« Este extraño híbrido no renueva e3l mito, lo recicla, lo comenta y lo exagera, insuflándole la melancolía de un cuento popular en fase terminal » (Télérama).
El Conde Drácula es seguramente el personaje literario que ha conocido más versiones cinematográficas, unas más acertadas que otras, pero todas con sus ataúdes, sus increíbles colmillos para comerte mejor en el cuello, con sus ristras de ajos que huelen hasta la fila siete del patio de butacas y sus estacas que van derechitas al corazón de alguien que, con toda probabilidad y vistas sus aficiones, seguramente carecía de ese músculo que da tanto juego.
Con más de cuarenta años de trayectoria profesional
a sus espaldas, el francés Luc Besson («Nikita », « El quinto
elemento », “Le Grand Bleu”, “Dogman”) se ha sumado este año a la larga
lista de realizadores -más de treinta- que,
casi desde los primeros tiempos del cine, han trabajado sobre el legendario
personaje que es Drácula adaptando la novela del irlandés Bran Stoker, publicada en 1897, sobre el más
famoso de los vampiros literarios: Vlad III, príncipe de Valaquia, apodado “El empalador” .
Luc Besson ha situado
la acción a su « Drácula » en el París de 1889 en el momento en que la
capital francesa, que acaba de estrenar su Torre Eiffel, celebra el centenario
de la Revolución Francesa. Pero antes hay que regresar a la Transilvania
medieval donde el príncipe Vladimir y su mujer Elisabeta vieron destrozada su
historia de amor cuando, en una batalla contra los otomanos, la princesa caía
en una emboscada y resultaba mortalmente herida.
Roto de dolor, el príncipe
Vladimir acusa a la religión de ser la culpable de sus males, reniega de Dios y este le obsequia con la
maldición de vivir eternamente. A partir
de entonces, condenado a vagar solitario a través de los siglos, Vladimir, Vla, se convierte en Drácula y anda
buscando a su amada en otras épocas, lo que le lleva hasta la Francia del siglo
XIX y a una mujer llamada Mina.
La
película es “la historia de amor jamás contada del infame vampiro”, que desafiará
al destino y la inmortalidad buscando a su amor perdido. Paisajes góticos,
trajes suntuosos y decorados grandiosos colaboran en la fabricación de un cuento épico y romántico.
Ese es
el aspecto de la historia de Drácula que
más ha interesado al realizador Besson, mucho más que el monstruo sediento de sangre que vimos
en anteriores películas: “De hecho –ha explicado- es una historia de amor a lo
Romeo y Julieta. Yo creo que es divertido contar esta historia de amor teniéndolo
en cuenta, y no hablar solo de colmillos, dientes de ajo y crucifijos (…) Se
trataba de jugar un poco con los tópicos del vampirismo”.
Entre
romance gótico, película de época y horror convencional, este “Drácula” (1) utiliza
el cuento del vampiro como pretexto para una turbulenta historia de amor que no
ha convencido a la crítica francesa –tampoco a mi- “con su adaptación clásica y
estereotipada de la obra universal” , acusada
de partir de un guion grandilocuente y falto de coherencia, que está interpretado
por los actores estadounidenses Caleb Landry Jones (“Dogman”)
y Zoë Bleu (“Sexo, mentiras y vampiros”, Signs of love”), el alemán Christoph
Waltz (“Gloriosos bastardos”, “Django desencadenado”, “Pinocchio”, “No Time To
Die”), el músico francés Guillaime de
Tonquédec y la actriz y cantante italiana Matilda de Angelis (“La increíble historia
de la isla de las rosas”, “Veloz como el viento”).
(1) “Drácula” de Luc Besson
llegará a los cines madrileños el próximo viernes 21 de noviembre de 2025.

.gif)
No hay comentarios:
Publicar un comentario