Portada del informe del UNFPA 2016 |
"La
educación de las niñas es la mejor inversión del mundo"
El Fondo de Naciones Unidas para la
Población (UNFPA) estima que en el mundo viven hoy unos 125 millones de niños
que tienen diez años. Entre ellos, algo más de 60 millones son niñas.
Actualmente, el “niño tipo” de diez
años vive en un país en vías de desarrollo. El 89% de ellos habitan en las
regiones menos avanzadas del mundo; la mitad en Asia y el Pacífico, y
especialmente en China e India. Uno de cada cinco vive en uno de los 48 países
que Naciones Unidas define como “los menos avanzados” (34 en África
subsahariana, 13 en Asia y Pacífico y 1 en América Latina y el Caribe). Según
UNICEF, 230 millones de niños menores de cinco años no tienen certificado de
nacimiento, lo que en el futuro le supondrá problemas a la hora de ir a la
escuela y acceder a los servicios sociales, encontrar trabajo o heredar.
Cerca de 35 millones de niñas que
hoy tienen 10 años viven en países donde no existe igualdad entre los sexos.
Seis de cada diez niñas viven en países que tienen normas discriminatorias. Por
comparación con sus hermanos, esas niñas tienen menos posibilidades de
completar la escolaridad, están más expuestas al riesgo de trabajar y al de que
las casen antes llegar a los 18 años, cuando no de sufrir la mutilación de sus
genitales, así como de padecer violencia conyugal y complicaciones relacionadas
con el embarazo.
Las niñas que ahora tienen diez
años están llenas de esperanzas y sueños de futuro, tanto si se encuentran en
países desarrollados, como en vías de desarrollo, si viven en ciudades, pueblos
o campos de refugiados, y si han crecido en un hogar pobre o acomodado.
Los países en desarrollo solo
podrán prosperar si mejoran las condiciones de sus niñas, cuyo potencial se
malgasta frecuentemente, según el informe anual del Fondo de Naciones Unidas
para la Población (UNFPA), publicado el 20 de octubre de 2016. Si se las apoya
en la infancia, esas niñas se convertirán en motores del desarrollo económico
de sus países, subraya el Fondo en el informe sobre “el estado de la población
mundial”. “En algunas regiones del mundo –explica el director ejecutivo del
UNFPA, Batabunde Osotimehin- una niña de diez años, en la puerta de la
adolescencia, ve posibilidades infinitas y empieza a hacer cosas que influirán
en su educación, más tarde, en su vida personal y profesional. En otros
lugares, en cambio, las perspectivas de una niña de diez años son muy
limitadas. Cuando entra en la pubertad, su familia, su comunidad, las normas
sociales y culturales, las instituciones y las leyes discriminatorias se cruzan
en su camino”.
Como prueba de ese potencial
malgastado, los países en desarrollo -donde vive el 90% de las niñas de diez
años- acumularían un “dividendo” de 21.000 millones de dólares anuales si todas
acabaran sus estudios secundarios. El UNFPA cita a los países árabes y el África
subsahariana -donde vive el 70% de las niñas de diez años- como los peores en
términos de escolarización de las niñas, sobre todo en la enseñanza secundaria.
En total “16 millones de niñas de entre 6 y 11 años no irán nunca a la
escuela”, el doble que en el caso de los chicos.
Riesgo
de violencia
Entre las soluciones para terminar
con las desigualdades, el UNFPA propone ayudar económicamente a las familias
que se comprometan a escolarizar a sus niñas y entregarles bicicletas para que
puedan acudir al colegio. Por otra parte, el UNFPA señala que la ausencia de
instalaciones sanitarias hace que en muchos lugares las niñas no vayan a la
escuela los días en que menstrúan.
“Lo que está en juego es la reducción
de la pobreza”, dice el informe que pide que en todos los países se establezcan
los 18 años como edad mínima para el matrimonio “para evitar que las
adolescentes abandonen la escuela cuando las casan”. Los autores del informe
recuerdan que las niñas están expuestas «a la violencia, prácticamente en todas
partes: cuando van a buscar agua o leña, en el camino a la escuela o al
mercado, e incluso en clase. Si las niñas de diez años no constituyen una
prioridad, en 15 años constataremos que una vez más hemos fracasado con una
generación de niñas (…) y ninguna excusa podrá justificar ese fracaso».
El futuro de las niñas que tienen
diez años en 2016, es un desafío para la estabilidad y el crecimiento, según el
informe. De aquí a 2030, el mundo podrá ofrecer un clima totalmente distinto a
esas niñas. Si los objetivos de Naciones Unidas para un desarrollo inclusivo se
realizan en los próximos quince años, cada niña que hoy tiene diez años se
sentirá protegida y tendrá asegurada la sanidad y la escolaridad. Nadie volverá
a casarla o mutilarla contra su voluntad y no estará en desventaja con los
muchachos de la misma edad.
En 2030, las niñas que hoy tienen
diez años tendrán 25. Serán unas jóvenes autónomas que podrán cambiar el mundo.
