El undécimo mandamiento es "no permanecer indiferente"
Miembros de una familia uigur. Foto Wikipedia.org |
La
organización no gubernamental Avaaz, defensora de los derechos humanos en todo
el mundo, ha iniciado una recogida de firmas (https://secure.avaaz.org/campaign/fr/uyghurs_in_china_loc/?tvbeghb&v=501080028&cl=16715451596&_checksum=d95840f79bcae1fc74f804addc2d8f634e6e6e790d5c435866264e9ccf72fe8e) que va presentar ante la ONU
cuando, en los próximos días, debata sobre la cada vez peor situación de la
minoría uigur en China.
“El
coronavirus ha situado a China en la primera página de la actualidad pero hay
otra crisis que el país intenta esconder al resto del mundo. Un millón de uigures
están detenidos y son adoctrinados a la
fuerza por las autoridades chinas. Las mujeres son brutalmente torturadas y violadas,
y los niños arrebatados a sus padres –dice el comunicado de la campaña-
Nuestros gobiernos tienen miedo de reaccionar pero nosotros no”. Avaaz quiere hacer
llegar la voz de los supervivientes –un millón de firmas, una por cada
detenido- a los parlamentos de todo el mundo, y presionar a las grandes
multinacionales para que se pronuncien en favor de la libertad de los uigures.
Hace décadas que el gobierno de Pekín ha
convertido a la minoría uigur, de religión musulmana, en su enemigo. De la
vigilancia ha pasado al control, a la represión y hoy “al encarcelamiento
masivo y el adoctrinamiento forzoso”. Una represión de tal índole exige una
enorme estructura tecnológica, tanto para la vigilancia de espacios públicos y
privados como para organizar las enormes bases de datos y ADN, lo que solo es
posible “con ayuda de las grandes multinacionales que proporcionan capital y
tecnología, a cambio de los cual las autoridades chinas les ofrecen trabajo
forzado y grandes beneficios” sobre las inversiones que hacen en el sector de
la vigilancia.
“Hace
poco, un superviviente del Holocausto sugería la creación de un “décimo primer
mandamiento para la humanidad: ‘No permanecerás indiferente’. Empecemos por
pedir a los gobiernos que obliguen a Pekín a respetar los derechos humanos del
pueblo uigur y conminemos a los inversores y directores de empresas a romper la
ley del silencio y no permanecer con los ojos cerrados”.
En
octubre de 2019, el canal francés de información continua C News (antigua
i-Télé) ofreció los resultados de un trabajo de investigación efectuado por el
diario estadounidense Washington Post sobre las mujeres de minorías en China en
el que hablaba de “violaciones, humillaciones sexuales, esterilizaciones y abortos
forzado”. Los testimonios, recogidos por la periodista Amnie Ferris-Rotman,
procedían de mujeres uigures y kazajas refugiadas en Kazakhstan, al otro lado
de la frontera china, que contaban haber sido obligadas a abortar contra su
voluntad en la provincia de Xinjiang; otras aseguraron que les colocaron
dispositivos anticonceptivos y muchas haber sido violadas o haber presenciado
violaciones, hechos que corroboran las organizaciones locales de defensa de los
derechos humanos (prohibidas) y algunos abogados disidentes “que aseguran que
se trata torturas frecuentes” en el país. Lo que lleva a la conclusión de que
las autoridades chinas van especialmente en contra de las mujeres uigures, y
más concretamente contra la posibilidad de que se reproduzcan.
El pasado 21 de febrero de
2019, Amnistía Internacional (AI) ha hecho pública una investigación que
demuestra que el gobierno de Xi Jinping sigue « intimidando a los uigures
y otros grupos étnicos musulmanes, incluso cuando se han marchado del país”:
“una represión –dice el comunicado- que va más allá de las fronteras”.
Las presiones, sistemáticas,
proceden de las embajadas chinas en el extranjero, mediante mensajes de
internet y llamadas telefónicas: “Incluso cuando los uigures y los miembros de
otras minorías han escapado de las persecuciones en Xinjiang, el gobierno chino
encuentra el medio de llegar a ellos, intimidarles (…) y presionar a otros
gobiernos para que les expulsen”.
Entre septiembre de 2018 y septiembre de 2019, AI ha
recogido información de 400 miembros de grupos étnicos, mayoritariamente
musulmanes, uigures, kazajos y uzbekos, instalados en 22 países :
« Sus relatos ponen de manifiesto el acoso y el miedo que viven
diariamente ». Varios uigures han declarado que las autoridades de
Xinjiang acosan a sus familiares, otros han contado que las autoridades chinas
les han contactado a través de aplicaciones de redes sociales para asustarles.
Recordemos que
desde 2017 China está llevando a cabo una campaña de detenciones masivas de
uigures, kazajos y otros grupos étnicos de mayoría musulmana en la provincia de
Xinjiang. « Se estima que al menos un millón de ellos se encuentran
detenidos en centros de ‘transformación por la educación’ o de ‘formación
profesional’, donde padecen numerosas violaciones de los derechos humanos”. En
los primeros días de esta semana, varios medios de comunicación internacionales
han recibido un documento oficial chino de 137 páginas, con información
detallada sobre personas originarias de Xinjiang, tales como sus costumbres
religiosas y sus relaciones personales, precisando si se encuentran en campos
de “reeducación”, o no.
“Aunque China continúa negando la existencia de campos
de internamiento, las pruebas que lo
demuestran se acumulan- sigue el comunicado de AI- Cualquier persona reenviada
a Xinjiang tiene muchas probabilidades de ser internada en un campo y de sufrir
graves violaciones de los derechos humanos. Todos los países que acogen
personas de la diáspora de Xinjiang deben adoptar medidas para protegerlas e
impedir que sean devueltas a la fuerza a China”.
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