facilitar la entrada de varios policías de
civil. Según ha dicho uno de sus familiares a la Agencia France-Presse “Fang
Bin ha revelado la realidad de la epidemia que el gobierno quería silenciar. Ha
peleado por la verdad. Las autoridades no han aceptado que un hombre les
desafíe de esta manera”.
Antes de desaparecer, las
autoridades chinas acusaron públicamente a Fang Bin de difundir “noticias
falsas” en un vídeo subido a YouTube el 1 de febrero –que no puede verse en
China-, en el que el cronista cuenta, en un hospital de Wuhan, los cadáveres en
sacos mortuorios que se encuentran en una camioneta. Después recorre los
pasillos del centro hospitalario hasta toparse con un hombre sollozante ante su
padre que acaba de morir. Poco después de difundir ese vídeo la policía se
presentó en su casa y le detuvo con la excusa de que podía haberse infectado en
su visita al hospital, acusándole también
de recibir dinero de organizaciones extranjeras para grabar vídeos, que
siguió publicando en las redes sociales hasta su desaparición el 9 de febrero.
Li Wenliang, el médico fallecido. Imagen de Facebook |
El caso más emblemático es el
del médico Li Wenliang, quien reveló al mundo la amplitud de la epidemia en los
últimos días de 2019, cuando las autoridades todavía intentaban esconderla, y
que antes de fallecer a causa de la enfermedad contraída en el hospital donde
trabajaba fue detenido y obligado a firmar una declaración en la que confesaba
“ser consciente de haber perturbado el orden social difundiendo rumores”.
Otro caso es el del abogado
de 34 años Chen Qiushi, del que su familia no tiene noticias desde el 6 de
febrero. Periodista independiente desde el año pasado cuando viajó a Hong Kong
para escribir sobre las manifestaciones pro-democracia, a finales de enero de
2020 se trasladó a Wuhan, justo antes de que se decretara la cuarentena para
toda la ciudad y con su teléfono móvil
grabó a los pacientes en hospitales, denunciando la falta de mascarillas y de
material para efectuar los análisis. Para Renee Xia, directora de la ONG Chinese
Human Rights Defenders (CHRD), con sede en Washington, Chen Qiushi –que había
conseguir eludir la censura y seguir publicando en YouTube y Twitter gracias a
un programa llamado VPN, que permite modificar la geolocalización- “es un
hombre muy valiente”.
En Wuhan, Chen Qiushi se
sintió amenazado inmediatamente. “A pesar de los riesgos –ha dicho uno de sus
amigos- considera que su deber de periodista es ver y dar testimonio de la
verdad”. En un vídeo publicado el 30 de enero confesaba sus temores: “Tengo
miedo. Por delante tengo el virus y por detrás al poder chino”. Cuando dejó de
responder a los mensajes, sus familiares acudieron a su apartamento y lo
encontraron cerrado. Tras el mensaje de su madre en las redes sociales pidiendo
ayuda, las autoridades la contactaron para explicarle que su hijo estaba en
cuarentena « por consejo médico”. La cuarentena terminaba oficialmente el
pasado 19 de febrero pero de momento no
se sabe nada de Chen Qiushi.
El autor del artículo de
France Télévisions continúa diciendo que es difícil saber cuántas personas,
menos conocidas que los mencionados, han
sido detenidas hasta ahora, aunque sí se sabe que muchas de las que han
publicado en Internet comentarios críticos con la gestión de la epidemia, según
el CHRD han sido conducidas a los puestos de policía “donde les han preguntado,
intimidado o puesto en situación de residencia domiciliaria vigilada con la excusa de la cuarentena”. Entre ellas,
el ex preso político y profesor de literatura Ren Ziyuan, condenado en 2006 a
diez años de cárcel por “subversión del poder del estado”, detenido el 13 de
febrero, y Xu Zhiyong, otra conocida figura de la contestación al poder chino, profesor
universitario y fundador de la ONG Open Constitution Iniciative, detenido el 15
de febrero.
Según un comunicado del
CHRD con fecha 7 de febrero, “351 personas han sido ‘castigadas’ por
propagación de falsas noticias. En muchos de los casos se produjeron
detenciones administrativas de tres a quince días”. Una información del diario
británico The Guardian, asegura que al jurista Xu Zhangrun, uno de los pocos
intelectuales reconocidos oficialmente que ha cuestionado públicamente la
política del presidente Xi Jinping, le han quitado “sus medios de
telecomunicación” y castigado a residencia vigilada tras publicar un “ensayo
apasionado” sobre la gestión de la epidemia, en el que denunciaba “un régimen
corrupto (…) que ha favorecido la ineficacia y el caos”. Consciente, finaliza
el artículo, del riesgo que corría acababa diciendo: “Ahora es fácil prever que
me sancionarán de nuevo. De hecho, este podría ser mi último artículo”.
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