Pero, para conseguirlo, primero el mundo habrá tenido que cambiar para ellas.
“Tenemos -se lee en el informe- muchas razones para situar a las niñas en el
centro de ese proceso cuyo objetivo es no dejar a nadie por el camino.
El
potencial de las niñas de 10 años
Invertir en la salud de una niña de
diez años, como en la de todas las mujeres y jóvenes, es fundamental para el
crecimiento económico. Una niña sana será una mujer sana. Está más que
demostrado que las políticas que favorecen la mejora de la salud, la educación
y la participación de las mujeres en el mundo del trabajo, aparte el hecho de
se trata de iniciativas siempre loables, puede contribuir a crear familias y
naciones sanas, más instruidas y prósperas.
Las niñas que hoy tienen diez años
están llamadas a convertirse mañana en dirigentes ejemplares, trabajadoras
productivas, científicas, artistas, escritoras… y madres, que contribuirán a la
prosperidad y el dinamismo de las sociedades. Pero a los diez años “una niña es
vulnerable. Está peleando con el paso a la edad adulta, experimenta cambios
fisiológicos y psicológicos rápidos, y en ella se centran las esperanzas de su
familia y de la sociedad. Aunque los riesgos son tan numerosos para los chicos
como para las niñas, la discriminación sexista los agrava. “Con frecuencia, las
políticas públicas se centran en los niños muy pequeños en los adolescentes
mayores, y no prestan la atención adecuada a los riesgos a que se ven expuestas
las niñas de diez años”.
El punto de inflexión de los diez
años simboliza no solo un momento decisivo en la vida de una niña, sino también
de toda una nación. A esa edad se determina una gran parte de lo que esas
adolescentes querrán y conseguirán, entre otras cosas la capacidad de hacerse
cargo de su vida. Para mejorar las perspectivas de futuro de esas niñas es
imperativo que reciban una educación de calidad así como información sobre
salud sexual adecuada a su edad, que desaparezcan los matrimonios infantiles,
que se creen programas para prevenir y combatir la violencia sexista, y que
reciban una alimentación apropiada. Invertir hoy en programas de apoyo a las
niñas de diez años es una forma de luchar para evitar que cuando lleguen a la
edad adulta se encuentren con alguno de los problemas acuciantes de hoy, como
la pobreza, la exclusión y las enfermedades crónicas.
Proteger
a las niñas contra prácticas nefastas
Cada día, en el mundo casan a cerca
de 47.700 niñas menores de 18 años, normalmente sin su consentimiento. En algunos
países, la aparición de la primera menstruación significa que se la puede casar
contra su voluntad. Por eso hay que establecer medidas que protejan a las niñas
antes de la pubertad. El centro internacional de investigación sobre las
mujeres ha evaluado 23 programas de prevención de matrimonios de niñas llegando
a la conclusión de que se han conseguido resultados satisfactorios en los casos
en que existía una información previa y se habían creado redes de apoyo; el
resultado es peor cuando se intenta resolver el problema de los matrimonios
infantiles a gran escala, por ejemplo modificando algunas leyes. La realidad
parece demostrar que los programas que ayudan a las niñas de familias modestas
a continuar la escolaridad reducen la incidencia de los matrimonios forzados.
Proporcionar mayor autonomía social
y económica a las niñas de diez años beneficia a las propias niñas y aumenta el
potencial de transformar su comunidad; pero para conseguir esa autonomía
primero hay que suprimir los obstáculos a la igualdad, que son muchos y
complejos, y transformar las actitudes negativas. Los programas que tienen en
cuenta que los roles de hombres y mujeres, y las relaciones que mantienen unos
con otros, están estrechamente ligados al contexto cultural, religioso, económico,
político y social, tienen más efectos positivos.
La comunidad internacional ha
asumido una serie de compromisos al respecto, en el marco del Programa de
desarrollo sostenible de la ONU para el horizonte de 2030, que firmaron los 193
países de Naciones Unidas en 2015 y que representa un avance único en la
historia del consenso mundial en materia de desarrollo, ya que en principio lo
van a aplicar todos los países, ricos, pobres o en vías de desarrollo. El
programa define una trayectoria de transformación basada en los derechos
fundamentales y la inclusión de la totalidad de las personas, y se inscribe en
la sostenibilidad, a fin de que todos los recursos utilizados hoy de manera
racional puedan utilizarlos las generaciones futuras. Para los próximos quince
años, el programa ha establecido 17 objetivos de desarrollo sostenible y 169
objetivos. Por primera vez en la historia, el programa para el horizonte 2030
compromete explícitamente a todos los países a no dejar a nadie al margen del
camino al desarrollo.
Transformar
nuestro mundo
El Programa de desarrollo
sostenible para el horizonte de 2030 pretende acabar con todas las formas de
pobreza y discriminación y transformar nuestra forma de vida, para que todo el
mundo pueda disfrutar de sus derechos y vivir dignamente. El UNFPA tiene un
papel importante en la realización de los objetivos relativos a salud,
educación e igualdad de sexos.
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