“Népszabadság” (“Libertad del
pueblo”), el principal periódico de oposición húngaro, ha dejado de publicarse
el sábado 8 de octubre de 2016, oficialmente por razones económicas. Según la
oposición al autoritario primer ministro Viktor Orban, ha sido un golpe de
estado contra los periodistas que llevan años criticándole, informa desde
Budapest la corresponsal del diario francés Libération, Florence La Bruyere.
De nuevo, una muerte anunciada.
Como siempre, cuando un periódico desaparece algo nuestro se marcha con él.
“Es el final de una agonía
económica o una ejecución política? En todo caso, una suspensión brutal”. El
periódico pertenece al grupo Mediaworks (que edita también el diario económico “Világgazdaság”
y el diario deportivo “Nemzeti Sport”), propiedad del magnate austriaco
Heinrich Pecina; la empresa asegura que solo razones económicas han llevado a
suspender la publicación de un mascarón de proa de la prensa húngara, que
llevaba sesenta años en los kioskos y tiraba 37.000 ejemplares diarios (lo que
representaba una caída en las ventas del 70% en los diez últimos años).
Pero la oposición ha dicho que el
sábado fue “un día negro para la prensa” y ha denunciado el cierre como
“maniobra política del nacional-populista Viktor Orban para cargarse el
periódico de centro izquierda” que empezó su andadura como órgano del partido
único bajo el régimen comunista y que, a pesar del descenso de lectores, seguía
siendo una importante voz crítica “y se mantenía en la primera fila de los diarios
nacionales”.
Concentración de periodistas de Nepszabadság |
Para los periodistas ha sido un
mazazo. El viernes anterior al cierre, todos los trabajadores del grupo se
despedían del local ante la inminencia de un cambio a otro enclave más barato:
“Habíamos encargado pizzas para hacer una fiesta el domingo, 9 de octubre,
fecha en la que debíamos instalarnos en los nuevos locales. Y el sábado por la
mañana llegó la ducha fría: no funcionaban los correos electrónicos y estaba
cerrada la página web del periódico. El domingo, los vigilantes nos impidieron
la entrada en el nuevo edificio”, ha dicho a la corresponsal de Libération
Andras Dési, miembro de la redacción desde hace veintiséis años.
Después, los trabajadores
recibieron una carta en la que les anunciaban que siguen siendo empleados de
Mediaworks, aunque temporalmente relevados de sus funciones. En la página web,
que vuelve a estar activa (www.nol.hu), la
dirección asegura que la suspensión es el preludio de una reestructuración por
motivos económicos, ya que el periódico ha perdido más de 16 millones de euros
desde 2007.
Según la periodista francesa, hace
meses que circulaba un rumor asegurando que Viktor Orban estaba negociando con
el propietario Heinrich Pecina. Y según el sitio independiente 444.hu se había
alcanzado un acuerdo por el que Meadiaworks liquidaría en primer lugar el “Népszabadság”,
considerado demasiado izquierdoso, y después la derecha compraría la docena de
periódicos regionales que posee Mediaworks. Uno de los presuntos compradores
sería Lőrinc Mészáros, un ex técnico calefactor que en pocos años se ha
convertido en uno de los oligarcas más ricos del país y al que alguna prensa
considera “el hombre de paja de Orban”.
“De confirmarse -continúa la
información del diario Libération- no haría más que corroborar el creciente
control de Viktor Orban del paisaje mediático húngaro. Tras hacerse, cuando en
2010 regresó a los negocios, con el audiovisual público y transformarlo en una
máquina de propaganda, el hombre fuerte de Budapest ha comprado, por
intermediación de oligarcas amigos, medios privados como el canal comercial YV2
y el primer portal virtual del país, Origo. Ha rediseñado totalmente el paisaje
radiofónico: las radios liberales se han quedado sin frecuencia, que ha pasado
a otras emisoras serviles, y han aparecido nuevos periódicos y sitios de
Internet de derecha y extrema derecha, fundados por el consejero de
comunicación de Orban, que viven de la generosa publicidad de las empresas
estatales.”
Aún quedan algunas publicaciones
independientes, pero ¿hasta cuándo?, se pregunta la periodista; la respuesta le
llega de Agnes Urbán, profesora en la Universidad de Corvinus: “El paisaje
mediático húngaro está hoy mucho más cerca del modelo ruso que del modelo
europeo”.
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