“No podemos volver atrás y cambiar todo desde el principio, pero podemos empezar dónde estamos y cambiar el final” (C.S. Lewis, instructor de Oxford y apologista cristiano)
Año 1939. Los alemanes han invadido Polonia, presagio del comienzo de la Segunda Guerra mundial. Refugiado en Londres, el psiquiatra judío alemán Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y uno de los ateos más categóricos del siglo veinte que solo cree en la ciencia, recibe al escritor irlandés C.S. Lewis´ (1898-1963), entonces un apologeta del cristianismo convertido al anglicanismo a los 32 años tras una vida de ateo, profesor de literatura en Oxford, quien llega tarde al encuentro porque, en la estación, los trenes iban abarrotados de niños que estaban siendo evacuados.
Esta
secuencia –que es una hipótesis imaginada por el realizador -ya que no está demostrado que el
profesor de Oxford que Freud recibió en
su casa tres semanas antes de suicidarse fuera C.S. Lewis- es el comienzo de la película “La última
sesión de Freud” (Freud’s Last Session), producción británica dirigida por Matt
Brown (“El hombre que conocía el infinito”) con el gran actor Anthony Hopkins (“El silencio de los
corderos”, “Regreso a Howards End”, “El padre”- https://aqui.madrid/el-padre-el-mejor-anthony-hopkins-en-un-retrato-brutal-sobre-la-demencia-senil/,
“Una vida”- https://aqui.madrid/una-vida-los-ninos-de-winton-cientos-de-ninos-salvados-de-la-muerte-en-los-campos-nazis/)
en el papel de un Freud anciano, enfermo, amargado y caprichoso, y el británico Matthew Goode (“Downton Abbey”, “Imitation Game”, “The Ofter”), como
el cristiano autor de novelas juveniles como la saga de “Las crónicas de Narnia”,
quien años antes había ridiculizado a Freud en el libro “The Pilgrim’s Regress”
(El regreso del peregrino)..
.El encuentro imaginado entre
ambos intelectuales tuvo lugar poco antes del suicidio de Sigmund Freud, asistido
por el doctor Mac Schur, interpretado por Peter
Warnock (“Lady in the Park”, “I Don’t Speak English”). Freud tiene 83 años,
sufre un cáncer del maxilar y, escapado de Viena huyendo del régimen nazi, se
ha refugiado en Londres donde comparte la casa con su hija Anna (Liv Lisa Fries, “Hinterland”, “Las
confesiones”), a la que controla estrechamente por distintos motivos, entre
otros que es ella quien le proporciona la morfina que atenúa sus dolores..
Adaptación
de la pieza homónima del estadounidense Mark
St.Germain, quien ha colaborado en el guión, “La última sesión de Freud”
(1) no oculta su origen teatral. Con excepción de algunas escenas rodadas en el
exterior, como esa en la que Freud y Lewis –a quien todos llaman Jack no se
explica por qué- huyen del bombardeo alemán, o esa otra en la que Anna busca
desesperadamente morfina para su padre, y algunas secuencias oníricas de Lewis
dormido regresando en tren a Oxford, la mayor parte de la película sucede “en
el sombrío despacho d Freud, sobrecargado de recuerdos y baratijas”, entre las
que figura la imagen de una virgen polaca.
Son dos
hombres totalmente opuestos pero entre ellos se establece un diálogo –un apasionante
duelo de actores Hopkins/ Goode, perfectos en sus personajes- que toca todos
temas candentes de ese momento histórico que marca el comienzo de la Segunda
Guerra mundial, y que. En uno de los momentos más intensos Freud pide a Lewis
que defienda al Dios que permite que los jóvenes mueran en la guerra. Lewis
parece carecer de argumentos y responde con el manido “los caminos del creador
son impenetrables” que, hasta los practicantes más convencidos, consideran
carente de sentido. “Más que un combate épico (…) con sangre y golpes
retóricos, los espectadores descubrirán una película desbordante de dolor,
epatía, humanidad, humor y valor”. .
No debemos engañarnos.
“La última sesión de Freud” es “un ejercicio de estilo” para eruditos salpicado por emocionantes momentos
correspondientes a los terribles acontecimientos de 1939, como el sonido de las
sirenas que llaman a la población londinense a refugiarse en los sótanos,
mientras la radio transmite la noticia de que Inglaterra acaba de sumarse a la
guerra. Lo más importante, a mi juicio, es que, en la
exposición de las opiniones divergentes de Freud y Lewis, la película enseña que cualquiera podemos interrogarnos acerca
de nuestras propias convicciones. Y algo de rabiosa actualidad: “El indicador más evidente de cordura es la capacidad
de cambiar de opinión” (Freud dixit).
A estas alturas, el discurso de Freud sobre la
sexualidad, la homosexualidad y las relaciones entre padres e hijos, suena un
poco antiguo e incluso peligroso, sobre todo cuando el propio Freud revela que un
colega ha descrito la dependencia de su hija Anna, también psicoanalista, hacia él como un serio trastorno del
comportamiento. Al final experimenta una especie de epifanía cuando,
inesperadamente, mueve la cabeza aceptando la relación –hasta entonces negada- que
su hija Anna mantiene con una compañera de colegio, Dorothy (Jodi Balfour, actriz revelación en la
serie “For All Mankind).
Distintos flashbacks nos trasladan a la complicada relación de Freud
con su padre, a la participación de Lewis en la Primera Guerra mundial o a la
detención, e inmediata puesta en libertad sin explicaciones, de Anna, poco
antes de que padre e hija abandonaran Viena.
(1) « La última sesión de Freud » se va a estrenar
en Madrid el viernes 7 de junio de 2024.
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