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El realizador estadounidense Francis Lawrence (“Soy leyenda”, varias entregas de “Los juegos del hambre”), ha sido el encargado de adaptar a la gran pantalla “La larga marcha”, la película encargada de clausurar el 58 Festival de Sitges, un thriller que habla de un mundo distópico donde un grupo de adolescentes arriesgan su vida por dinero participando en una brutal carrera, una especie de lotería donde solo hay un ganador y no existe línea de meta. Las reglas son muy simples: si bajas la velocidad de
5 kilómetros por hora, te darán un aviso. Si te paras, te darán un aviso. Si
das la vuelta, te darán un aviso. Al tercer aviso, recibes tu pasaporte. Solo
uno de los jóvenes sobrevivirá. Adaptación de una novela sombría publicada en 1979 firmada
por Richard Bachman, pseudónimo de Stephen King, que ha estado durmiendo en
un cajón todos estos años (si bien ha habido un par de intentos de frustrados
de trasladarla a la gran pantalla), “La larga marcha” es una producción
realizada con actores poco conocidos – David Jonsson, Chalie Plummer, Cooper
Hoffman (1), Mark Hamill, Garrett Wareing, Roman Griffin Davis y Ben Wang- y
un presupuesto modesto, que pone el acento en el aspecto humano, en la
celebración de la amistad en la adversidad, y en la tragedia brutal más que en lo que podría
tener de espectacular. Divididos entre el deseo de ganar y el de mantener
a salvo a sus amigos, a medida que los participantes en la angustiosa
carrera se adentran en el peligro incesante de la marcha, entablan una
amistad profundamente conmovedora. Con cada angustioso paso, los concursantes
se enfrentan a preguntas sobre qué hace que la vida merezca la pena, qué
convierte a un extraño en un hermano y de dónde sacan la fuerza para
continuar, mientras forjan vínculos que serán difíciles de olvidar. En un régimen que se parece como
una gota de agua al actual de Estados Unidos, totalitario y distópico, la
población vive oprimida por los militares y la enigmática figura de “El Comandante”
(un personaje que es como una simbiosis de Maduro, los hermanos Castro y
Donald Trump). El joven Garraty se despide de su madre –a su padre le
fusilaron por “tener ideas”- para participar en « La larga marcha »,
una competición que cada año moviliza a cien participantes -que en la
película han quedado reducidos a cincuenta, uno por cada estado de la Unión- en nombre del patriotismo y el orden
establecido, que se retransmite por la televisión en directo y es seguida por
miles de personas empobrecidas y desmoralizadas. El ganador –un solo
superviviente- recibirá una importante suma de dinero, que cambiará su vida, y además se le concederá cualquier deseo que
tenga. El resto, los perdedores, serán ejecutados sin piedad por los miembros
del convoy militar que, dirigido por el Comandante, les acompaña en todo
momento. A medida que avanzan por la carretera (2) Garraty establece amistad
con varios de sus compañeros. Fábula cruel sobre una
prueba inhumana en unos Estados Unidos
distópicos, parábola de un país que en el momento en que fue escrita enviaba
a sus jóvenes a morir en la guerra de Vietnam, visión funesta de un futuro
macabro, “La larga marcha” (3) suena en este momento como una necesidad de
resistencia frente a la barbarie rampante, una advertencia seria frente a las
oleadas de fascismo que van impregnando poco a poco nuestras sociedades. (1) Hijo del difunto gran actor Philip Seymour
Hoffman, fallecido a los 46 años tras una intoxicación aguda debida a la
ingesta de varias drogas y medicamentos.
(2) Según la promoción, los actores caminaron realmente
24 kilómetros diarios bajo un sol de plomo –su fatiga era palpable- hasta recorrer un total de 640 kilómetros al
finalizar el rodaje. (3) “La larga marcha” se estrena en Madrid este
viernes 14 de noviembre de 2025.
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