Portada de uno de sus primeros discos
Banda sonora de mi adolescencia, Françoise Hardy ha
fallecido a los ochenta años este martes, 11 de junio de 2024. Ha sido su hijo,
el músico Thomas Dutronc, quien ha comunicado el fallecimiento de la más
melancólica de las cantantes yé-yés con un lacónico « Mamá se ha ido »
en las redes sociales.
Ferviente defensora de “la muerte digna”, desde hace
varios años reclamando a gritos una eutanasia, que no acaba de aprobar la
Asamblea Nacional francesa, para el cáncer que padecía desde 2004 –transformado
en una pesadilla de metástasis que había silenciado su voz definitivamente
mucho antes de que su cuerpo dejara de responder-, François Hardy, la imagen icónica
de la chica francesa longilínea de flequillo, melena castaña y rasgos bellísimos –“la novia
que todos queríamos”, me decía ya en el siglo veintiuno un circunspecto Román
Reyes, catedrático de sociología-, una de las más internacionales
representantes de la chanson française
de los sesenta y setenta, conoció el éxito a los dieciocho años con la
composición propia “Tous les garçons et les filles”, a la que seguirían temas
inolvidables como “Mon amie la rose”, “Le temps de l’amour” o “Comment te dire
adieu”(esta última escrita por Serge Gainsbourg en 1968, el año de todos los
posibles), hasta el último álbum titulado “Personne d’autre”, editado en 2018 como
el número veintiocho de una larga carrera y que , como toda su extensa obra,
está “ impregnado de las sensaciones de
una vida conyugal” muy atípica, iniciada en 1981 con el compositor e intérprete Jacques Dutronc
cuando el hijo de ambos, Thomas, había cumplido
ocho años.
Nacida en París en enero de 1944, hija de madre
soltera y un padre miembro de la Resistencia y embarcado en otro matrimonio,
que no la reconocería hasta muchos años después, “frágil y tímida” soñaba, en la
casa del distrito nueve parisino donde creció e inventaba canciones con los
tres acordes de guitarra que conocía, con “grabar un disco, lo que me parecía
imposible”.
A los
diecisiete años firmó su primer contrato con el sello Vogue (que ya contaba con
la figura emergente de Johnny Hallyday), grabando el primer 45 revoluciones con
la versión de una canción estadounidense y dos títulos más uno de los cuales, “Tous
les garçons et les filles”, fue la canción que le ascendió a la categoría de
cabeza de cartel, interpretada en una pausa televisiva del programa que daba
cuenta del resultado del referéndum que en octubre de 1962 establecía la
elección del Presidente de la República francesa por sufragio universal. Había
nacido un ídolo con todas las ventajas e inconvenientes habituales, incluido un
« club de fans », institución que se consolidó en aquellos años como
indispensable para todos los cantantes que tuvieran vocación de perdurar.
Françoise
Hardy participó en el Festival de Eurovisión del año siguiente con la canción “L’amour
s’en va”, representando al principado de Mónaco y quedando en quinto lugar, lo
que le facilitó saltar la frontera
transalpina y el Canal de la Mancha con versiones de éxitos italianos, alemanes
e ingleses, llegando a entrar en las
listas de hits británicos con recreaciones de canciones de los Beatles, un
cuarteto formado por cuatro amigos de
Liverpool que también empezaba a abrirse paso en las emisoras de radio del
continente europeo.
Con
apenas veinte años, Françoise Hardy no solo canta, también se convierte en
representante de la moda vanguardista francesa posando para las portadas con
minifaldas, botas y pailletes, con
modelos de los grandes modistos Yves Saint-Laurent o Paco Rabanne mientras que,
al mismo tiempo, comienza a dar los primeros pasos en el cine con segundos
papeles en películas como “Un castillo en Suecia” de Roger Vadim, “Une balle au
coeur” de Jean-Daniel Pollet, “Grand Prix” de John Frankenheimer, “Quoi de neuf
Pussycat?” de Clive Donner, “Masculino, femenino” de Jean-Luc Godard y “Si c’etait à refaire” de Claude Lelouch,
con la que en 1976 puso el punto final a una incipiente carrera de actriz que
nunca llegó a despegar.
Tras perder un juicio contra el sello
discográfico Vogue, que se quedó con los derechos de autor de todas las
canciones producidas entre 1962 y 1967, y fundar la productora Asparagus, François
Hardy se unió sentimentalmente con Jacques Dutronc, a quien había conocido en
Córcega. De lo que fue una apasionada relación nació en 1973 Thomas, un hombre
joven que ha heredado rasgos físicos tanto de su padre como de su madre, y que
hoy es uno de los compositores e intérpretes con más talento del panorama
musical francés. La pareja se separó en 1991 sin llegar a divorciarse nunca.
Después de unos años en los que
los discos de Françoise Hardy no conseguían las deseadas cuotas de mercado, el
autor y compositor Michel Berger le facilitó un nuevo salto a la gloria con dos
canciones, incluidas en el álbum “Message personnel”, que volvieron a situarla
en los primeros puestos de las listas.
Tras el álbum “Décalages”, Françoise Hardy
empieza a componer para otros músicos y escribe libros sobre astrología, una
disciplina que ha seguido cultivando. Con “Clair Obscur” gana el Gran Premio de
la Sacem (sociedad de autores, compositores y editores). Es un álbum de
versiones en el que su hijo le acompaña a la guitarra. En 2005 gana el título
de Intérprete femenina del año con “Tant de belles choses” y más tarde recibe
la Gran medalla de la Canción, un premio que entrega la Academia Francesa.
Con un cáncer del sistema línfático ( enfermedad
de Hodgkin) diagnosticado,
Françoise Hardy sigue sacando discos – “Paréntesis”, “La pluie sans parapluie”,
“L’Amour fou”…- y escribe « Le désespoir des singes… et autres bagatelles »,
unas memorias en las que habla de su especial relación con Jacques Dutronc o de
la eutanasia de su madre.
En 2015 se agrava su estado. En el hospital pasa
por un coma artificial, una experiencia muy fuerte que cuenta en el libro « Un
cadeau du ciel » y, pese a haber anunciado que abandonaba definitivamente la
carrera musical, en marzo de 2018 publica el álbum “Personne d’autre” “un disco
sombrío y luminoso a la vez” que, esta vez sí, es el último de sus trabajos.
Jacques y Thomas, exmarido e hijo, dedican a
Françoise Hardy la gira de conciertos “Dutronc & Dutronc” que efectúan entre
2022 y 2023 –recogida en un álbum que incluye viejos temas del padre como “Et
moi, et moi, et moi” o “L’opportuniste”, canción que confirma el lado más
anarquista de su autor, acompañados de una colección de espléndidos videoclips-,
al tiempo que confirman que la salud de Françoise ha alcanzado el estadio de “muy
preocupante”, tal y como ella misma confió poco antes en el micrófono de RTL: “Mi
vida se ha convertido en una pesadilla”. En ese momento había pasado ya por
cuarenta y cinco radioterapias, había dejado de salivar y le fallaba la irrigación
del cerebro.
En abril de este año 2024, varias intérpretes de
las últimas hornadas, entre ellas las figuras ascendentes de Clara Luciani y
Zaho de Sagazan, le rindieron homenaje en el festival Printemps de Bourges, un
acontecimiento anual dedicado a las músicas actuales al que François Hardy,
quien había cumplido 0chenta años en febrero, no pudo acudir por encontrarse “muy
cansada” y desear “acabar pronto y de
manera rápida (…) marcharme a la otra dimensión lo más, pronto, lo más rápido y
lo menos dolorosamente posible”
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