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Sisier Lombard, Presidente de France Télécom juzgado |
Desde el lunes 6 de mayo de 2019, y cuando se han
cumplido casi diez años de una crisis social durante la cual se suicidaron varios
empleados de France Télécom (Orange desde 2013), su antiguo Presidente y
Director General, Didier Lombard, y otros seis cuadros y dirigentes – el director ejecutivo de recursos humanos Olivier Barberot, el ex director general adjunto Louis-Pierre
Wenes; la ex directora de acción territorial Nathalie Boulanger-Depommier, el
ex director territorial del Este de
Francia Jacques Moulin, el ex director de recursos humanos Guy-Patrick Cherouvrier
y Brigitte Bravin-Dumont, ex responsable
del programa ACT- se sientan en el banquillo para responder de la
acusación de “acoso moral” y “complicidad en acoso moral”. En total se les
imputan 35 suicidios, algunos de ellos en el lugar de trabajo, como
consecuencia de la puesta en marcha de un plan de despidos y traslados masivos.
Todos ellos han negado las acusaciones, explicando que
se trató de reaccionar a un contexto económico difícil y a un aumento
exponencial de la competencia en el mundo de la telefonía.
Todo comenzó en 2004 cuando el Estado redujo su
participación en France Télécom a menos del 50%. La privatización tuvo como consecuencia
una profunda transformación en la empresa y la necesidad de reducir gastos. En
2005, Didier Lombard, nombrado Presidente, diseña el plan de reorganización
NExT (Nueva Experiencia en Telecomunicaciones) y el plan ACT (Anticipación y
Competencias para la Transformación), este último destinado directamente a la
gestión de los “recursos humanos”. En 2006 anuncia su estrategia ante 200
cuadros de la compañía reunidos en París: en tres años se van a suprimir 22.000
puestos de trabajo sin despidos (la empresa tenía 110.000 asalariados), se va a
trasladar a 14.000 y a contratar a 6.000 “nuevos talentos”. Los 22.000 que van
a marcharse “lo harán en 2007 de una u otra manera, saldrán por la ventana o
por la puerta”, dice Lombard. Una frase que ahora los jueces califican de “funesta”.
Según la investigación judicial, los planes NExT y ACT
se tradujeron « en una política empresarial tendente a desestabilizar a
los trabajadores y a crear un clima anxiogénico”, con prácticas como “repetidas
incitaciones a que se fueran, cambios forzosos e incluso maniobras de
intimidación (…) que, en muchos asalariados, provocaron o acentuaron un
sufrimiento, cuyas manifestaciones adoptaron formas diversas, siendo la más
dramática el suicidio”.
En 2005, France Télecom abrió una “escuela de gestión”
para llevar a cabo el plan. Allí se formaron miles de cuadros en nuevos métodos
para convencer a los trabajadores de marcharse en seis etapas: la resistencia,
la descompresión, la resignación, etc. A la sexta, el trabajador debía estar a
punto para aceptar los cambios: “Los profesores explicaban que estábamos en
guerra –declaró un empleado al semanario Les
Inrocks- Sobre un plano de la batalla de Inglaterra de 1940, nos enseñaban
a un país atenazado por los nazis. Después, nos mostraban a France Télécom
atenazada por Free, por Bouygues, por Nokia…”. Entre las “astucias” para conseguir que los
trabajadores se marcharan estaban fijar objetivos irrealizables e incluso
retirar las sillas de la oficina para que cuando llegaran por la mañana descubrieran que su departamento se había
trasladado: “Algunos se vieron obligados a optar de nuevo por su plaza, oa
otros les rebajaron la cualificación y les colocaron a las órdenes de
subalternos. “Había que romper a las personas para conseguir que se fueran, ha
dicho a FranceInfo Sébastien Crozier,
presidente del sindicato CFE-CGC en Orange.
Algunos abandonaron la empresa. Entre los que quedaron
“se generalizó el sufrimiento”. Según los sindicatos y la dirección hubo 35
suicidios entre 2008 y 2009. El de un técnico de Marsella, que en 2009 denunció
“una gestión por el terror”, llevó el asunto a la primera página de los medios.
Didier Lombard habló de “una moda de suicidios”, una expresión que todavía no
ha lamentado bastante.
Y empezaron a publicarse una serie de dramas humanos:
Jean.Michel, de 53 años, se arrojó al tren el 2 de julio de 2008; Stéphanie, de
32 años, se arrojó por la ventana de su lugar de trabajo, el 11 de septiembre
de 2009. La víspera había enviado un correo electrónico a su padre: “Yo seré la
asalariada número 23 que se suicida…”. El 9 de septiembre de 2009, el técnico Yonelle
Dervin, a quien acaban de comunicar el traslado, se levanta en una reunión,
pide disculpas, saca un cuchillo y se lo clava en el vientre… Al parecer,
algunos cuadros intentaron avisar a sus superiores en distintas ocasiones, recibiendo
amenazas en cambio; también los sindicatos alertaron sobre los riesgos que
corría la salud de los empleados…Un especialista en medicina del trajo pidió la
ayuda de psicólogos al advertir “el enorme número de asalariados tratados con
antidepresivos y/o somníferos”. “Los mensajes de los sindicatos, de los
médicos, de los jefes de servicio, fueron todos deliberadamente ignorados”, resumió
el diario Le Monde.
La situación se prolongó durante varios años.
Dominique y Annie, ambas de 53, se ahorcaron en sus domicilios en 2010. Rémy,
de 56 años, se inmoló a lo bonzo delante de una oficina de la compañía en
Gironde, a donde fue trasladado en 2008… Los dirigentes que se ahora se sientan
en el banquillo tienen que responder de los casos de 39 trabajadores de France
Télécom que ha contemplado la investigación judicial: “diecinueve se
suicidaron, doce lo intentaron y ocho sufrieron depresiones severas”. Pero
según los sindicatos hubo más de 60 suicidios y más de 40 intentos, aunque no
pueden afirmar que todos se deban a las mismas causas. Sus responsables
declararon a FranceInfo que el final
de la “catástrofe” hay que situarlo en 2011, cuando Didier lombard renunció a
sus funciones de Presidente y Director general, llegó Stéphane Richard a la presidencia
del grupo y abandonó los planes MExT y ACT.
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