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Tranvías de Luxemburgo |
A partir de marzo de 2020,
los desplazamientos en transportes financiados por el estado serán gratuitos en Luxemburgo, tanto para los
ciudadanos como para los visitantes y turistas, según ha confirmado el Ministro
de Movilidad y Transportes Públicos del pequeño ducado europeo, que cuenta con
600.000 habitantes. La medida – que afecta a los autobuses, tres, tranvías y
funiculares- tiene un aspecto de novedad
relativo, ya que desde agosto de 2018 viajan gratis en transportes públicos los
menores de 20 años y los estudiantes.
La única excepción a la
medida será la primera clase en los trenes, que seguirá siendo de pago como
hasta ahora, pero que solo representa un porcentaje mínimo de viajeros, el
2,7%.
La reforma anunciada por el
ministro costará unos 40 millones de euros anuales, cantidad que el gobierno ha
considerado “aceptable” y que piensa financiar mediante impuestos y “una reforma a la baja de los gastos de
desplazamiento”, tasa que hasta ahora pagaban los automovilistas, y que se pretende que sirva
para animar a utilizar los transportes públicos que hoy solo representa el 17%
de los desplazamientos.
El gobierno
de Luxemburgo- una coalición de izquierdas, reelegida en octubre de 2018, formada por el Partido liberal los
socialdemócratas y los verdes- quiere,
con esta medida, solucionar el grave problema de los embotellamientos, que
alcanzan una media de 33 horas en un país con un territorio muy pequeño, un
crecimiento poblacional importante, superior al 3%, una situación de casi pleno
empleo y un salario mínimo de 2.000 euros brutos mensuales.
El gobierno luxemburgués
quiere que se mantenga esta situación privilegiada, pero que pueda conciliarse
con un tráfico controlado y una contaminación razonable, por lo que considera
que la medida debe considerarse social
-porque “Cuando el país va mejor le gente debe aprovecharse de ello”, ha dicho
el primer ministro, el liberal Xavier Betel- y enmarcada en un plan de inversiones global que contempla dedicar
2,2 mil millones de euros a mejorar y duplicar los ferrocarriles, prolongar los
tranvías y convertir en eléctrica la flota de autobuses, de aquí a 2030.
La medida,
además, va a beneficiar a los fronterizos, unos 200.000, de los que la mitad
son franceses que acuden diariamente a trabajar en Luxemburgo, que verán
considerablemente reducidos sus gastos en transportes, ya que solo
pagarán desde su punto de origen hasta
la frontera.
Los únicos
preocupados son la reforma son los miembros del Sindicato de Transportes que
prevén la desaparición de unos 350 puestos de trabajo, entre expendedores de billetes y revisores.
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