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“La doncella del lago” nos habla de las fábulas, del primer amor verdadero, del drama vital, de las leyendas, de la necesidad de no perder totalmente la inocencia infantil, de la naturaleza como principio y final de todo y también de que debemos mirar hacia el futuro sin perder el respeto a nuestros ancestros (…)”. (Gabriel Menéndez, elcomercio.es). |
“Magnífica, trágica, importante” según el comentario que ha dejado un espectado en Internet, “La doncella del lago” (“River Returns”) -
Premio
del Jurado Joven al Mejor Largometraje en el reciente Festival de Cine de
Gijón, Orient Express Award a la Mejor
Película en el Porto International Film Festival, y Premio del Jurado a la
Mejor Narrativa en el Lighthouse International Film Festival que se celebra en
Long Beach Island (Estados Unidos)- del director japonés Masakazu
Kaneko (“Ring Wandering ”,
“Los árboles de Albinos”), es
una obra poética que invita a la reflexión sobre el peso del legado cultural
japonés en relación con la naturaleza.
El reparto principal de “La doncella del
lago” está encabezado por Sanetoshi
Ariyama, Asuka Hanamura (“City Hunter”) y Yo Aoi (“Prisioneros de Ghostland” y en el equipo destaca Masakatsu Takagi, famoso
músico japonés reconocido por su estilo poético y ambiental, autor de bandas
sonoras para películas de animación (“Wolf Childre” , “The Boy and the Beast” ,
“Mirai”),
así como para el documental “The Kingdom of Dreams and Madness”,
sobre el célebre Studio Ghibli.
En el
verano de 1958, un niño llamado Yucha, que vive en un pueblo amenazado por los
tifones, escucha la leyenda local de Oyo, la joven enamorada del tornero (artesano
de la madera) Saku que con su grupo recorre el mundo esculpiendo cuencos de madera
y, según piensan los sedentarios aldeanos, apropiándose de los recursos locales
y huyendo cuando los agotan. Con el
corazón destrozado por la prohibición de casarse con él, Oyo se suicida ahogándose en un estanque azul que
se forma entre las montañas. La leyenda añade que, desde entonces, el dolor de
Oyo provoca graves inundaciones, que se repiten cada cierto tiempo.
Yucha
tiene una madre enferma, un padre que trabaja para una constructora y se gana
la vida abatiendo árboles viejos y plantando nuevos, y no consigue reunir el
dinero necesario para curarla, y una abuela que venera las montañas y los seres
que las habitan. Yucha y su familia respetan costumbres ancestrales, como rezar
después de talar los árboles o el arte de fabricar objetos con la madera, y la
creencia de que, en tiempos pretéritos, la vida estaba mucho más en armonía con
la naturaleza.
Cuando
se aproxima un enorme tifón. Yucha decide enfrentarse a sus miedos y emprender
un peligroso viaje, con la intención de calmar al espíritu que amenaza a su
pueblo. La película comienza cuando Yucha le pregunta a su padre de donde viene
el agua. La respuesta que le da es que el agua viene del cielo, se cuela en la
tierra resbalando por las ramas y las hojas de los árboles y, de esa manera,
llega a los ríos. El niño plantea entonces la cuestión de lo qué pasaría si se
cortaran todos los árboles. El padre le explica que solo se eliminan y utilizan
los árboles que se han vuelto inútiles.
Este es
el punto de partida para hablarle a Yucha de los tifones violentos y
devastadores que los habitantes de la aldea atribuyen al espíritu vengativo de
Oyo, personaje del pasado que revive en cada tempestad.
En
realidad, son dos pasados los que se combinan en el guion de “La doncella del lago”: el de la leyenda, que
se remonta muy atrás, y el de los años
1950-60 de la posguerra, la reconstrucción del país y la prosperidad económica.
Mediante vueltas atrás en el
tiempo, su realizador nos va explicando, como en los cuentos de hadas, la
historia de amor de la aldeana Oyo y el tornero, el escultor de la madera que
viene de la montaña.
Simple y sincero, “La doncella del lago” (1) es un drama
onírico y fantástico –que según algunas fuentes japonesas tiene sus orígenes en
el sintoísmo (“sistema japonés de creencias indígenas”)- que cuenta con una
fotografía magnífica y busca el punto de encuentro de tradición, humanidad y
espiritualidad con la inconsciencia que nos está llevando a la destrucción de
la naturaleza. Lo mismo que ocurre con el conflicto entre modernidad
capitalista y espiritualidad “premoderna”
La inocente historia del
pequeño Yucha esconde en sus entretelas la manera en que las normas sociales
pueden mantener a grupos compactos al margen de la realidad, lo mismo que las
consecuencias de la intervención humana sobre la naturaleza.
Masakazu Kaneko, aventajado
alumno del guionista y realizador Takahisa Zeze (« La tierra
prometida ») premiado en varios festivales internacionales, nos ofrece una
película, a mi entender demasiado larga (casi dos horas) que, por el formato
elegido, recuerda las historias de los
fuegos de campamento, en torno a una hoguera.
(1)
« La doncella del lago » se va a estrenar en Madrid el próximo
viernes 14 de noviembre de 2025.

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